Lectio Divina: XI Domingo del Tiempo Ordinario

Pbro. José Luis Salinas Ledesma
Presidente de la Comisión Diocesana para la Pastoral Profética

1. LECTURA DEL TEXTO: Mc 4,26-34

(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de sabiduría:
dame mirada y oído interior
para que no me apegue a las cosas materiales,
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.

Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de amor:
haz que mi corazón
siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de verdad:
concédeme llegar al conocimiento de la verdad
en toda su plenitud.

Ven a mí, Espíritu Santo,
agua viva que lanza a la vida eterna:
concédeme la gracia de llegar
a contemplar el rostro del Padre
en la vida y en la alegría sin fin.
Amén. (San Agustín).

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto:  primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre hecha mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”. Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y hecha ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”. Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con los que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado. Palabra del Señor.

Repasar el texto leído

(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos de su Biblia)

  • ¿A qué se parece el Reino de Dios? v.26
  • ¿Qué pasa con el grano sembrado? v.27
  • ¿Cómo llega hasta el fruto? vv.28-29
  • ¿Qué pregunta hace Jesús? v.30
  • ¿Con qué compara el Reino de Dios? v.31
  • ¿Cómo es la semilla de mostaza una vez sembrada? v.32
  • ¿Cómo les anunciaba la Palabra? v.33
  • ¿Cómo les explicaba a sus discípulos? v.34

Explicación del texto

Las parábolas son un recurso o género literario utilizado por Jesús para presentar sus enseñanzas sobre el Reino de Dios. Es un estilo no conocido en los libros del Antiguo Testamento ni en la literatura rabínica. El tema central de las parábolas de los Evangelios es el Reino de Dios. Jesús como buen sabio, nos descubre el misterio del Reino, el plan o proyecto de Dios sobre la humanidad. Reino de Dios es lo mismo que decir Dios Reina. Los contemporáneos de Jesús se imaginaban la futura acción salvadora de Dios en función de su Omnipotencia. Pero Jesús cambia radicalmente el sentido de Reino: la acción de Dios Padre, consiste en crear un mundo de hijos, que
libremente aceptan esta nueva relación salvadora con Él. Es un Dios que no deja de ser omnipotente pero cercano a los hombres.

Jesús proclama el comienzo de Reino de Dios y, en lugar de traer el fuego divino sobre los pecadores, se dirige a ellos, ofreciéndoles el perdón de Dios, come con ellos y los llama a su seguimiento. Este dinamismo salvador, además de radical, es total y tiende a la transformación y salvación de toda la persona, liberándola de la ignorancia, opresión, dolor, muerte y de Satanás, última causa de todos los males. Por lo tanto, el Reino de Dios es una realidad ya presente y también futura, porque ya se puede recibir y vivir la salvación en este mundo, pero lo trasciende porque llegará a su plenitud en la vida eterna. El Antiguo Testamento fue el comienzo de la promesa del Evangelio, y con Jesús se hace realidad porque ha comenzado el cumplimiento, pero ahora sólo es el comienzo, en la pobreza y debilidad; sin embargo, en esta pobreza está encerrada la grandeza del futuro, que no fallará, porque Dios es el protagonista
y al hombre sólo se le pide recibirlo. La misma fórmula Reino de Dios indica claramente que Él es el sujeto que va a realizar esta acción. Dios lo promete, lo revela, lo realiza y dispone de él.

Vemos que la figura de la semilla de mostaza, la cual es muy pequeña, que se convierte en el más grande de todos los arbustos, es imagen del Reino que comienza pequeño en los corazones de quienes aceptan la salvación y se desarrolla y avanza en cada uno de nosotros, hasta ser posible compartirlo con otros que vienen y reciben de ese mismo Reino en la misión evangelizadora. Por eso aunque no nos demos cuenta vamos contribuyendo a la edificación del Reino porque Jesús actúa por nuestro medio.

 

2. MEDITACIÓN DEL TEXTO

(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

Es precioso ver como Jesús busca en la vida y en los acontecimientos elementos e imágenes que puedan ayudar a toda la multitud a percibir y experimentar la presencia del Reino. En el Evangelio de este día, Jesús nos presenta dos pequeñas parábolas: una de ellas es la de la semilla que crece por sí sola y también la del grano de mostaza que crece y se vuelve grande.

El Reino de Dios que es sembrado en el campo de la humanidad, en el corazón de la historia, tiene la fuerza y la vitalidad suficientes para que vaya creciendo y creciendo, este crecimiento nadie lo puede detener ni impedir porque es obra de Dios. Primero el tallo, luego la espiga y después el trigo abundante, como toda planta sus inicios son sencillos y ocultos, pero la fuerza interior que tiene
la semilla va impulsando el crecimiento en una planta con sus frutos.

Por eso las cosas del Reino, las cosas de Dios no se miden al estilo de nuestras medidas humanas, el principal trabajador de este Reino es el mismo Dios y el hombre es colaborador en la siembra; de este modo, hemos de comprender cómo los valores del Evangelio van creciendo en el devenir de la historia humana, la fuerza, oculta pero efectiva del Evangelio ha ido venciendo y seguirá venciendo muchas injusticias tales como: la esclavitud, violación de los derechos humanos, de los derechos de la mujer, de las injusticias con los
más pobres, la falta de atención a los adultos mayores, etc., es por eso, que cada uno de nosotros, repasando nuestra propia historia, percibamos cómo el Señor ha hecho maravillas a lo largo de nuestra vida, dando el crecimiento a la semilla de la fe, que el bautismo sembró en nuestra conciencia.

Por otro lado, la semilla de la mostaza es mínima, como un pequeño puntito de aguja, sin embargo, tiene una fuerza interior que la hace crecer, desarrollarse y dar cobijo a los pájaros. La pequeñez y la humildad son virtudes muy valiosas en el Evangelio, es por eso que hemos de aprender a valorar tantas y diversas actividades pequeñas y silenciosas, frente a tantas noticias grandiosas en apariencia. Considero que ésta parábola es una invitación a sembrar pequeñas semillas de una humanidad nueva, centrada en Cristo. Jesús no habla de grandes proyectos, pues el Reino de Dios, su proyecto de salvación, es algo humilde y modesto, pero que trasciende la propia vida. En nuestra vida espiritual, no soñemos con acciones grandiosas que a lo mejor nunca vamos a realizar, mejor en la sencillez de nuestra vida, pongamos mucho amor y entrega, para que el Reino vaya creciendo entre nosotros, hay que sembrar y
sembrar cada día, sin cansancios y la siembra producirá sus frutos. Nos toca sembrar, Jesús dará crecimiento.

El Reino de Dios está aquí, entre nosotros. Nos hacemos parte de él o lo rechazamos, a cada quien toca dar una decisión. Nos ponemos firmes y vamos por la victoria o continuamos arrastrándonos, atados a nuestros vicios, a nuestras pasiones, a nuestro egoísmo. La decisión es nuestra. La semilla ya está sembrada, depende de cada uno de nosotros hacerla germinar en las manos de Jesús y convertirla en un árbol grande y fuerte.

 

3. COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • Orar diariamente pidiendo a Dios que nos ayude a ser buenos sembradores de la semilla del Evangelio.
  • Que hagamos fructificar la semilla del Reino sembrada en nosotros, por medio del testimonio y coherencia de vida.
  • Que podamos acoger al más necesitado.
  • Poner toda nuestra capacidad para realizar obras de caridad y servicio al prójimo.
  • Que procuremos la búsqueda de la paz donde estemos, a donde vayamos y con quien estemos.
  • Que seamos semillas vivas que proclamen la llegada del Reino de Dios.

 

4. ORACIÓN

(Se puede hacer una oración donde participen quienes gusten en voz alta y den gracias a Dios por la Palabra escuchada o recitar alguna oración ya formulada).

Padre bueno, que la palabra que escuchamos eche raíces hondas en nuestra vida.
Ayúdanos a construir cimientos fuertes para nuestra fe. Que edifiquemos toda nuestra vida sobre la roca firme de Tú Palabra.
Que penetre nuestro corazón y nos empape de de tus sentimientos y de tus propuestas.
Que ilumine nuestras acciones y oriente las decisiones que tomemos.
Que la Palabra que escuchamos y compartimos haga crecer nuestro compromiso y nos anime en el seguimiento de tu Hijo Jesucristo hacia el Reino, construyendo un mundo nuevo, firmes en la esperanza y servidores de la Justicia. Amén.