Lectio Divina: XIX Domingo del Tiempo Ordinario

1. Lectura del texto: Jn 6,41-51

(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Venimos a ti, Señor,
para escuchar tu Palabra,
que nos redime y libera
y nos hace fuertes en el combate.
En medio del fuego del mundo
queremos escuchar a tu Hijo amado
para ser verdaderos discípulos.
Sin tu Palabra
no hay alegría posible,
sin estar a tu escucha,
no existe el gozo de seguirte.
Haznos, Señor,
creer verdaderamente en tu amor
para caminar en fidelidad
y ser testigos en el mundo.
Queremos escucharte siempre
poniendo esperanzas
en nuestros corazones desgarrados
y llenando de ternura
nuestro planeta. Amén.   (F. Cerro)

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su Padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?” Jesús les respondió: “No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ése sí ha visto al Padre. Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron en maná en el desierto y sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida.

 

Repasar el texto leído
(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

  • ¿Por qué murmuraban los judíos contra Jesús? v.41
  • ¿Qué decían de él? v.42
  • ¿Qué les respondió Jesús? vv.43-44
  • ¿Qué está escrito en los profetas? v.45
  • ¿Quién ha visto al Padre? v.46
  • ¿Qué sucede con quien cree en Jesús? v.47
  • ¿Quién es el pan de la vida? .48
  • ¿Qué sucedió con quienes comieron el maná en el desierto? v.49
  • ¿Cuál es el pan que da Jesús? v.51

 

Explicación del texto

“Yo soy el pan de la vida”, son palabras de Jesús que ilustran el misterio de la Eucaristía, centro de la fe cristiana. Jesús dice que Él es el pan, símbolo de la vida, don del cielo y producto del trabajo: humilde y útil, apetecible y disponible, fuerza para quien lo asimila y comunión entre quienes lo comen.

Los judíos comenzaron a murmurar contra Jesús, el pan que ven, preguntando cómo puede haber bajado del cielo: no captan en su humanidad la revelación de Dios. Si Dios quiere comunicársenos no puede sino hacerse carne y sangre como nosotros.

Parecen saberlo todo de Jesús, dicen que es el hijo del carpintero, tienen razón es hombre, pero es también al mismo tiempo, la Palabra encarnada, el Hijo de Dios, que se ha hecho Hijo del hombre y eso no lo alcanzan a comprender.

Jesús dice que aceptar su persona es don del Padre, su obra por excelencia. Él atrae a todo hombre al Hijo, para que también llegue a ser hijo. Esta atracción es innata en el hombre, justamente por ser su hijo, atracción que se expresa en las múltiples búsquedas de sentido en que cada persona se compromete.

Todos somos directamente instruidos por Dios, discípulos de la voz interior, que dan testimonio de la palabra, luz verdadera que ilumina a todo hombre. Dios actúa en el corazón de cada hombre, atrayéndole hacia la luz y la vida, hacia el Hijo en que se da a nosotros como Padre. la atracción interna no nos hace ver directamente al Padre, sino que nos lleva al Hijo, el único que puede ver al Padre y puede revelarlo.

 

2. Meditación  del texto

(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

Este discurso del pan de vida se halla polarizado en torno a dos grandes pensamientos: la exigencia de la fe, por parte de Jesús y el rechazo de la misma por parte de la gente. Jesús pide a la gente que se sitúe en el nivel de los signos, que no se queden en el solo plano de los milagros. Jesús es el revelador del Padre, como el que ha venido de arriba, es el pan bajado del cielo.

La incredulidad de los judíos se ve justificada porque conocen el origen humano de Jesús. Para aceptarlo como Mesías, debía renovar los milagros de Moisés, el maná sería el alimento permanente. Pero esta demostración equivaldría a negar la verdadera fe, ya que esta exige aceptar a Jesús como el verdadero maná.

En esta autopresentación, Jesús se manifiesta como respuesta a las necesidades y esperanzas del hombre. La única condición irrenunciable es la fe. El creer o ir hacia Jesús es gracia concedida por el Padre y al mismo tiempo quehacer humano. Por primera vez el evangelista utiliza el “Yo soy”, que es una fórmula de revelación y pone de relieve lo que es Jesús para el hombre.

Los cristianos que no participan del pan de la Palabra y del pan de la Eucaristía, son cristianos débiles y están propensos a cualquier enfermedad: la falta de fe, la ignorancia religiosa, las supersticiones, etc., De seguir así pueden llegar hasta la muerte de la fe y caer en el ateísmo, es decir, a vivir sin Dios, con serias repercusiones para la vida de fe tanto personal como comunitaria.

 

3. Compromiso personal y comunitario

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • Participar plena, consciente y activamente en el sacramento de la eucaristía.
  • Visitar frecuentemente al santísimo sacramento, para dialogar con Jesús.
  • Buscar la confesión para poder recibir con un corazón limpio la presencia de Jesús eucaristía.
  • No murmurar o renegar de la obra de salvación de Jesús, poniéndolo a prueba.
  • Ofrecer la eucaristía por los hermanos que ya han muerto, para que alcancen la vida eterna prometida.
  • Acrecentar el amor y la vivencia de la Eucaristía por medio de una buena catequesis eucarística.

 

4. Oración

(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada)

Corazón Sacratísimo de Jesús, realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar, que muestras tu amor hacia nosotros por medio de tus sacerdotes cuando celebran la Santa Eucaristía, cuando perdonan nuestros pecados y cuando anuncian con paciencia y fortaleza tu santa Palabra. Te pedimos que despiertes entre nosotros, especialmente en nuestras familias, el deseo sincero de que algún hijo sea sacerdote. Dale a los jóvenes de hoy generosidad y valentía para seguirte e imitarte con una vida honesta, casta y generosa, capaz de amar a su prójimo como Tú nos amaste y entregar su vida por sus hermanos. Bendice y protege a nuestros Sacerdotes y a nuestro Seminario. La Virgen María, tu santa Madre, que formó en Ti tu corazón sacerdotal de Buen Pastor, nos alcance la gracia de tener sacerdotes santos según tu corazón. Amén.