La Navidad y la luz de la fe

La Luz de la Fe, Carta Encíclica del Papa Francisco contiene importantes reflexiones que podemos aprovechar para profundizar en la celebración del misterio de la encarnación del Hijo de Dios,  la fiesta más alegre de la Iglesia, la Navidad, con sus tradicionales posadas, villancicos, los ponches y desde luego, la misa de Noche Buena, a la que acuden muchos católicos. Vivir la Navidad en su contenido teológico es más que una remembranza, porque implica confesar y aceptar la presencia de Dios entre nosotros, con actitudes y compromisos concretos con los desamparados y olvidados, es decir, es un acto de fe para contemplar la presencia del Señor que se manifiesta en todo ser humano, especialmente en los que padecen hambre y sufren el desprecio y la marginación e incluso la exclusión. Sólo el don de la fe nos ilumina para contemplar la gloria de Dios que se ha manifestado en Jesús y orienta nuestro camino en el tiempo y “es que la característica  propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre.” (Documento La Luz de la Fe No. 4).

En el capítulo IV de la Carta Encíclica La Luz de la Fe, después de desarrollar distintos aspectos de la fe en los capítulos anteriores, en este apartado, se concluye que la fe es también una edificación en donde el hombre pueda convivir con los demás, cuya solidez se da cuando Dios se hace presente en medio de ellos. Es fundamental el aspecto relacional de la fe, porque la fe ilumina todas las relaciones sociales, su luz no luce sólo para la Iglesia ni es sólo para construir una ciudad eterna en el más allá, sino una ayuda para construir nuestras sociedades proyectadas hacia el futuro con  esperanza. Es así que la  fe tiene un enfoque hacia el futuro pero a la vez construye desde ahora, en el tiempo unas sociedades fundadas en el amor de Dios. (Cfr. Documento Luz de la Fe No. 50).

La presencia de Dios entre nosotros, motivo de la fiesta navideña, es por lo tanto, una llamada a dar consistencia a la fe de la Iglesia y a transformar nuestras relaciones, es así, como este entusiasmo desbordante adquiere su verdadero significado.

Una luz, la luz de la fe en Jesucristo de la que se aborda en toda la Carta nos ofrece elementos para entender mejor y sobre todo para agradecer la dicha de creer. Nos dice: “Si hiciésemos desaparecer la fe en Dios en nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros, pues quedaríamos unidos sólo por el miedo y la estabilidad estaría comprometida” (Documento La Luz de la Fe No. 55).

El nacimiento de Jesús es la luz que ilumina nuestros opacos pensamientos, nuestros discursos desgastados  y devaluados cada día más, porque todo lo queremos resolver sólo con palabras sin sustento en los hechos, abundan los retóricos y expertos en discursos que destellan por su gran elocuencia y la campaña publicitaria que los acompaña, como también, no faltan ciertas acciones más exhibicionistas que  de una convicción clara de hacer efectivo el bien común. Por lo tanto la Navidad tiene que sensibilizar y transformar corazones que proclamen con un estilo de vida creyente, es decir, de fe, que la vida nueva ha empezado y está ya actuando.

Las personas de fe saben que ésta comporta pruebas dolorosas y a través de ellas comprenden que la fe en Dios es un don y no una conquista de la inteligencia humana y que “La luz de la fe no nos lleva a olvidarnos de los sufrimientos del mundo”, ni tampoco “disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar.” Así nos enseña y alienta el mensaje del Papa en esta Carta Encíclica sobre la Luz de la Fe,  cuya lectura y enseñanza puede iluminar nuestra reflexión en esta celebración religiosa de la Navidad.

La referencia a la Santísima Virgen María en la Carta Encíclica no sólo es para concluir una exposición acerca de la fe, sino su presencia en la historia y vivencia de nuestra fe, expuesta ampliamente en el documento, se proclama que “La madre del Señor es icono perfecto de la fe, como dice santa Isabel: Bienaventurada la que ha creído (Lc 1,45). Motivo por el cual, en  nuestra fiesta de la Navidad siempre esta presente María la madre de Jesús, la creyente y siempre fiel, que ha dado a la Iglesia y a la humanidad al Emanuel, Dios con nosotros. Que Dios los bendiga y feliz Navidad.

Pbro. Gabino Tepetate Hernández