Homilía en la Misa de Funerales del Pbro. Marco Antonio Romero, Diocesis de Matamoros

Matamoros, Tamps., 4 de Julio de 2011

«Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor» (Gal 1, 3). Hoy esta Iglesia particular de Matamoros se reviste primariamente de gozo, por dos grandes acontecimientos: Celebramos a Nuestra Madre María Refugio de Pecadores patrona de esta Diócesis y en este marco festivo también celebramos el eterno descanso del Padre Marco Antonio Durán Romero. Agradezco al Administrador Diocesano la oportunidad que me brinda de presidir este acontecimiento de fe que nos ha congregado como familia cristiana. Saludo con especial deferencia a los hermanos y demás familiares del Padre Marco Antonio, asimismo, les manifiesto juntamente con la Diócesis de Querétaro mis más profundas condolencias. Gracias por estar aquí como testigos de esta despedida, gracias por haber regalado a la Diócesis de Matamoros a un gran Sacerdote. Hermanos Obispos de la Provincia gracias por este gesto de solidaridad que manifiestan en estos momentos. Mi pésame para todos mis hermanos Sacerdotes de esta querida Diócesis de Matamoros y lo hago extensivo a la comunidad de San Roberto Belarmino. Con especial atención saludo al Sr. Alcalde Ing. Alfonso Sánchez Garza y su distinguida esposa. A todos los representantes de instancias civiles que tienen a bien acompañarnos.

Proclamando nuestra fe en Jesucristo que con su Resurrección ha vencido a la muerte, nos hemos congregado esta tarde para agradecer al Dios de la vida todos los beneficios manifestados en la persona del Padre Marco Antonio; pero también, para encomendarlo a la infinita misericordia de nuestro Padre, a fin de que lo acoja entre los Santos del cielo. En la plena confianza de que «si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él» (Rom 6, 8).

El Padre Marco Antonio nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León el día 14 de diciembre de 1963. Era el menor de catorce hijos procreados por Don Jesús Duran y Doña Rosa Clara Romero de Durán. Profesionalmente se tituló como Licenciado en Informática Administrativa en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Posteriormente ingresó al Seminario de Monterrey ahí realizó su formación sacerdotal, concluyendo sus estudios en el Seminario Mayor de Matamoros, la decisión de consagrarse para esta Diócesis de Matamoros fue asumida en su Ordenación Diaconal el día 18 de Diciembre de 1999. Fue ordenado sacerdote por la imposición de manos de Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos el día 15 de Junio del año 2000, en este templo de Nuestra Señora del Refugio de los Pecadores. El primer destino dentro de su ministerio sacerdotal fue como Vicario Parroquial en esta comunidad de Catedral; asimismo, nombrado Vice-Canciller de la Curia Diocesana. A partir de septiembre del año 2001 fue nombrado Rector del Templo de la Sagrada Familia. En enero del año 2003 se le nombra Apoderado Legal de la Diócesis de Matamoros y en mayo de 2005 es nombrado Coordinador de la Comisión Diocesana de Medios de Comunicación. Desde marzo de 2006 fungía como Administrador Parroquial de la Parroquia San Roberto Belarmino.

Hace un año y días en este mismo lugar, despedíamos el cuerpo del Padre José Luis González, hoy hacemos lo mismo con el Padre Marco Antonio. Quiero invitarles a que como auténticos cristianos, pues lo somos, hagamos de este acontecimiento una lectura de fe, recordando que parte de nuestros cimientos se forjaron precisamente en el Martirio de tantas mujeres y hombres que proclamando la causa del Reino fueron victimados.  Contemplar este hecho en el que no sólo el Padre Marco Antonio pereció sino otros tantos hermanos inocentes, es tener presente con esperanza una verdad evangélica «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). Pidamos a Dios que la sangre inocente de estos hermanos sea fecundidad que se patentice en justicia y paz, no sólo para Matamoros, sino para toda nuestra Nación que hoy día se ve asediada por esta oleada de violencia.

 El acontecimiento del que hemos sido testigos no deja de ser dramático y doloroso, denota con ello que la violencia persiste en nuestros espacios de convivencia y trastoca considerable e irremediablemente la vida en común. No obstante, es loable constatar que en medio de este panorama plagado de zozobra, pero sobretodo de injusticia, los cristianos acorde a la identidad legada por Jesucristo, no dejamos de plantearnos conforme al principio del perdón signo del amor y generador de justicia y paz. Que no quepa la menor duda de que este hermano nuestro, hasta antes de ser victimado se encontraba ejerciendo precisamente su labor cristiana —ello bien lo pueden atestiguar las catequistas que le acompañaban al momento del incidente—. Pues de igual manera y cada quien desde el flanco que nos corresponde, asumamos con alegría el ser heraldos de Jesucristo, Príncipe de paz, que no ha venido a condenar sino a perdonar. Que el precepto del amor sustentado en el perdón, nos oriente cada vez más, a ser bienaventurados constructores de paz, mantengamos un frente común a favor de todas las iniciativas inspiradas a luchar por la paz. Que todas nuestras actividades cotidianas tengan impreso el sello de la paz, de tal manera, que nuestras palabras, gestos y actitudes sean signos preclaros de que efectivamente buscamos construir la paz a favor de nuestra Patria.

Quienes tuvimos la gracia de compartir la vida con el Padre Marco Antonio pudimos constatar sus múltiples talentos, sin duda han quedado en nosotros como parte de la semilla que él sembró, corresponde ahora, no sólo congraciarnos con los beneficios de esos frutos, sino prolongarlos asiduamente en medio de nuestras realidades temporales. Me dirijo en este momento a tres grandes familias que tienen particularmente esta encomienda: la Familia Durán Romero; la Familia de San Roberto Belarmino y la Familia Presbiterio.

Estimado Padre Marco Antonio, hijo, hermano, amigo y sacerdote, hoy has culminado tu peregrinar entre nosotros, queremos a una voz darte las gracias por todo el testimonio que tuviste a bien brindarnos; gracias por tu sí al Señor en esta vocación del sacerdocio; gracias por tu entrega generosa y desinteresada en medio de las comunidades que pastoreaste; gracias por tu dedicación y entrega eficiente en los diversos oficios que realizaste; gracias por vivir con alegría tu ministerio sacerdotal en el que siempre buscabas dar gloria y alabanza a nuestro Padre y ello era motivo de contagio para tantos hermanos; gracias por tu testimonio de discípulo y misionero de Jesucristo; en una palabra, gracias por compartirnos toda tu persona. Que tu vida ofrendada por las almas sea causa de muchas y santas vocaciones en esta Diócesis de Matamoros. Ahora que participas en la asamblea de los santos y justos, te pedimos que intercedas por esta tu amada Diócesis de Matamoros, por todos tus hermanos sacerdotes de este Presbiterio, por el Seminario de Matamoros que un día las puertas te abrió, por las comunidades parroquiales principalmente por la de San Roberto Belarmino que hoy sufre tu ausencia física, por todas nuestras familias, especialmente por tu familia que te acompañó en este caminar terreno y que hoy vive este momento de duelo.

Al tributar esta despedida a nuestro hermano Marco Antonio, confiamos en que comparta desde ahora, en la alegría del Paraíso, la vida de gracia que se le comunicó en el Bautismo y que se acrecentó en la vida sacramental del Orden Sacerdotal, enriquecida en cada Eucaristía que tuvo a bien celebrar durante sus once años de vida sacerdotal. Padre Marco Antonio, que el Señor que un día te llamó a ser de modo especial su discípulo y ministro de la Iglesia, te acoja hoy en la comunión plena y definitiva de la gloria celestial.

Finalmente, quiero agradecer a los paramédicos, enfermeras, doctores y todas aquellas personas que lucharon dentro de lo humanamente posible, para salvaguardar la vida de nuestro hermano, que Dios Padre premie con creces su solicitud.

Pidamos con mucha fe en este hermoso día en que celebramos a nuestra Santísima Madre María Refugio de Pecadores y Consoladora de los Afligidos, que traiga consuelo y paz a todos quienes hoy nos encontramos entristecidos y que obtenga para el alma de nuestro hermano Marco Antonio el descanso eterno en la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro