HOMILÍA EN LA CLAUSURA DE LA XXXI SEMANA CULTURAL DEL SEMINARIO CONCILIAR DE QUERÉTARO.

Capilla de Teología, Seminario Conciliar de Querétaro, Hércules, Qro., a 16 de febrero de 2017.

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Estimados padres formadores,
Queridos seminaristas y estudiantes todos de las facultades de Teología y Filosofía,
Hermanos y hermanas todos en el Señor:

  1. Agradecidos con el Señor por permitirnos concluir los trabajos y actividades de la XXXI Semana Cultural, que hemos llevado a cabo durante estos días, depositamos en el Altar los frutos y las esperanzas, confiando en que la gracia de Dios hará que prosperen en pro de la cultura, la sociedad y especialmente la familia.
  1. Me alegra sobremanera que la temática escogida para este año haya sido “La vocación y la misión de la familia en el mundo de hoy”. Pues categóricamente es una realidad que la misma cultura nos urge a reflexionar, discernir y dar una respuesta, desde los fundamentos, sobre la familia « como la  escuela del más rico humanismo […] y el fundamento de la sociedad» (GS, 52).  Especialmente cuando la formación de los futuros sacerdotes debe estar orientada para que se asuma esta realidad con responsabilidad, alegría y sobretodo con razones fundamentales y fundamentadas y así propiciar una renovación de la pastoral familiar a la luz del Evangelio de la familia y las enseñanzas del Magisterio. Formando “apóstoles de la familia”.
  1. “Hoy —como ha dicho el Papa durante su viaje a Georgia— hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Hoy existen colonizaciones ideológicas que destruyen, pero no con las armas, sino con las ideas. Por lo tanto, es preciso defenderse de las colonizaciones ideológicas” ( Francisco, Tiflis, 1 de octubre de 2016). Si queremos realmente defendernos de las ideologías necesitamos formarnos a la luz del evangelio de Cristo, cuyo mensaje es un mensaje verdadero, de esperanza pero sobretodo de libertad. La constante formación y estudio de las verdades que fundamentan nuestra esperanza, es para todos —pastores y laicos— una exigencia evangélica, pues necesitamos dar razón de nuestra esperanza con sencillez y deferencia (cf. 1Pe 3, 15).
  1. La preocupación de la Iglesia en el mundo es esta, muestra de ello ha sido la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos del 5 al 19 de octubre 2014, para asimilar las inquietudes y respuestas a la encuesta mundial y después de manera ordinaria la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que se llevó a cabo en Roma del 4 al 25 de octubre de 2015. Como fruto de dicha reflexión sinodal, el Papa Francisco ha elaborado y presentado la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia, que representa una respuesta paradigmática y totalmente acorde con el Magisterio de la Iglesia universal. Les animo para que la lean con detenimiento y la estudien con profundidad.
  1. Nuestra Iglesia diocesana no es ajena a ello, el Plan Diocesano de Pastoral en su Cuarta Etapa (2017-2025), ha discernido y analizado considerablemente que la familia representa hoy la primera y principal urgencia pastoral (cf. PDP, n. 163). Por tal motivo durante todos estos años la familia habrá de ser un tema trasversal, que el Seminario en sus diferentes etapas, deberá asumir y asimilar en todas sus estructuras formativas de manera considerable.
  1. Queridos seminaristas, ustedes deberán acceder a una formación interdisciplinaria más amplia sobre noviazgo y matrimonio, y no sólo en cuanto a la doctrina. La formación no siempre les permite desplegar su mundo psicoafectivo. Algunos llevan sobre sus vidas la experiencia de su propia familia herida, con ausencia de padres y con inestabilidad emocional. Habrá que garantizar durante la formación una maduración para que ustedes, futuros ministros, posean el equilibrio psíquico que su tarea les exigirá. Los vínculos familiares son fundamentales para fortalecer la sana autoestima de los seminaristas. Por ello es importante que sus familias acompañen todo el proceso del seminario y del sacerdocio, ya que ayudan a fortalecerlo de un modo realista. En ese sentido, es saludable la combinación de algún tiempo de vida en el seminario con otro de vida en parroquias, que permita tomar mayor contacto con la realidad concreta de las familias (cf. AL, 203). Para los cual, más adelante haremos un discernimiento y tomaremos alguna decisión.
  1. Lamentablemente, la modernidad introdujo como «dogma» el divorcio, sin embargo, actualmente se da el paso de una cultura de matrimonio divorciable a una cultura de parejas y, a veces, de encuentros ocasionales, desligando de raíz, en tiempo y en significado, el ejercicio de la sexualidad y el matrimonio. Un sector considerable de la población, principalmente juvenil, opta por posponer el matrimonio o excluirlo, sin que por ello se excluya el ejercicio de la sexualidad. (cf. Juan Sandoval Íñiguez, Pontifica Comisión para América Latina, Panorama de la situación actual de la Formación Sacerdotal  en los Seminarios de América Latina, 17-20.02.2009). Quiero animarles para que cada quien asuma esto desde su trinchera, los formadores tendremos que hacer los ajustes pertinentes para que los lineamentos que el Magisterio de la Iglesia nos va señalando se asuman con responsabilidad y con prontitud. Sin embargo, considero que aquí algo fundamental será que cada seminarista, se deje acompañar, integrando a la familia en el propio proceso formativo. Si alguno, históricamente trae consigo una historia familia herida y lastimada por algunas situaciones, será muy importante y fundamental que exponga dicha situación de manera que se le pueda ayudar y se le brinden las herramientas suficientes y cualificadas para que las integre y en la medida de lo posible las sane. Sería muy lamentable que se accediese al Orden sacerdotal con situaciones en este ámbito, pues  pueden mermar la entrega de si, la vivencia del celibato, o simplemente el celo pastoral y misionero. La Iglesia necesita sacerdotes humanamente sanos, totalmente libres de cualquier atadura psicológica, histórica o personal.
  1. El Seminario responde a los tiempos actuales con un sincero esfuerzo de seguir las líneas que la Iglesia ha ido marcando para que la formación humana esté presente en todo el itinerario formativo. Experimentamos el inmenso reto porque la realidad es muy compleja, con fenómenos indeterminados y cambiantes que exigen reflexión profunda, adecuada y profesional. En este campo han sido de gran utilidad la colaboración de psicólogos católicos para sanar deficiencias del desarrollo de la personalidad y hacer crecer en la conquista de la madurez afectiva y en el ejercicio de la libertad. Quiero insistir mucho en que la presencia del director espiritual es algo fundamental. La psicología es necesaria pero habrá situaciones en el que la gracia sea la que realmente logre sanar el corazón y el alma de los candidatos.
  1. Durante estos días, ustedes han podido profundizar sobre los fundamentos bíblicos, teológicos, bioéticos y pastorales de la familia, concluyendo que efectivamente sin la familia la sociedad va en picada, condenada a morir lentamente. Asimílenlos con responsabilidad y poco a poco desglósenlos mediante una asimilación paulatina que les anime para vivir apasionados, formándose para llevar a muchos el Evangelio de la familia. “Un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones «irregulares», como si fueran piedras que se lanzan sobre la vida de las personas” (AL, 305). Deseamos que el fruto de estos trabajos, ofrezca esperanza y alegría a tantas familias en el mundo, orientación a los pastores y a los agentes de pastoral, y estímulo a la obra de la evangelización. En las parroquias esperan luces que se vean justificadas por nuestro testimonio.
  1. Pidámosles a Dios que nos de la gracia de ser celoso pastores que anuncien el evangelio de la familia, de manera que haciendo nuestro el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno, salgamos a las periferias donde muchos sufren prque su familia ha sido tocada por la desgracia, la infidelidad, la falta de amor pero sobre todo la falta de Dios.
  1. Que la Sagrada familia de Nazaret, nos enseñe a defender y custodiar esta institución tan indispensable y fundamental. Amén.

 

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro