DESDE LA CEM: Reseña de la XXXVI Asamblea del CELAM, en El Salvador.

La reunión se efectuó del 9 al 12 de mayo del 2017, en la ciudad de San Salvador, en El Salvador, con la participación de los delegados de 22 países de Latinoamérica y el Caribe, incluidos Estados Unidos y Canadá, faltando solamente el representante del hermano país de Cuba.

Esta Asamblea se desarrolló en el contexto de muchas celebraciones locales y continentales:

  • 10 años de la V Conferencia del CELAM en Aparecida.
  • 20 años del Sínodo de las Américas, y del documento: “La Iglesia en América”.
  • 25 años de la Conferencia Latinoamericana en Santo Domingo.
  • 100 años del nacimiento de Mons. Oscar Arnulfo Romero, y a un año de su beatificación.
  • Y 175 años de la creación de la Diócesis de San Salvador.

Se ha podido vivir la hermandad entre los obispos y las Iglesias que conforman nuestro continente; estudiar y aprobar los informes de los distintos departamentos del CELAM, y el proyecto de sus nuevas instalaciones.

Además, se estudiaron ampliamente los temas de la migración; de la protección de los menores ante abusos sexuales; del auto sostenimiento de la labor pastoral de la Iglesia; y de la forma en que podemos potenciar la comunión, la solidaridad y la sinergia entre todas las Iglesias de América.

Especialmente respecto al desafío urgente de los migrantes, tomamos cada vez más conciencia, de que no podemos atender este problema solo a nivel de un solo país, y ni siquiera de un pequeño grupo de naciones, sino que se trata de un problema global, el cual involucra por lo menos a todo el continente; ya que no solo es cuestión de las condiciones de las casas de migrantes, de la seguridad de estos últimos durante su largo recorrido, de los deportados o expulsados a través de las aduanas, sino también y principalmente, de atender el maligno problema del trasiego de drogas, del reclutamiento que hacen de ellos los grupos delincuenciales, del imparable tráfico de armas, que produce a través de los años, miles de asesinatos y desaparecidos, y las múltiples fosas clandestinas, particularmente en México; y por otro lado, la falta de inversión industrial de los países más desarrollados en los países más pobres, en los que los ciudadanos, por falta de seguridad y de oportunidades se ven obligados a emigrar.

También se analizaron los tres principales desafíos y oportunidades que viven cada uno de los 22 países participantes, y de manera particular, se vieron las difíciles situaciones que están atravesando los países de Venezuela, Paraguay y El Salvador.

Por otra parte, hay que decirlo, no puede uno venir a San Salvador, y no admirar mucho más a Mons. Oscar Arnulfo Romero, y no quedar al mismo tiempo, deslumbrado por el ambiente palpable que se vive en este país, respecto a su ejemplo y testimonio. Un gran detalle, que pasó en la misa de inauguración el martes 9 de mayo, presidida por el Nuncio Apostólico Mons. León Kalenga, es que en su homilía, dijo que promovería que el beato Oscar Arnulfo Romero, fuera reconocido como doctor de la Iglesia Universal, arrancando espontánea y efusivamente un gran y masivo aplauso; punto y seguido, nos dijo a todos, que también nos había dejado claro el camino del cristiano, y que no es otro, que el martirio.

No hay que dejar de mencionar, que la Asamblea Latinoamericana es una excelente ocasión, para estrechar y robustecer los lazos de fraternidad entre los obispos de los distintos países; además de apreciar el profundo aprendizaje que cada uno recibe, de las enseñanzas y de las distintas experiencias compartidas por todos.

Como frutos de esta Asamblea del CELAM se elaboró, primero, una carta dirigida a todo el pueblo de Dios, que peregrina especialmente en la patria grande, que es Latinoamérica, y donde se reconocen las polarizaciones políticas crecientes, la escalada de violencia, el aumento de la pobreza e indigencia, el menosprecio por la vida en todas sus etapas, los nuevos modelos de familia y la reinante cultura del descarte; y segundo, una sentida carta de preocupación, dirigida al querido y sufrido pueblo hermano de Venezuela, ofreciéndole toda nuestra oración y solidaridad.

Finalmente señalamos, con gran regocijo, la luminosa carta para toda Latinoamérica, que el santo Padre, el Papa Francisco nos envío para animarnos; y que habla del cáncer de la corrupción, que carcome y destruye nuestros pueblos, y que debemos combatir sin cesar; y de María, que bajo la imagen de nuestra señora de Aparecida, encontrada por unos pescadores hace casi 300 años, entre el fango de un río en Brasil, así también está nuestra madre, esperándonos y acompañándonos, incluso ahí, entre el fango, la precariedad y los avatares de la historia de cada día, para infundirnos fortaleza y esperanza.

 

 

+Alfonso G. Miranda Guardiola

Secretario General de la CEM

y Obispo Auxiliar de Monterrey