DESDE LA CEM: Mensaje de las Comisiones Episcopales de Liturgia de América Latina y el Caribe

 

de Comisión Episcopal de Pastoral 

Secretaría de la DEPMH

 

San Cristóbal de la Casas (Chiapas – México) 16 de febrero de 2017

Reunidos en la ciudad de San Cristóbal de las Casas a un año de la visita del Santo Padre Francisco a esta Iglesia particular, queremos dar gracias al Dios Uno y Trino, que por el Misterio pascual de Cristo camina con su pueblo en la historia.

Las Iglesias en América Latina y el Caribe, en su peregrinar desde la siembra del Evangelio, y de forma especial a partir del Concilio Vaticano II, han venido promoviendo la inculturación de la liturgia. En este sentido, han sido muchos los encuentros organizados por el CELAM para reflexionar sobre esta realidad.

Constatamos que hoy vivimos una nueva civilización, que muchos llaman cambio de época o globalización. Esta nueva cultura emergente y envolvente afecta a nuestros pueblos a todo nivel (pueblos originarios, afroamericanos, jóvenes, etc). Estas culturas nos desafían a comprenderlas y a entrar en comunión con ellas para que se pueda vivir y celebrar el misterio pascual.

Nuestra piedad popular es un modelo de inculturación a seguir, pues el pueblo ha traducido en su lenguaje y gestos con la fuerza del Espíritu Santo la vivencia de la fe. Por ello hemos de entrar en comunión con la fe vivida por nuestros pueblos.

Queremos animar a las Iglesias en América Latina y el Caribe, ahora que hemos vivido este encuentro, a seguir sin temor los procesos de inculturación de la liturgia. La reflexión y las experiencias no deben cesar. Este camino debe ser guiado por principios teológicos centrados en el Misterio pascual. La encarnación y la liturgia que manifiesta a la Iglesia, deben ser los principios dinamizadores de la inculturación litúrgica.

De igual, forma hemos de seguir unos criterios litúrgicos que orienten la variedad legítima y el cuidado permanente de la relación entre la fe y la celebración litúrgica. La finalidad de la inculturación litúrgica es la participación de la asamblea. Para realiazarla, es preciso cultivar el aprecio por la diversidad de las culturas y sus cambios, teniendo en cuenta el espíritu y la naturaleza de la liturgia. Además, es fundamental fortalecer la buena formación litúrgica de todo el pueblo de Dios, en especial de los que guían estos procesos.  La autoridad de la Iglesia es la rectora de los procesos de inculturación litúrgica.

En esta diócesis, que nos ha acogido, hemos sido testigos de que la inculturación de la liturgia es posible, con discernimiento, acompañamiento y comunión con las culturas.

Invocamos a nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América, modelo excelente de inculturación, para que nos acompañe en este caminar comprometiéndonos más con estos procesos.