DESDE LA CEM: LUCHEMOS PARA ALCANZAR LA JUSTICIA Y PAZ SOCIAL.

autor_2_1368461040de José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca

LUCHEMOS PARA ALCANZAR LA JUSTICIA Y PAZ SOCIAL
Comunicado de prensa

Todos podemos y tenemos que hacer algo para levantar la vida en nuestra sociedad; hagamos algo sencillo cada día desde el hogar; participemos o apoyemos en actividades que realmente abonen al bien común de la comunidad. Alcanzar una vida mejor siempre comporta trabajo y constancia. Nos da luz y anima la frase lúcida de San Agustín: «Solo son coronados los que vencen; solo vencen los que luchan»; podríamos añadir «solo luchan los que deciden y quieren realmente vivir mejor».

La vida de calidad exige luchar en diferentes campos: familia, salud, educación,   superación, justicia y paz social. Luchan esposos por mantener el amor en su matrimonio y familia; los jóvenes por estudiar en tal universidad o aprender bien un oficio; siempre encontramos lucha y trabajo constante detrás de un buen científico, de un empresario exitoso, de una familia unida y feliz, de una comunidad próspera y en paz. Los atletas que hacen trampa son descalificados; la sociedad también debe descalificar a quienes hacen trampa en diferentes sectores por corrupción, injusticia, violencia o crimen.

¿Por qué y cómo estamos luchando?. Luchemos para vencer lo que daña la vida y por lo que ayuda a una vida humana de calidad, en paz y feliz. Recuerdo al menos cuatro campos de batalla en los que todos tenemos que luchar desde nuestra familia y comunidad: la verdad, la unidad, el bien común y, para todo creyente, la oración. Es allí donde tenemos que centrar nuestra lucha diaria si queremos una vida y sociedad mejor.

1- La verdad. Para toda persona, familia y sociedad es fundamental la educación  en la verdad; no solo saber qué es o decir la verdad, sino aprender a buscarla, a vivirla, defenderla y amarla; la honestidad, la fidelidad, coherencia, transparencia y la sinceridad son los rostros vivos y el termómetro de la verdad. Sin la verdad abrimos las puertas de par en par al engaño, a corrupciones e injusticias. Los consensos y acuerdos, las informaciones, costumbres y leyes, solo si se enraízan en la verdad, son buenas señales y caminos que llevan y custodian la vida auténtica.

2- La unidad. La identidad y el sentido de pertenencia se finca en la experiencia y relaciones personales de unidad en la familia, en el trabajo o estudio, en los espacios de encuentro y de convivencia. Para una vida sana y constructiva es fundamental aprender a apreciar y a luchar desde niño por la unidad interior, de la familia y ambientes; es tierra fértil para la superación; sin unidad ninguna familia, comunidad o sociedad tiene futuro. Para alcanzar la unidad necesitamos cultivar el respeto, el diálogo, el servicio, la ayuda mutua, la amistad, promover espacios de esparcimiento sano.

3- El bien común. El bien común está orientado al desarrollo, superación y realización de las personas dando prioridad al bien de todo el cuerpo social; duele, pero aceptamos amputar un miembro muy dañado del cuerpo para salvar la vida. El bien común tiene su cimiento en la misma naturaleza humana, de allí las tareas prioritarias a favor de la vida, la familia, educación, salud, justicia y paz social; corresponde al Estado promover y defender el bien común. Los enemigos mortales del bien común son la corrupción, el egoísmo y la ambición.

4- La oración. Para todo creyente la oración es el campo de lucha más importante: entrar en un ejercicio de encuentro vivencial con Dios en la oración hasta descubrir qué nos dice y nos pide hacer cada día; es una verdadera lucha interna con nosotros y con Dios tanto para reconocer su voluntad como para, al descubrirla, asumirla, implorar su ayuda y realizarla con fidelidad. La voluntad de Dios siempre nos lleva a luchar contra el mal concreto a nuestro alrededor y en hacer el bien que podemos según las capacidades y situación. La oración que nos lleva a hacer la voluntad de Dios es el arma más poderosa y eficaz; en ella siempre encontramos luz, fortaleza y descanso.

Luchemos todos en estos campos desde nuestra familia, trabajo o profesión y salvaremos a Oaxaca.

 + José Luís Chávez Botello
Arzobispo de Antequera Oaxaca