DESDE LA CEM: Comentario Pastoral a la Exhortación Amoris Laetitia.

COMENTARIO PASTORAL A LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

POSTSINODAL AMORIS LAETITIA (LA ALEGRÍA DEL AMOR)

DEL PAPA FRANCISCO

1. Origen

Este documento es el resultado final de los dos últimos Sínodos (2014-2015), que abordaron los problemas y situaciones más sobresalientes y actuales del matrimonio y la familia. Ambos sínodos fueron precedidos de amplias consultas universales, dentro y fuera de la Iglesia. En su confección el Papa utilizó las proposiciones, fruto de los diálogos sinodales, los aportes de varias Conferencias episcopales y la reflexión de los expertos en el tema. Fue firmado el día de San José (19-III-2016) y publicado el 6 de abril del 2016. Es un homenaje a las familias en el Año de la Misericordia. Desde su título, quiso unir dos de las experiencias más profundas del ser humano: la alegría y el amor. Su estructura consta de una introducción, 9 capítulos, 325 números y una oración final.

 2. Intención, sentido y alcances (cf. nn. 1-7)

 La riqueza y la complejidad del tema requieren constante profundización. Desea reavivar la conciencia, que pide no ser ingenuos ni teóricos, sino cautos y concretos. Realidad de “muchos rostros”, matrimonio y familia, precisan de una reflexión honesta, realista y creativa de todos: pueblo, especialistas y pastores, a fin de tener mayor claridad. No todos los problemas han de ser resueltos por el Magisterio del Papa. Hay que escuchar también a las Iglesias particulares, que viven en culturas plurales, donde deben adoptar el sabio y antiguo principio de la inculturación (cf. AL 3). Invita a superar el viejo dilema entre la prisa por cambiarlo todo y la pretensión de resolverlo con principios abstractos, sin suficiente inserción en la realidad (cf. AL 2).

3. Las ideas maestras 

 3. 1. En el principio está la Palabra. La fe de la Iglesia, se funda en la revelación operada por la Palabra de Dios en la historia, y contenida principalmente en la Escritura; de allí recibe certezas para la comprensión amplia del matrimonio y la familia. La Biblia «está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis» (AL 8), donde la pareja humana y su descendencia se asocian al plan de Dios. La Escritura es un tratado del amor humano como soporte de la pareja y de su vida conyugal (cf. nn. 8-30).

 3.2. La realidad siempre es desafiante. Desde la Palabra bíblica, el Papa señala la necesidad de ver la situación actual de las familias, poniendo «los pies sobre la tierra» (AL 6). Sin analizar sus problemas más acuciantes, no es posible descubrir sus imperativos como voces del Espíritu (cf. nn. 31-57).

 3.3. Mirar a Jesús capacita para descubrir la vocación original del matrimonio y la familia. La Buena Nueva que anuncia la Iglesia, deriva primordialmente de la interpretación de la Palabra y la práctica de Jesús. Los escritos antiguos y recientes, en particular Vaticano II, dan testimonio de este empeño por preservar los elementos esenciales de su fe y de su enseñanza en torno al tema. La Iglesia, conjunto de familias, se enriquece de muchas formas con ellas. Las situaciones imperfectas (divorciados vueltos a casar, familias heridas, uniones en otras tradiciones religiosas y culturales, etc.), evocan el sabio y antiguo principio de las Semillas del Verbo, como criterio vigente para valorarlas y descubrir en ellas muchos vestigios cristianos y también algunas sombras (cf. nn. 58-88).

 3.4. El amor humano en su conyugalidad y su fecundidad, parte medular del documento.  Son dos capítulos que hay que leer en continuidad. Capítulo cuarto: el amor es la realidad más deformada hoy, pero también la más significativa y poderosa. Partiendo de la Carta a los Corintios (1 Cor 13, 4-7), resalta las principales características del auténtico amor. Recuerda sus múltiples expresiones: amor cotidiano, afectivo, oblativo, espiritual, erótico, apasionado, corporal, sexual, amistoso, conyugal, familiar, social, para afirmar sin rodeos que «Dios ama el gozo de sus hijos». Rechaza todo tipo de actos que lesionan el amor y aboga por un amor permanente y transformador en toda circunstancia (cf. nn. 89-164). Capítulo quinto: está centrado en la fecundidad y la generatividad del amor, cuyo espacio natural es la familia. Hace memoria de las muchas formas de ser fecundos en ella. Igualmente menciona algunas formas de infecundidad biológica, apuntando que también existen para ella otras maneras de ser fecundo (adopción, virginidad, compromisos con causas sociales…), más allá de lo puramente biológico (cf. nn. 165-198).

 3.5. Opciones pastorales como respuesta a los desafíos. Están marcadas por la sabiduría práctica, por el discernimiento y, en especial, por la misericordia de la Iglesia. Se resumen así: a) acompañar a los esposos antes, durante y después de su compromiso conyugal, sobre todo en los primeros años de matrimonio; b) iluminar desde la fe las crisis, las heridas, las rupturas y los divorcios; c) estar presentes con lucidez pastoral en situaciones complejas (homosexualidad, uniones de personas del mismo sexo, hijos con discapacidad…); d) atención solidaria cuando «la muerte clava su aguijón»; e) revisar la Pastoral familiar, para que los cónyuges no sólo sean objetos, sino también sujetos, ofreciéndoles propuestas no únicamente teóricas, sino vinculadas a situaciones reales; f) utilizar recursos antiguos y actuales de todo tipo, para que las estas vías pastorales sean eficaces y lleguen a buen término (cf. nn. 199-258).

 3.6. Fortalecer la educación de los hijos: una tarea siempre inacabada. Apartado dedicado íntegramente a la educación de los hijos, acentuando su formación ética, la sanción como estímulo, el realismo paciente por no poder controlarlo todo, la educación sexual, la transmisión de la fe y el ámbito de la vida familiar como espacio natural de la educación. El Papa hace propuestas de sabiduría práctica, tratando de no excluir ninguna dimensión fundamental de la persona (cf. nn. 259-290).

3.7. Acompañar, discernir e integrar la fragilidad humana inherente a la existencia.  Hay unreconocimiento leal de la condición natural del ser humano: la fragilidad de su libertad y de su responsabilidad en su forma de ser, decidir, vivir y comportarse. El mismo amor humano se comprende mejor en clave de fragilidad. Recuerda el principio de gradualidad en la pastoral, fundado en discernimiento sensato, dinámico e inteligente, aconsejado por las circunstancias atenuantes, a la hora de hacer juicios de culpabilidad sobre situaciones involuntarias o “irregulares”: matrimonios naturales, civiles, de convivencia antes de la alianza religiosa, uniones libres por rechazo de los valores del matrimonio católico, matrimonios fallidos, etc. Existen condicionamientos biológicos, psicológicos y socioculturales, que disminuyen la total culpabilidad; se requiere cautela en la aplicación inflexible de las leyes morales o jurídicas. El Papa propone siempre la lógica de la misericordia pastoral, que lleva a no condenar definitivamente a nadie, sino hacer del servicio pastoral, un lugar privilegiado del amor concreto e incondicional de Dios, por la mediación de su Iglesia (cf. nn. 291-312).

 3.8. Espiritualidad del matrimonio y la familia como reflejo de la Trinidad. Está «hecha de miles de gestos reales y concretos» (AL 315). Se cimienta  en el «cuidado, el consuelo y el estímulo del otro» y de los otros, así como en la presencia misteriosa, permanente y transformadora del Dios misericordioso de Jesús, que Él revela por medio de su Espíritu. La pareja y la familia es lugar de la experiencia espiritual, que abre a la comunión en toda dimensión: humana, trinitaria, eclesial, social. Enraíza en la Pascua del Resucitado, que hace pasar de la muerte a la vida, viviendo de cara al Padre para interceder por todos; el amor gratuito y exclusivo hacia la persona, con quien se ha andado un camino de por vida, apunta a la trascendencia «cuando Dios sea todo en todos» (cf. nn. 313-325).

 4. Conclusión: dos breves miradas complexivas

 4.1. En cuanto al contenido global

 La alegría del amor resalta diversos rostros del amor conyugal y familiar: esponsal, maternal, paternal, filial, fraternal, familiar, amigable, comunitario, social; todos estos rostros nacen y se nutren de la persona humana, por una parte, y, por la otra, del amor incondicional, entrañable y misericordioso del Dios, «en quien vivimos, nos movemos y existimos».  

 4.2. En cuanto a su estilo

 El documento pontificio es realista: llama a las cosas por su nombre; respetuoso de otras formas de pensar; fiel a lo esencial del Evangelio del matrimonio y la familia; actual en un lenguaje que no evade los problemas más cruciales; dialogante con todos los que buscan la verdad; autocrítico: reconoce las incontables fallas de la Iglesia sobre el tema; incluyente: nadie queda fuera del debate; provocador: para los que toman en serio su existencia; profético: anuncia la Buena Nueva del amor en la pareja y la familia con sus bondades y exigencias; transformador: para quien quiere elevar su calidad de vida. Su lenguaje en general es accesible, claro, concreto y, en momentos, hasta poético.  

 

Francisco Merlos Arroyo

Universidad Pontificia de México