CONSAGRACIÓN DEL ALTAR PURÍSIMA DE CUBOS, COLÓN, QRO. 

Purísima de Cubos, Colón, Qro., a 01 junio de 2021.

Mons. Fidencio López Plaza, Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió la Santa Misa en la cual se hizo la CONSAGRACION DEL ALTAR, en la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, en Purísima de Cubos, Colón, Qro., el día 01 de junio de 2021.

Concelebraron esta Santa Misa, El Pbro. Alfonso Muñoz Torres, Párroco, Pbro. Leonardo Zambrano Villaseñor, Vicario, Pbro. Rubén Olguín Guerrero, Pbro. Rubén Pacheco Martínez, y Pbro. Nuyín Aguilar de Paz, quienes acompañaron es esta ocasión. 

«Un acontecimiento que va a pasar a la historia de esta comunidad, dejando una huella muy profunda del paso del señor, como un signo también de bendición para todos los que, lo están viviendo y han colaborado en la construcción de este templo».

En el Momento de la Homilía Mons. Fidencio inició saludando y agradeciendo: Saludo con cariño y agradecimiento a su Párroco y al padre Vicario y en ellos a los sacerdotes que han servido en esta parroquia bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Esperanza, saludo también a los sacerdotes presentes en este acontecimiento muy importante para esta comunidad, saludo a todos ustedes hermanos y hermanas a los que están aquí presencialmente, a las autoridades civiles y a los que están en contacto con nosotros desde sus casas, a todos ustedes le saludo con el saludo propio de Jesucristo resucitado “la paz esté con ustedes”.

 Estamos celebrando un acontecimiento que va a pasar a la historia de esta comunidad, dejando una huella muy profunda del paso del señor como un signo también de bendición para todos los que lo están viviendo y han colaborado en la construcción de este templo, es una hermosa ocasión para reflexionar, sobre lo que es un templo, es una linda ocasión para reconocer ¿Dónde está Dios? y dónde podemos encontrar el consuelo y la esperanza, qué necesitamos de él.

El templo donde vive Dios: “tiene por techo el cielo y tiene por piso el suelo”, es una frase que la pueden guardar en su memoria y en su corazón, es fácil de aprender, esa frase que les puede dar mucha luz, porque hay mucha gente que tiene una idea muy pequeña de Dios y de su presencia entre nosotros y la verdad es está, el templo donde vive Dios: “tiene por techo el cielo y por piso el suelo”.

Este mundo, inmenso es la casa de Dios, nadie puede esconderse de su mirada, por más que nosotros pensemos que Dios no nos mira, él está al pendiente de todos sus hijos y de manera especial está pendiente de los más pobres y de los más necesitados.  El mundo es la casa de Dios, es la casita sagrada, para la Santísima Virgen de Guadalupe, cuando vino a México a solicitarnos, estaba pensando en el corazón de todos y cada uno de los mexicanos, en el corazón de tu familia, en todo México y en toda la creación, porque el templo donde vive Dios: “tiene por techo el cielo y por piso el suelo”.

Así que hermanos, todos los días estaremos bajo la protección amorosa de Dios,  los seres humanos necesitamos reconocer a Dios de una manera especial y Dios nos dice muchos para descubrirlo, el templo donde vive Dios también eres tú, el día del bautismo ocurrió algo muy hermoso cuando el sacerdote te echaba agua en la cabeza y te decía: “te bautizó en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo”, en ese momento el padre te dijo: “tú eres mi hijo, en ti me complazco” y voy a cuidar de ti en adelante, en ese momento también el Espíritu Santo, descendió sobre tus compañeros, desde ese día somos hijos de Dios, somos hermanos de Jesucristo y somos templo del Espíritu Santo.

 

 A mucha gente se le facilita descubrir la presencia de Dios en alguna imagen, en alguna cruz, o algo material, que no es humano y cómo se nos dificulta reconocer a Dios en los hermanos, Pero al final de la vida ese va a ser el juicio final, el examen final de mi vida y de tu vida será: sí reconocimos a Dios en nuestros hermanos y ahí le servimos y ahí le rendimos culto Jesús, va a aparecer como rey, que va a apartar a las ovejas de los cabritos y a unos les dirá: pásenle a la derecha porque tuve hambre y me dieron de comer,  sí reconocimos a Dios en el templo del hermano.

Podemos reconocer a Dios en la Santa Palabra escrita; San Jerónimo decía que así como comulgamos la Eucaristía, también comulgamos la palabra, por eso dice: <<cuando se lee la palabra, hay que cerrar la boca y abrir los oídos>>, porque a Dios que se hace presente en la santa Palabra, reservado lo comulgamos  por los oídos y cuidamos que no se nos caiga ninguna palabra, para que ella se haga carne en nosotros y junto a la santísima Virgen María y poder dar testimonio de que la palabra se hace carne también en  los hijos de Dios.

Por eso en los templos siempre hay un altar para la palabra, le llamamos <<el ambón>>, donde está la palabra de Dios que conforta, que alegra, que ilumina y que transforma la vida de los cristianos; por eso en un momento vamos a vestir también en altar de la palabra, con flores e incienso.

Y por último también, podemos encontrarnos con Jesús, podemos encontrarnos con Dios en el altar, este altar que es el signo de Cristo muerto y resucitado. Al comienzo del ofertorio se dicen unas palabras, que para muchos pasan desapercibidas se dice: “oren hermanos para que este sacrificio mío y de cada uno de ustedes sea agradable a Dios padre todopoderoso, y ustedes responden el señor reciba de tus manos este sacrificio. ¿Cuál es este sacrificio? tu vida, para alabanza de tu nombre y el bien de toda la santa iglesia y así se recogen el trabajo y las ofrendas de todos los que acuden a la Santa Misa.

y en el signo del pan y del vino,  las palabras del ofertorio se convierten en palabras para el corazón, “tomen y coman todos, este es mi cuerpo, tomen y beban todos, esta es mi sangre, que será derramada por ustedes” este es el signo del sacrificio de Jesús, y del sacrificio de la iglesia para que continúe la obra que Jesús vino a comenzar y nos la confió a nosotros sus discípulos.  

 Por eso en un momento en este altar tan bonito, con un cordero al frente, va a ser revestido, se va adornar con flores, se va a iluminar y sobre él se va a cremar incienso, para ver si por medio de todos estos signos, caemos en cuenta de que aquí está el centro de nuestra vida, que aquí está el cuerpo de Cristo, que después de la comunión se convierte en la iglesia, porque la iglesia es el cuerpo místico de Cristo, así hemos comenzado la Santa Eucaristía reconociendo que somos discípulos de Jesús y así también vamos a terminarla, que Dios así nos lo conceda. Concluyo.

Al terminar la celebración Mons. les dio la bendición y les invito a reconocerse como cuerpo místico de cristo y discípulos de Jesús, y posteriormente se tomaron la foto del recuerdo todos los sacerdotes concelebrantes.