Circular No. 28, Asunto: Solemnidad de Todos los Santos y Conmemoración  de los Fieles Difuntos.

Prot. No. 193/2017

Circular No. 28/2017

Asunto: Solemnidad de Todos los Santos

y Conmemoración  de los Fieles Difuntos.

 

A los hermanos presbíteros y diáconos,
a los miembros de la vida consagrada,
a lo que sufren por la pérdida de un ser querido,
y a todos los fieles de la Diócesis de Querétaro:

El Credo nos enseña que una de las verdades de nuestra fe es la “comunión de los santos”, es decir, «comunión en las cosas santas [sancta]» y «comunión entre las personas santas [sancti]» (Catecismo de la Iglesia Católica, 948). De tal forma que  “Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones» (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 962). 

En este sentido, ante la cercanía con la Solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración  de los Fieles Difuntos, es muy conveniente que  como cristianos católicos nos preparemos para vivir y celebrar, con fe y devoción, estos dos grandes acontecimientos, pues para nuestros pueblos y comunidades son de gran trascendencia, arraigo y sentido.

Al contemplar el luminoso ejemplo de los santos, se suscita en nosotros el gran deseo de ser como los santos, felices por vivir cerca de Dios, en su luz, en la gran familia de los amigos de Dios. Ser santo significa vivir cerca de Dios, vivir en su familia. Esta es la vocación de todos nosotros, reafirmada con vigor por el concilio Vaticano II, y que hoy se vuelve a proponer de modo solemne a nuestra atención.

A la solemnidad de todos los santos sigue inmediatamente la conmemoración de todos los fieles difuntos. Que no es sino un contemplar el misterio de la muerte pero desde la resurrección de Cristo. Estas dos celebraciones, vividas en un profundo clima de fe y de oración, nos ayudan a percibir mejor el misterio de la Iglesia en su totalidad y a comprender cada vez más que la vida debe ser una espera continua y vigilante, una peregrinación hacia la vida eterna, cumplimiento último que da sentido y plenitud a nuestro camino terreno.

Para celebrar con fe y devoción estos dos acontecimientos y aprovecharlos de la mejor manera en nuestras comunidades parroquiales, rectorías y templos, les animo a lo siguiente:

  1. Difundir y promover las vidas ejemplares de los santos de nuestro tiempo, especialmente aquellos que recientemente la Santa Madre Iglesia nos ha regalado. Valiéndonos de los medios digitales, electrónicos y audiovisuales. Realizar alguna actividad recreativa y artística con los niños del catecismo, mediante alguna obra de teatro, algún desfile  con los hábitos de los santos patronos o de algún santo cercano a la comunidad.
  2. Organizar y llevar  a cabo una Vigilia de Adoración Eucarística por la noche del 31 de octubre, en coordinación con la Adoración Nocturna Mexicana, la Cofradía del Santísimo Sacramento y demás grupos de adoración eucarística de las parroquias.
  3. Rezar el Santo Rosario por los fieles difuntos y las ánimas benditas del purgatorio, haciendo participar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes y a los adultos.
  4. Aprovechar las “ofrendas y altares de muertos” como una oportunidad, para ofrecer una catequesis sobre el real y profundo sentido del sufragio por los difuntos, que nos enseña la Sagrada Escritura, la Tradición y el Catecismo de  la Iglesia Católica.
  5. Ofrecer la Santa Misa en sufragio por nuestros difuntos. Especialmente, invito a los fieles de la ciudad episcopal, a participar en la celebración Eucarística que tendremos a bien celebrar el día 02 de noviembre a las 09:00 hrs., en la Santa Iglesia Catedral, para orar por quienes se han entregado al servicio de esta Iglesia diócesana y ahora duermen ya el sueño de la paz: obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos.

Invoquemos en especial a María, Madre del Señor y espejo de toda santidad. Que ella, la toda santa, nos haga fieles discípulos de su hijo Jesucristo.

En la Sede Episcopal de Santiago de Querétaro, a los 24 días del mes de octubre del año del Señor 2017.

Fraternalmente en Cristo y María.

 

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro

 

Pbro. Dr. Jorge Hernández Nieto

Canciller