CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA, Santa Iglesia Catedral. 6 de noviembre de 2016.

Madero y Ocampo, en la Col. Centro, de Santiago de Qro. 6 de noviembre de 2016.

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El día 6 de Noviembre de 2016, En la Santa Iglesia Catedral, Ubicada en las calles de Madero y Ocampo, en la Col. Centro, de Santiago de Qro.  Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, presidió la Santa Misa, con motivo del  XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, en la cual participaron hnos. peregrinos de la Parroquia del Santo Niño de la Salud,  y de la Parroquia de Santiago, algunos Monaguillos, miembros de la Adoración Perpetua, y de la Legión de María, ello peregrinaron para para por la Puerta Santa  de la Misericordia   con el motivo de obtener la indulgencia plenaria que este año de manera especial Dios Misericordioso nos regala. En la homilía, Mons. Faustino, expresó:

Saludo a todos los peregrinos de la Parroquia del Santo Niño dela Salud,  y de la Parroquia de Santiago,  a los Monaguillos y a los de la Adoración Perpetua, la Legión de María y a todos ustedes hermanos y hermanas en el Señor, hoy la palabra de Dios nos da la oportunidad de detenernos en el camino, para pensar, ya no en nuestras cosas de esta tierra sino en el lugar donde esta Dios.

Por eso, en el Evangelio de este Domingo, San Luces  nos presenta a Jesús entablando una discusión con los Saduceos, grupo conservador, de la elite de Jerusalén , que negaba la resurrección de los muertos, pues la consideraba una realidad para la gente ingenua; valiéndose de un falsa concepción de su cultura , argumentan una situación que le presentan a Jesús, con la finalidad de ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos , citando lo que se llamaba la  ley del levirato, donde el hermano que fallecía  la esposa tenía la responsabilidad e unirse    a uno de sus hermanos para dejar descendencia ; pero Jesús siempre apacible y paciente  , responde que la vida después dela muerte no tiene los mismos esquemas  o parámetros de la vida terrena , la vida eterna es otra vida;  en otra dimensión donde entre otras cosas ya no existirá el matrimonio, que está vinculado a nuestra existencia en este mundo, los resucitados -dice Jesús- serán como los Ángeles, y vivirán en un estado diverso que ahora no podemos experimentar  y ni siquiera imaginar.

Y esto lo entendió aquel niño, San José Sánchez del Río, que en los momentos de crisis en la vida de nuestro país, el logro imaginar, con su fe, que podía ser esa una oportunidad para llegar al cielo; por eso, su frase “Nunca como hoy, fue tan fácil  ganarse el cielo”   Muriendo por Cristo  en medio de la persecución que a los cristianos católicos se le hacía en ese tiempo.

Y el coherente con su fe y gritando “Viva Cristo Rey” “Viva Santa María de Guadalupe” murió en el defendiendo,  custodiando la fe, la fe que sus padres le transmitieron y que en aquel momento el profeso con singular valentía en el momento del martirio.

En el evangelio Jesús, podemos decir, contrataca, y lo hace con la Escritura, con una originalidad que nos llena de admiración, y la prueba de la resurrección en la encuentra en el episodio de Moisés y de la Zarza Ardiente, donde se nos revela a Dios como un Dios de vivos, no de muertos.

Y el Nombre de Dios está relacionado con el nombre de los hombres y de las mujeres, con quién él se vincula: Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob…

Nosotros, podemos decir  también de la relación de Dios con nosotros, con cada uno de nosotros, poniendo nuestro nombre podemos decir, “él es mi Dios” él es nuestro Dios, él es el Dios de cada uno de nosotros, como si el llevase nuestro nombre; a él le gusta decirlo y es nuestra alianza, y he aquí porque Jesús afirma; “No es Dios de muertos, sino de vivos”   porque para él todos están vivos.

Y esto hermanos es  un vínculo decisivo, la Alianza, la alianza es el mismo Jesús, que venció la muerte, por eso la vida que Dios nos prepara no es un sencillo establecimiento,  de esta vida actual, supera nuestra imaginación porque Dios nos sorprende, continuamente con su amor y su misericordia

Por lo tanto, lo que sucederá será contrario a lao que esperaban los Saduceos, no es esta vida la que hace referencia a la eternidad, sino al contrario, la que nos espera, sino que es la eternidad la que ilumina y da esperanza a esta vida terrena de cada uno de nosotros; porque si miramos solamente con ojos humanos, estamos predispuestos a decir, que el camino del hombre va de la vida a la muerte -esto se ve- y es solo si lo miramos con ojo humano.

Jesús le da un giro a esta perspectiva y afirma,  que nuestra peregrinación “va de la muerte a la vida” ¡sí!  ¡La vida plena! Por eso todos tenemos que experimentar ese paso de la muere a la vida eterna.

Hermanos somos peregrinos y hoy en este significativo gesto, de caminar desde la parroquia desde nuestros hogares, somos peregrinos y estamos en camino, hacia la vida plena,  y esa vida plena es la que ilumina nuestro camino; por lo tanto, la muerte está detrás no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivientes, el Dios de la Alianza, el Dios de los vivientes, está la derrota definitiva del pecado y de la muerte,  al inicio de un nuevo tiempo de alegría y luz sin fin.

 Pero ya en esta tierra, en los sacramentos, en la  oración vida de fraterna encontramos a Jesús y su amor, y así podemos pregustar algo de la vida  eterna, podemos decir que probamos el cielo, porque eso es lo que hace feliz a un creyente.

La experiencia que hacemos de su amor y de su fidelidad  enciende como un fuego en nuestro corazón, en efecto  si Dios es fiel y ama, no puede serlo  por tiempo limitado, porque la fidelidad es eterna, no puede cambiar.

Hermanos hoy nos detenemos a confesar nuestra fe, y lo hacemos en el Credo, creemos en la resurrección de los muertos y en la vida eterna  hoy le decimos de manera responsable a Jesús que creemos en ese camino , que el mismo nos ha trazado,

 En nuestras comunidades tenemos esta experiencia de vivir este encuentro con Jesucristo Resucitado, y valorar cada vez más nuestra fe y fortalecer nuestra creencia en la eternidad; vale la pena lo que hacemos aquí en la tierra cuando se trata de ayudar al hermano, cuando se trata de orientar atravez de la misión, la obra de Dios que él nos pide que realicemos, vale la pena nuestros esfuerzos, vale la pena detenernos en el camino y mirara hacia el cielo,  es decir mirara hacia la eternidad, no tengamos la mirada horizontal esa mirada nos frena a quedarnos anclados aquí en la tierra.

 Querido hermanos y hermanas en el Señor, hoy la palabra de Dios nos da la oportunidad de detenernos en el camino, para pensar ya no en nuestras cosas de esta tierra sino en el lugar como  de mirar hacia el cielo, hacia la eternidad. La visión del cielo que tuvo San José Sánchez del Río   fue la motivación más profunda para vivir el martirio, para morir por Cristo; y lo podemos hacer nosotros también, por la vida eterna, morir cada vez de tal manera que podamos aspirar a la plenitud de vida que es el cielo.

Nos conduzca su intercesión de san Joselito, nos conduzca también de la mano, nuestra madre la  Santísima la Virgen María, para que en medio de las vicisitudes, nuestros logros y tropiezos podamos nosotros recorrer un camino con  una orientación necesariamente puesta en lo trascendente, hacia Dios». Que, Así Sea.

Al término de la Santa Misa, todos juntos oraron a Dios, implorando la indulgencia Plenaria, del año de la misericordia, Nuestro Pastor diocesano impartió la bendición y deseo a todos los peregrinos un feliz regreso a sus hogares.