¡Acrecentar la vigilancia! ¡No más modorra!

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt. 25, 1-13

El reino de Dios se describe y se compara aquí, nuevamente, con una de las celebraciones más alegres y festivas. No poder participar en ella significaba perder algo muy importante. El relato de las diez jóvenes es una parábola que los oyentes de Jesús entenderán como una llamada de atención a no perder la oportunidad de participar en la gran fiesta del Reino.

Mateo nos presenta a la comunidad cristiana de las diez jóvenes que esperan al novio. En ella hay personas necias y personas prudentes. El retraso del novio desvelara la situación. Al principio todas tuvieron la misma actitud: se durmieron. Pero lo que cuenta unas se proveyeron d aceite y otras no. Por consiguiente se hallan en condiciones distintas cuando hace su aparición el novio; el novio es aquí una alegoría que nos remite al Señor.

La parábola se convierte en una exhortación a estar preparados  para la venida de Jesús, que puede tener lugar en el momento menos esperado, y la mención del retraso del novio y la exhortación a estar en vela son llamadas de atención para despertar a su comunidad de la apatía.

Para Mateo estar preparados significa escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús, que pueden resumirse en el mandamiento del amor. El retraso de su venida no puede llevarnos a la modorra y al descuido, sino que la certeza de su venida, debe impulsarnos al compromiso activo, es decir a hacerle caso a Jesús.

La vigilancia ha de ser continua, y no apostarle a la improvisación. Por ello, me parece que la invitación de la Palabra de Jesús nos motiva a acrecentar el dinamismo de nuestra tarea como bautizados, especialmente buscando caminos que nos ayuden a salir de la pasividad y el adormilamiento que nos lleva a estar con los brazos cruzados ante los múltiples desafíos de nuestra realidad.

Uno de ellos es el reto de ser constructores de la paz: “La paz es un bien preciado, pero precario que debemos cuidar. Educar y promover… la paz no se reduce a ausencia de guerra… sino a la generación de una ‘cultura de la paz’ que sea fruto de un desarrollo sustentable, equitativo y respetuosos de la creación (‘el desarrollo es el nuevo nombre de la paz’, decía Pablo VI), y que nos permitan enfrentar conjuntamente los ataques del narcotráfico y consumo de drogas, del terrorismo y de las muchas formas de violencia que hoy imperan en nuestra sociedad” (DA 542).

Otro de los retos es “despertar a la Iglesia de América latina y el Caribe para un gran impulso misionero… ¡Necesitamos un Nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos SALIR al encuentro de las personas, de las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de amor y de ‘sentido’, de verdad y  amor, de alegría y de esperanza!  No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos”(DA 548).

Sólo el que escucha a Jesús acrecienta la vigilancia; sólo el que ama al Señor comprende la urgencia de la misión. Que nadie le dé la espalda a Dios ¡Ánimo!

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro