SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO.

Querétaro, Qro., 03 de junio de 2021.

Mons. Fidencio López Plaza presidió la Santa Eucaristía, de la Solemnidad de Corpus Christi, en la Parroquia de San Sebastián, Querétaro, el día 03 de junio de 2021, concelebraron esta Misa Pbro. Armando Lázaro, Pbro. Rogelio Olvera Vargas, Pbro. Rubén Olguín Guerrero, Pbro. Roberto Terán y Pbro. Fernando Piña Hernández.

Una vez concluida la Misa se hizo un recorrido con el Santísimo Sacramento, por algunas calles de la cuidad, visitando los siguientes templos en los cuales se preparo un altar para recibir al rey de reyes: inicio con el templo de Santiago, posteriormente Nuestra Señora de La Merced, Teresitas, Catedral y se concluyó en el Templo Expiatorio Diocesano de Carmelitas. 

En el momento de la homilía Mons. Fidencio, les compartió diciendo: “Hermanos sacerdotes, hermanas y hermanos en la fe, presencialmente en este templo parroquial de San Sebastián y todos los que virtualmente nos acompañan desde sus domicilios, la paz esté con ustedes”.

“En nuestras asambleas de canales de pastoral, con el objetivo de compartir la manera como hemos enfrentado la crisis causada por la pandemia COVID-19, las 117 parroquias de nuestra Diócesis coincidieron en la centralidad de la Eucaristía como fuente de consuelo y de esperanza en estos tiempos de crisis. Ha sido impresionante la creatividad de los sacerdotes y los agentes de pastoral y altamente significativa la presencia del Cuerpo de Cristo como culmen y fuente de la vida cristiana”.

“Hemos podido constatar la lucidez con la que el documento de Aparecida afirma que cada crisis y cada reforma de la Iglesia, está vinculada con el redescubrimiento de la fe en la Santa Eucaristía”.

“Esta situación vivida desde la calle, en las casas particulares y desde los hospitales, ha dejado una huella imborrable en esta generación, pero también ha quedado entre nosotros la resonancia de las palabras centrales de la Santa Eucaristía: “Tomen y coman todos, este es mi cuerpo qué será entregado por ustedes”, “anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven Señor Jesús!”.

“Así, hermanas y hermanos, Jesucristo en la última cena nos enseñó que en cada Eucaristía la ofrenda principal es la vida y el trabajo de cada cristiano; así Jesucristo en la última cena nos enseñó que en cada Eucaristía encontramos el sentido de la vida y recordamos también el itinerario y el secreto de Jesús para formar discípulos misioneros, un hermoso resumen en cuatro gestos y tres frases”.

“Cuatro gestos: “tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo repartió”

“Y luego tres frases que revelan el secreto: “Esto es mi cuerpo, coman todos de él, hagan esto memoria mía”.

Al comer el pan y beber el vino consagrados completamos el signo, hacemos nuestra su vida y nos comprometemos a identificarnos como lo fue y cómo lo hizo Jesús.

“El pan que nos da la vida no es el pan que comemos, el pan que nos da la vida es el pan en el que nos convertimos cuando nos damos a comer. Somos cristianos cuando comemos a Jesús, pero más cuando nos dejamos comer como Él lo hizo”.

“La comunión tiene poco valor si la desligamos del signo sacramental, el gesto de comer el pan y beber el vino consagrados es el signo de nuestra aceptación de lo que significa el Sacramento, comulgar significa el compromiso de hacer nuestro todo lo que es Jesús, significa que como Él somos capaces de entregar nuestra vida por los demás y estar siempre dispuestos para todo aquel que nos pueda necesitar”.

“Todas las muestras de respeto hacia las especies consagradas están muy bien, pero arrodillarse ante el Santísimo y seguir menospreciando e ignorando al prójimo es un sarcasmo, es una grosería, es una falta de respeto a Dios; si en nuestra vida nos reflejamos la actitud de Jesús la celebración de la Eucaristía seguirá siendo sólo como un analgésico para tranquilizar nuestra conciencia, a Jesús hay que descubrirlo en todo aquel que espera algo de nosotros, en todo aquel a quien pueda ayudar a ser el mismo, sabiendo que esa es la única manera de llegar también a ser nosotros mismos”.

“La fiesta de Corpus Christi, nos invita no solamente a creer en la presencia real de Jesús en el pan y en el vino de la Santa Eucaristía, sino a cuidar la presencia más real aún de Jesús en todos los cuerpos y sobre todo de nuestros hermanos más pobres y necesitados”.

“San Juan Crisóstomo en el siglo IV decía a sus oyentes esta frase que puede ser escandalosa en muchos oídos «Quieres honrar el cuerpo de Cristo, pues bien, no toleres que esté desnudo, no le honres aquí con vestidos de seda mientras fuera le dejas que esté desnudo y muera de frío», el que ha dicho “Este es mi cuerpo, qué será entregado por ustedes”, ha dicho también “tuve hambre y no me diste de comer y lo que no hiciste con uno de los pequeños, tampoco lo hiciste conmigo”.

“El Cuerpo de Cristo que está sobre el altar no necesita manteles, decía San Juan Crisóstomo, mientras que aquel que está fuera necesitado, necesita mucho cuidado. ¿De qué le aprovecha a Cristo tener una mesa cubierta de vasos de oro, mientras Él mismo muere de hambre en la persona de los pobres?”.

“¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo?, no lo olvidemos pues hermanos, en la persona de nuestros hermanos y sobre todo de los más pobres y de los marginados”.

“Que nuestra querida Madre en su advocación de los Dolores de Soriano y que nuestro querido padre, Señor San José y su Hijo, el Pan de Vida, nos custodien y nos enseñen a ser discípulos misioneros del verdadero pan del cielo”. Concluyo.

Al terminar la celebración Eucarística, se dispusieron a dar inicio al recorrido con el Santísimo Sacramento, por algunas calles y templos de la ciudad para concluir en el templo expiatorio de carmelitas.