Palabra Dominical: VII Domingo del tiempo Ordinario, Lc. 6, 27-38.

Una forma distinta de vivir

Sean como su Padre Celestial

Lc. 6, 27-38

El Evangelio de este domingo es la continuación del discurso comenzado por Jesús la semana pasada, en este mensaje, el Señor nos muestra la nota característica, el sello que garantiza de autenticidad del verdadero discípulo: la imitación de la misericordia y amor del Padre celestial.

En la actualidad la sociedad ha adoptado estilos de vida acordes a los avances tecnológicos y científicos, hoy gracias a desarrollo podemos decir que vivimos, en muchos aspectos, mejor que hace 50 años, con eso nos damos cuenta que no todos los cambios son malos sino necesarios y benéficos.

Sin embargo, el cambio de época característico del III Milenio, también ha traído consigo la perdida de la identidad, hoy la sociedad vive en una realidad liquida que lentamente va diluyendo a las instituciones y a las personas.

En este contexto debemos entender las palabras exigentes del Evangelio de este domingo: «Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrá un gran premio y serán hijos del Altísimo». Pues más que una exigencia utópica y romántica, la invitación que encierra este bello discurso de Jesús es la Nota Característica y distintiva de ser o no ser un cristiano.

Hoy se nos proponen o incluso se nos imponen muchos modelos de vida, algunos de ellos bastante cuestionables y peligrosos, sin duda también hay algunos constructivos y provechosos, ante ellos debemos ser reflexivos y cautos para que discerniendo optemos por lo mejor.

Sin embargo, no podemos olvidar la esencia de nuestro ser cristiano, la opción fundamental de seguir al Señor; hoy ante la multiforme oferta de formas de vida, nosotros debemos mostrar al mundo de especificidad y la diferencia entre ser y no ser cristiano. Hoy el Evangelio nos da el sello de autenticidad, por decirlo de alguna manera, de un verdadero hijo de Dios: «Sean Misericordiosos, como su Padre es misericordioso».

La imitación del Amor infinito de Dios, que lo hizo siempre buscar el bien de los demás respetando e integrando al que piensa y es diferente es sin duda la forma más genuina de ser cristiano.

Mientras que los sistemas económicos actuales nos invitan a cerrar los círculos, y vivir de una manera individualista, a crecer y triunfar a costa de todo. El Evangelio nos propone a una ruta sumamente difícil pero segura, donde los criterios del triunfo y plenitud son: el amor, la donación, el respeto y la misericordia. Estos y solo estos son los sellos de garantía y autenticidad del cristiano, solo quien lleva en su vida estos sellos puede decirse cristiano y poder ser Hijo del Altísimo.

Sería interesante que a la Luz de esta Palabra de Dios que se nos ha proclamado, hagamos una evaluación sobre nuestra forma de asumir la existencia. De verdad nuestra vida tiene alguno de estos sellos de autenticidad.  ¿Realmente vivimos y somos Cristianos? Amén.

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro