Palabra Dominical: Un vaso de agua

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45 . 47-48 

 

En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: «Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos». Pero Jesús le respondió: «No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». Palabradel Señor.

En el Evangelio de hoy se recogen varias enseñanzas de Jesús  las cuales constituyen un conjunto catequético cuyos diversos elementos están entrelazados por asociación de ideas. En la primera parte  Jesús se muestra tolerante en relación con aquellos que, aunque si son ajenos al grupo de los discípulos, llevan un alivio al sufrimiento del próximo y les invita a tener una mirada amplia capaz de reconocer  todo lo positivo que hay  en aquellos que no pertenecen al grupo; todo hombre que haga el bien es necesario valorarlo y debe ser visto como un hermano, respetando su libertad y su conciencia. El bien no está monopolizado por nadie de tal manera que hacerlo no es para salir en la foto, o para que nos den un diploma de buenos cristianos.

En la segunda parte de la narración se refleja la severidad de Jesús hacia los autores de escándalos y ordena a sus discípulos librarse de todo aquellos que les pueda llevar al pecado. Con un lenguaje hiperbólico o de exageración, muy utilizado en la época, pide  sanciones extremas como colgarse una piedra y lanzarse al mar, para quien  incurra en el escandalo, es decir para quien sea un tropiezo para los demás. De ninguna manera se trata de mutilarse físicamente pero si de cortar todo aquello que sea pecado fruto de la decisión libre del ser humano que tiene un cuerpo para glorificar a Dios.

Tradicionalmente se ha visto el escándalo, y sigue en pie esta visión, sobre todo la corrupción en las costumbres, en las modas y espectáculos provocativos y en todo aquello que turba los hábitos sociales en el campo del sexo (lamentablemente en no pocos sectores hay una insensibilidad al respecto o nos hemos habituado al deterioro social, de tal manera que, mas bien, escandalizan quienes denuncian la injusticia, el hedonismo, el deterioro de los valores, los derechos humanos, etc.). A ello tenemos que añadir que escandaliza todo aquel que con su actuación obstaculiza  o hace más difícil la vida digna y humana de los demás ; escandaliza todo aquel que con su vida  conduce a otros  a actuar al margen de la propia conciencia; escandaliza toda aquel que incita a una vida inmoral.

Todas las enseñanzas de Jesús nos llevan a concluir que Él no esta a favor de “las medias tintas”, porque sólo quien ha quedado fascinado por Dios y su Reino lo subordinan todo a ellos. Este texto es una llamada a la radicalidad y nos invitan a ser signos de un mundo nuevo, a ser hombres y mujeres cuyos, ojos pies y manos luchan con radicalidad por el bien y la vida, cuyas obra y acciones, deseos y proyectos están orientados a lograr vida y a no escandalizar a los mas pequeños. Es por lo tanto,  que este pasaje del evangelio nos enseña que ante el don del Reino no valen las medias tintas.

Por último, me llama la atención, y llena a todo creyente de gran consuelo la siguiente enseñanza del Señor: “Todo aquel que les dé a beber  un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa”. Recordé estas palabras hace unos minutos en que toca a la puerta una persona que desea conversar un momento y junto con la descripción de su situación, me muestra su pie gangrenado y solicita ayuda. Me comenta que hizo el intento con varias personas, y se duele cuando recuerda como uno de ellos,  con posibilidades de ayudarle,  lo aleja con el argumento de que “tú no eres nadie, ni siquiera amigo o miembro de mi familia… es tu problema”. Vale la pena detenernos en estas palabra de Jesús y no dejar ir al hermano con las manos vacías cuando se tiene la posibilidad de ayudar. Creo que sí podemos compartir un vaso de agua y más…

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro