Palabra Dominical: «¡Ay de mí si no predico el evangelio!»

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario – Mt. 28, 16 – 20

domundEn aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.

Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Palabra del Señor.

 

“¡Ay de mi si no predico el evangelio!”

San Mateo nos presenta, al final del ministerio de Jesús, que remarca el carácter misionero de la Iglesia. El autor del evangelio insiste en que la orden del Señor es ir a todos los pueblos, haciendo que todos los hombres se vuelvan discípulos de Cristo.

En este día del Domingo Mundial de las Misiones, recordamos que esta iniciativa de ser “una Iglesia en salida” partió del mismo Jesús. Después de la resurrección, lo explico a los apóstoles con palabras muy precisas: “Como el padre me envió, también yo les envio”. Por tanto, es Jesús el primer misionero enviado por su Padre para anunciar la Buena Nueva a todos lo hombres, con la fuerza del Espíritu Santo; y Jesús lo realiza visitando aldeas y poblados donde no era bienvenido, como Samaria, o donde seria señalado por entrar en casas particulares de impuros e injustos, como Zaqueo.

En el texto resulta de alguna manera chocante que Jesús no designe a sus seguidores como apóstoles, que significa enviado,  sobre todo si tenemos en cuenta que en seguida van a recibir un mandato misionero de parte del Señor. De este modo el evangelista antepone su condición de “alumnos”, presentado la misión cristiana como la tarea propia de discípulos que hacen otros discípulos, y les enseñan lo que ellos mismos han aprendido de Jesús.

Los cita en un monte, lugar privilegiado para las revelaciones de Dios, aunque ahora es el Resucitado quien se manifiesta apareciéndose a los suyos. Mas aun, los cita en Galilea para darles esta misión, y es el lugar donde Jesús inicio y llevo a cabo gran parte de su ministerio. Están lejos de Judea, donde fue rechazado y asesinado por las autoridades del pueblo; Jesús reúne a los suyos en “la Galilea de los paganos”, un trampolín perfecto para enviarles a todos los pueblos y manifestar así la universalidad del Reino.

El encargo y la orden que Jesús da a sus discípulos consiste en “hacer discípulos” , señalándoles dos aspectos, “bautizar” y enseñar”. El bautismo los sumerge y vincula con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La enseñanza no solo antes del bautismo, sino tendrá que ser permanente, ya que la formación de los discípulos implica la enseñanza y escucha de la Palabra siempre, pemanentemente. El discípulo será misionero, porque esta Palabra escuchada la tiene que compartir con su estilo de vida.

La seguridad de la Iglesia misionera está en la promesa de Jesús, “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

Esto nos garantiza el poder asumir la responsabilidad de la misión que tenemos todos los bautizado y por ello podemos decir como San Pablo: “¡Ay de mi si no predico el Evangelio!”.

El Papa nos urge esta tarea impostergable: “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo” (EG 23).

 

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro