MISA DE LA SAGRADA FAMILIA EN NTRA. SRA. DEL PERPETUO SOCORRO.

 Col. Carretas, Qro, 27 de diciembre de 2020.

Mons. Fidencio López Plaza, X Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió la Eucaristía, en la  Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ubicada en Col. Carretas, Qro., el día 27 de diciembre de 2020, en la cual 6 niños y jóvenes recibieron el segundo de los sacramentos mediante la imposición de manos y la unción con el santo Crisma, y  4 hermanos y hermanas de esa comunidad fueron instituidos como Ministros Extraordinario de la Comunión e hicieron la renovación de sus compromisos pastorales parroquiales. Concelebraron esta Santa Misa el Pbro. Lic. Israel Arvizu Espino y Pbro. Guillermo Landeros Ayala. En el marco de la Fiesta de la Sagrada Familia.

En su Homilía Mons. Fidencio les compartió diciendo:  “Saludo y agradezco al padre Israel, párroco, al padre Guillermo y al padre Miguel, sus colaboradores, el servicio que dan representando al Obispo y en nombre de Jesucristo el Buen Pastor en está parroquia bajo el patrocino de la Santísima Virgen en su advocación del Perpetuo Socorro.

Saludo y felicito a los que hoy se van a confirmar, su catequista les ha dicho que están aquí por dos razones, primero porque su familia, sus papás, han cumplido con una promesa que hicieron el día que los bautizaron, la promesa de educarlos en la fe, pero también sus catequistas que están aquí porque han recibido la catequesis conveniente a su edad. Los felicito y les recuerdo que la educación en la fe y la catequesis conveniente a la edad termina el día que terminamos nuestra peregrinación en está vida. A muchos cristianos se les olvida y crecen físicamente, crecen en años, pero espiritualmente se quedaron, podemos decir, bebes, porque estos son apenas los sacramentos de la iniciación a la fe cristiana.

También saludo a las familias que están aquí físicamente y a las que nos acompañan virtualmente en está hermosa celebración en que la liturgia nos pide celebrar a Jesús, a María y a José, a la Sagrada Familia. Sobre esto algunas reflexiones.

En la fiesta de la Sagrada Familia de este año 2020, la Palabra de Dios nos presentan a María y a José dando cumplimiento a los cultos o prescripciones de la ley, la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo; en este acontecimiento que acabamos de escuchar, Simeón y Ana, aparecen como el prototipo de las personas que tienen el espíritu y se dejan guiar por el. Los dos descubren la presencia de una familia normal, de un niño normal, en lo cotidiano y en lo que sucedía todos los días, la inclusión de fe.

El cumplimiento de sus promesas y la verdad de su salvación.

Hoy hermanas y hermanos, hoy nosotros como Simeón y Ana, a nosotros la Palabra de Dios nos permite contemplar a Jesús, a María y a José y a no dejar de mirarlos hasta descubrir a Dios que se ha hecho carne en nuestra propia familia y en cada familia.

Dentro de la situación adversa que la pandemia nos impone no podemos dejar de contemplar en estos días de navidad a Jesús que quiso nacer y vivir en una familia, esta institución que Dios desde su proyecto creador deseo que fuera el fundamento humano, para ser templo, para celebrar el amor y la fe, para honrar y proteger lo más sagrado, la vida de un recién nacido, fruto del amor creador de Dios y de la familia.

Ciertamente hoy se vive y se habla mucho de la crisis de la institución familiar, ciertamente la crisis es grave, los vínculos conyugales y familiares antes tan sólidos parecen resquebrajarse cada vez mas con mayor facilidad; el divorcio, el aborto, la ruptura de las generaciones, la vida de los jóvenes fuera del hogar, la cultura del descarte, que recienten sobre todo en los ancianos, son hechos frecuentes que minan y debilitan la institución familiar.

Sin embargo, la Sagrada Familia de Nazareth, ya van de dos mil años y la familia no ha desaparecido hermanos, y no ha desaparecido porque la familia no es un invento humano, no la invento ningún gobierno, ningún artista, ninguna persona, la familia es invento de Dios, la familia fue creada a imagen y semejanza de Dios mismo; ya el Papa, Juan Pablo II, lo decía de una manera solemne en Puebla en 1979, “Dios en su misterio más intimo, allí sobre el altar, es familia”.

Ha cambiado el tipo de familia, pero la familia no ha desaparecido, al contrario hoy se ha dado el fenómeno de la re evangelización de la familia en una sociedad tan caótica, la familia es hoy uno de los pocos lugares de integración total donde las personas pueden crecer y desarrollarse de manera saludable.

Por otra parte, la familia moderna, liberada de otras funciones, puede convertirse en un centro socio afectivo de importancia decisiva. En una sociedad donde el empobrecimiento de las relaciones lleva a un callejón sin salida, la familia es uno de los pocos lugares donde las personas pueden encontrarse, no en virtud de los intereses funcionales sino en una relación voluntaria de afecto desinteresado.

Pero no cualquier familia responde a las exigencias del Reino de Dios planteadas por Jesús, como acabamos de escuchar en las tres lecturas, en está fiesta, hay familias abiertas al servicio de la sociedad, y familias egoístas replegadas en si mismas; hay familias autoritarias y familias de talante, hay familias que viven en el egoísmo y familias que enseñan la solidaridad.

Concretamente en el contexto de la gran crisis sanitaria y económica que estamos padeciendo, la familia puede ser una escuela de insolidaridad en la que el egoísmo familiar se convierte en virtud y criterio de actuación que determinara el comportamiento social de los hijos y puede ser también un lugar en el que el hijo, o la hija, pueden recordar que todos tenemos un padre común y que el mundo no se acaba en las paredes de la propia casa.

Por eso, no podemos celebrar responsablemente la fiesta de la Sagrada Familia sin escuchar el reto de nuestra fe.

Serán nuestros hogares un lugar donde las nuevas generaciones escucharán el ardor del Evangelio, la fraternidad universal, la defensa de los abandonados y la búsqueda de una sociedad más justa o se convertirán en la escuela madre de la insolidaridad, de la división, facilidad egoísta a los problemas ajenos.

La pandemia no puede matar el amor y la fe hermanos, dos elementos fundamentales para sostener a nuestras familias, no dejemos que el mundo eduque a los hijos, esta es una misión de los padres de familia.

Hoy le pedimos a Dios que renueve ese amor de Nazareth en sus hogares, que bendiga y proteja a sus familias en medio de la tormenta, que padres e hijos descubran a Jesús, a María y a José, y descubran en ellos los modelos a seguir y a vivir.

Les invito a hacer de nuestras casas, de nuestras familias, el templo donde habite Dios y el hogar donde crezca la familia.

El amor de la unidad no se compra, nace en el corazón de la familia, en las familias siempre unidas, se respetan y se aman sin pedir recompensas.

Del amor gratuito abierto a la vida como fruto surge la alegría que permanece y la esperanza que no muere. No nos dejemos robar los frutos de la navidad. Que así sea”.

Al terminar la celebración Mons. Fidencio felicito a los confirmandos y a sus familias, de igual manera a los allí reunidos y les dio la bendición, y ellos le dieron un fuerte aplauso como signo de agradecimiento por la visita a esta comunidad parroquial.