Homilía en la Misa por el XX Aniversario de la Catequesis del Buen Pastor

Ciudad Episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., 18 de abril de 2015

Año de la Pastoral de la Comunicación – Año de la Vida Consagrada

 

Queridos catequistas,

queridos papas,

muy queridos niños y niñas,

hermanos y hermanas todos en  el Señor:

 

1. Con gran alegría nos encontramos reunidos en esta mañana para celebrar nuestra fe en Jesucristo resucitado. Lo hacemos con la intención de darle gracias a Dios por la oportunidad y la alegría de celebrar veinte años de la presencia de la Catequesis del Buen Pastor en algunas parroquias de nuestra diócesis; conscientes que “La catequesis es un pilar maestro para la educación de la fe y en la formación de los discípulos misioneros de Jesucristo”.  La catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado (cf. Mt 28, 19 s.). Él les confiaba de este modo la misión y el poder de anunciar a los hombres lo que ellos mismos habían oído, visto con sus ojos, contemplado y palpado con sus manos, acerca del Verbo de vida. Al mismo tiempo les confiaba la misión y el poder de explicar con autoridad lo que Él les había enseñado, sus palabras y sus actos, sus signos y sus mandamientos. Y les daba el Espíritu para cumplir esta misión (cf. Catechesi tradendae, 1).

2. Agradezco la invitación que me han hecho para estar con ustedes en esta mañana. Saludo a la Señoras María Tere Noriega Ramírez y Silvia Mayorga González, representantes de ciudad en Querétaro. Gracias por  su trabajo y preocupación por hacer de esta tarea un ministerio a servicio de la Nueva evangelización. Asimismo saludo a cada uno de los padres de familia aquí presentes. Sepan que esta es lo mejor que pueden hacer por cada uno de sus hijos.

3. Hoy, en esta ciudad celebramos además la fiesta litúrgica de la Santísima Virgen de El Pueblito,  la “Gran Evangelizadora” de esas tierras, es por ello que la liturgia que hemos tomado para esta celebración es precisamente el Esquema de la Santísima Virgen de El Pueblito. María de Nazaret es el modelo más perfecto de discípula y de catequista. Ella humilde esclava del Señor, escuchó la palabra de Dios  y  le creyó a Dios. por eso es bendita entre todas las mujeres. Sin embargo, lo más sorprendente es su disposición para anunciar este mensaje con ‘valentía y con prontitud’. Dos características que deben distinguir la tarea de todos y cada uno de los catequistas. Sí,  la valentía y la prontitud. Valentía por todo lo que implica y las exigencias del testimonio que conlleva. Y prontitud pues el amor de cristo nos apremia (2Cor 5,14-17).

4. Creo que hoy el gran desafío es que muchas veces catequizamos sin evangelizar. Por ello la familia, debe propiciar en los hijos el primer encuentro que favorezca que los hijos tengan su experiencia de Dios. Para un discípulo, lo primero es estar con el Maestro, escucharle, aprender de él. Y esto vale siempre, es un camino que dura toda la vida. lo que nos hace ser cristianos no es un cumulo de doctrinas y conocimientos, sino la experiencia de encontrarnos con Cristo. Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado (cf. DA, 18).

5. Esto nos debe llevar a caer en la cuenta de la necesidad de una catequesis kerigmática y mistagógica.

6. ¿En qué sentido kerigmática?  En el sentido de poner al niño, al joven ala adulto en contacto con el primer anuncio. “la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o «kerygma», que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial. El kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte». Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos  (cf. EG, 164).

7. ¿En qué sentido mistagógica? En la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana. El encuentro catequístico es un anuncio de la Palabra y está centrado en ella, pero siempre necesita una adecuada ambientación y una atractiva motivación, el uso de símbolos elocuentes, su inserción en un amplio proceso de crecimiento y la integración de todas las dimensiones de la persona en un camino comunitario de escucha y de respuesta (cf. EG, 166).

8. En este sentido es de apreciar y valorar la Catequesis del Buen Pastor, pues pretende  lograr estos dos objetivos. Les animo para que no desfallezcan en esta noble tarea. Les animo para que tengan como punto de referencia aquellas palabras del Papa Francisco: “Es bueno que toda catequesis preste una especial atención al «camino de la belleza».  Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas. En esta línea, todas las expresiones de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús. No se trata de fomentar un relativismo estético, que pueda oscurecer el lazo inseparable entre verdad, bondad y belleza, sino de recuperar la estima de la belleza para poder llegar al corazón humano y hacer resplandecer en él la verdad y la bondad del Resucitado (cf. EG, 167).

9. Dejemos que sea la Virgen María la que nos enseñe el camino. Dejemos que sea María la que nos indique cómo conocer a su Hijo y con amor.

10. Gracias a todos ustedes por este empeño que hacen en pro de la evangelización. Especialmente agradezco a los sacerdotes que se valen de estos medios para lograr hacer efectivo el Reino de Dios en medio de las comunidades. Amén.

† Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro