HOMILÍA EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA  EN LA CLAUSURA DE LA PRIMERA REUNIÓN DE LOS GRUPOS INTENACIONALES Y DEL ORGANISMO MUNDIAL DEL MOVIMIENTO CURSILLOS DE CRISTIANDAD

INBG, México, CDMX, a 09 de septiembre de 2018.

Año Nacional de la Juventud

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Muy estimados hermanos sacerdotes,
Muy estimados miembros del Organismo Mundial y de los Grupos Internacionales del  Movimiento Cursillos de Cristiandad,
Hermanos y hermanas todos en el Señor:

 

  1. Con alegría y con mucha devoción, después de haber terminado estos tres días de intenso trabajo y reflexión en la Diócesis de Querétaro, hemos querido venir a este Santuario Nacional de Guadalupe, para encontrarnos con la “Morenita del Tepeyac”, la “Madre del verdadero Dios por quien se vive” y depositar en Ella, las intenciones y necesidades de nuestro corazón; al mismo tiempo que consagrar a su Inmaculado Corazón, todo el ser y quehacer del Movimiento Cursillos de Cristiandad, presente en los cinco continentes, y representados por cada uno de ustedes, quienes dignamente los representan.

  1. Es aquí donde Santa María de Guadalupe, aquel 12 de diciembre de 1531, se le apareció al Indito Juan Diego y le pidió que le edificara su “casita sagrada”, donde Ella, pudiese manifestar todo su amor y su mirada tierna y compasiva (cf. Nicán Mopohua, nn. 26-28). Es aquí, donde desde aquella fecha hasta nuestros días, su Imagen bendita, pintada por el dedo de Dios, acoge, bendice y consuela el corazón, la vida y el alma de tantos y tantos peregrinos. Es aquí donde aquella mañana de diciembre le dijo a San Juan Diego: “Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío, que no se perturbe tu rostro y tu corazón. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?  ¿No estas bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuete de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto? En el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosas? (cf. Nicán Mopohua, nn.118-119).

  1. En este contexto y de manera muy providencial en esta circunstancia, también hoy viene a nuestro encuentro, porque quiere repetirnos aquellas mismas palabras que le dijo a los sirvientes: “hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5). ¿Qué es lo que el Señor nos dice que hagamos hoy?

  1. El Evangelio de hoy (Mc 7, 31-37) relata la curación de un sordomudo por parte de Jesús, un acontecimiento prodigioso que muestra cómo Jesús restablece la plena comunicación del hombre con Dios y con los otros hombres. El milagro está ambientado en la zona de la Decápolis, es decir, en pleno territorio pagano; por lo tanto, ese sordomudo que es llevado ante Jesús se transforma en el símbolo del no-creyente que cumple un camino hacia la fe. En efecto, su sordera expresa la incapacidad de escuchar y de comprender no sólo las palabras de los hombres, sino también la Palabra de Dios. Y san Pablo nos recuerda que «la fe nace del mensaje que se escucha» (Rm 10, 17).

  1. La primera cosa que Jesús hace es llevar a ese hombre lejos de la multitud: no quiere dar publicidad al gesto que va a realizar, pero no quiere tampoco que su palabra sea cubierta por la confusión de las voces y de las habladurías del entorno. La Palabra de Dios que Cristo nos transmite necesita silencio para ser acogida como Palabra que sana, que reconcilia y restablece la comunicación.

  1. Se evidencian después dos gestos de Jesús. Él toca las orejas y la lengua del sordomudo. Para restablecer la relación con ese hombre «bloqueado» en la comunicación, busca primero restablecer el contacto. Pero el milagro es un don que viene de lo alto, que Jesús implora al Padre; por eso, eleva los ojos al cielo y ordena: «¡Ábrete!». Y los oídos del sordo se abren, se desata el nudo de su lengua y comienza a hablar correctamente (cf. v. 35). La enseñanza que sacamos de este episodio es que Dios no está cerrado en sí mismo, sino que se abre y se pone en comunicación con la humanidad. En su inmensa misericordia, supera el abismo de la infinita diferencia entre Él y nosotros, y sale a nuestro encuentro. Para realizar esta comunicación con el hombre, Dios se hace hombre: no le basta hablarnos a través de la ley y de los profetas, sino que se hace presente en la persona de su Hijo, la Palabra hecha carne. Jesús es el gran «constructor de puentes» que construye en sí mismo el gran puente de la comunión plena con el Padre.

  1. Pero este Evangelio nos habla también de nosotros: a menudo nosotros estamos replegados y encerrados en nosotros mismos, y creamos muchas islas inaccesibles e inhóspitas. Incluso las relaciones humanas más elementales a veces crean realidades incapaces de apertura recíproca: la pareja cerrada, la familia cerrada, el grupo cerrado, la parroquia cerrada, el movimiento cerrado Y esto no es de Dios. Esto es nuestro, es nuestro pecado.

  1. Sin embargo, en el origen de nuestra vida cristiana, en el Bautismo, están precisamente aquel gesto y aquella palabra de Jesús: «¡Effatá! – ¡Ábrete!». Y el milagro se cumplió: hemos sido curados de la sordera del egoísmo y del mutismo de la cerrazón y del pecado y hemos sido incorporados en la gran familia de la Iglesia; podemos escuchar a Dios que nos habla y comunicar su Palabra a cuantos no la han escuchado nunca o a quien la ha olvidado y sepultado bajo las espinas de las preocupaciones y de los engaños del mundo.

  1. Para el ser y quehacer del Movimiento Cursillos de Cristiandad, este evangelio es de gran enseñanza, pues nos está dando la clave para continuar con nuestra misión. Necesitamos asumir las actitudes de Jesús: salir, salir, salir. Y en ese salir, seguramente que nos encostraremos con tantos sordos y mudos, ensordecidos y enmudecidos por las mega tendencias de nuestro tiempo como el individualismo, la post-verdad, el mimetismo, la comunicación cibernética que, impiden escuchar la voz de Dios, la palabra de Dios. y una vez encontrados: tocarles con misericordia los oídos y la lengua.  Solo así, como nos enseña el Papa Francisco: “El encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra. En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad” (cf. Mensaje para la 50 jornada mundial de las comunicaciones sociales, 24 de enero de 2016) .

  1. Si permanecemos encerrados en nuestros círculos, no será posible el sueño de Jesús. Atrevámonos a tocar las orejas y la lengua de tantos hombre y mujeres que ensordecidos y enmudecidos por el peso de su vida, ni pueden escuchar a Dios, ni pueden cantar para el Señor. Solo así podremos hacer vida lo que Ideas fundamentales 3, nos señala de manera puntual: “En el Movimiento siempre ha habido  una preocupación por el hombre concreto en su vida de cada día. Por eso el MCC ayuda a las personas a descubrir su dignidad y su vocación personal, sus derechos y sus responsabilidades personales y sociales” (n. 51).  “Dios no es indiferente a todas estas realidades… Cristo sigue siendo la única respuesta validad para el hombre y para el mundo” (cf. 55).

  1. Siguiendo el ejemplo de Jesús, con el método propio de Cursillos de Cristiandad,  “separemos de las multitudes” a estos sordomudos y permitámosles que, sea el encuentro con su Palabra y con la vida de la gracia, lo que les permita recobrar  el oído y el habla. Dejemos que el carisma del MCC siga siendo un cauce muy eficaz ´para  llevar el amor de Dios a los hombres de hoy – especialmente a los alejados- (cf. IF3, 56).

  1. Pidamos a la Virgen santa, mujer de la escucha y del testimonio alegre, que nos sostenga en el compromiso de profesar nuestra fe y de comunicar las maravillas del Señor a quienes encontramos en nuestro camino. Dejemos que su mirada tiene y compasiva nos atrape y nos consuele; dejemos que sea Ella el ejemplo para poder tocar los oídos y las orejas de tantos hombres y mujeres que van por los caminos, sordos y mudos, sin haber podido escuchar realmente la Palabra que consuela, anima y salva. ¡DE COLORES! Amén.

 

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro