Dedicación del altar en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción – Tequisquiapan

IMG_8272(CODIPACSQRO) En el magnífico templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción en Tequisquipan, construido a mediados del siglo XIX, este 17 de junio, monseñor Faustino Armendáriz, ha dedicado el nuevo altar, destinado al sacrificio del banquete celestial.

Con la presencia de Mons. Florencio Olvera Ochoa, obispo emérito de Cuernavaca, del Sr. Cura Pbro. Salvador Arturo Herrera Sánchez, los vicarios y varios sacerdotes, el pastor diocesano inició la celebración de la santa Misa con la aspersión del agua sobre el lugar santo y sobre los fieles.

En la homilía monseñor Armendáriz dijo que «embellecer un lugar de culto, es una obra evangelizadora». «Los fieles desde siempre han necesitado de lugares dedicados para adorar a Dios». Recordando que «El pueblo de Israel, tuvo su templo, un lugar hermoso para Dios».

Luego añadió: «Jesús invita a valorar el templo de Dios en cada uno de sus hijos, templos vivos del Espíritu Santo». E invitó a «dejar de lado la hipocresía, no vivir en la apariencia, respetar a los demás como templos de Dios».

Comentó sobre el compromiso que se adquiere al bendecir el altar: «Bendecir un templo nos hace sentirnos honrados, y el compromiso es ser templos de Dios donde se viva la caridad para agradar a Dios». «Dios nos vea con bondad por querer ser templos de Dios como Jesús». Y siempre animando a las pequeñas comunidades, les habló de la Eucaristía como alimento: «En la asamblea, en la pequeña comunidad, la Palabra de Dios y la Eucaritía son alimento, luz, y oportunidad para vivir como hermanos».

El señor obispo concluyó la homilía pidiendo la bendición para todos: «Que Dios bendiga y proteja cada uno de nuestros templos vivos, bajo el amparo de la Santísima Virgen de la Asunción».

En la Misa estuvieron representantes de todas las comunidades, además de bienhechores, artistas talladores y escultores del altar. Las obras de restauración del templo se iniciaron el 4 de junio de 2014, al momento el altar, el ámbón, la sede y parte del presbiterio han sido restaurados.

Jorge A. Rangel Sánchez