Catequesis sobre el Valor de la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

 

Es necesario enfatizar que para que la Catequesis de la Consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María pueda rendir los frutos esperados, se requiere de la plena concientización de la conversión personal, familiar, laboral y de todo el pueblo en general. Sólo así se podrá confiar en que ésta sea transformante y transformadora de todos los contextos de nuestra vida. Es a través de la santificación de nuestra sociedad que habremos de lograr la paz y una vida digna y sin violencia.

Cuando hablamos de los Corazones de Jesús y de María pensamos en Jesús y en María bajo el aspecto de la riqueza de la vida interior de ellos dos, especialmente en su amor hacia el Padre celestial y hacia nosotros los hombres.

La humanidad tiene necesidad, hoy más que nunca, de la bondad divina, del amor y de la piedad. Es lo que recibimos al consagrarnos a los Sagrados Corazones de Jesús y de María y al vivir congruentemente a dicha alianza.

 

Consagraciones históricas a los Sagrados Corazones

  1. El Papa León XIII consagró en 1899 a toda la Iglesia y al mundo entero al Sacratísimo Corazón de Jesús.
  2. El Papa Pío XII consagró al Inmaculado Corazón de María a toda la Iglesia y al mundo entero en 1942.
  3. El Papa Juan Pablo II realizó esta consagración al Inmaculado Corazón de María en 1984 y 2000.

Estamos conscientes que vivimos días en que la confusión crece en el corazón de muchos creyentes. Como ovejas dispersas se mantienen en silencio a pesar de observar como la inmoralidad, la corrupción y la maldad aumentan cada día más en los pueblos, ciudades, países y alrededor del mundo.

Muchos han comenzado a sentir la necesidad imperativa de hacer algo contra el mal que nos rodea, pero no saben qué hacer o cómo hacerlo. LA CONSAGRACIÓN A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESUS Y DE MARIA nos ofrece la herramienta que necesitamos y en la que podemos depender, ya que está basada en la historia de la Iglesia Católica y en las Sagradas.

Comprendiendo que la mayor parte de la feligresía asiste a las misas dominicales y no a la misa diaria, los dos domingos anteriores al de la Consagración de la Diócesis se tendrá la caridad de compartir a través de las homilías una catequesis que los prepare para aquella celebración.

 

Escrituras: es la consagración personal y comunitaria

La consagración de todo lo que somos y lo que tenemos, reconociendo el señorío de Jesús en nuestras vidas y nuestra entrega total a la voluntad de Dios, por medio del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, nuestra Madre. Entendiendo que dicha consagración nos debe llevar a la renuncia de todo aquello en nuestra vida que sea contrario a Dios. Cambiando nosotros primero, transformaremos nuestros contextos de vida y poco a poco, se logrará la transformación de una realidad social.

 

¿Cuáles son las razones para hacer una consagración, ya sea de un país, de una ciudad o de una persona?

Me consagro al SEÑOR, para hacer Su voluntad dondequiera que esté, en la escuela, en el hogar, en el trabajo, o en cualquier parte que me envíe. Dios es quien decide lo que quiere que yo haga y dónde quiere que le sirva y lo que El escoja para mí seguramente será lo mejor. Pero requiere que yo se lo diga, que yo le manifieste mi deseo de ser suyo y de realizar la plenitud de mi amor y voluntad. Por medio de la consagración que me lleve a un cambio y renuncia de todas aquellas cosas que no son de Dios o que puedo mejorar para gloria suya y beneficio de mi familia y la sociedad.

 

¿Por qué debo consagrarme al Señor?

Porque yo muero a mis propios planes y aspiraciones para someterlas al Señor y así vivir haciendo sólo aquello que es voluntad de Dios, (Flp 1, 27). El resultado es mi propia conversión y luchar, mediante el propio testimonio de vida, por la conversión de todos aquellos que Dios ha puesto bajo mi cuidado: el esposo, la esposa, la familia, los compañeros de trabajo, etc. La conversión total no es otra cosa que el cambio de nuestra vida anterior para vivir la vida según el Espíritu, porque le pertenezco. La Biblia dice en 1Cor 6, 19-20 “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios y que no son vuestros? Pues habréis sido comprados por precio. Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo.” En Rm 14:8 “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; si morimos, para el Señor morimos. Así que ya sea que vivamos o que muramos, somos del Señor.”

 

¿Cuál fue el precio que el señor Jesús pagó por mí? ¡Su propia sangre preciosa!

La Biblia 1Pe 1, 18-19 “Tened presente que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.

El Señor Jesucristo me ha redimido, Él es mi Señor y Amo, le pertenezco a él. Si le pertenezco al Señor es justo que me entregue a Él. La pregunta no es si le pertenezco al Señor, sino “¿le he entregado al Señor lo que ya le pertenece?”.

La consagración es sencillamente reconocer que Cristo es mi dueño y decirle a El Señor: “soy tuyo por derecho y deseo ser tuyo porque así lo decido y elijo”.

 

¿Qué significa la consagración?

Es darle mi vida a Dios para que Él haga Su voluntad en vez de la mía. Significa que le presente mi cuerpo como “un sacrificio vivo” a Él.

En el Antiguo Testamento se ofrecían animales. Desde luego que Dios no me pide poner mi cuerpo sobre un altar para ser sacrificado. En vez de eso, Él pide que me convierta en “sacrificio vivo”. Eso quiere decir que Él desea que yo viva para Él.

 

Veamos más de cerca el significado de la consagración:

Los sacrificios en el Antiguo Testamento eran símbolos del Señor Jesús. Por ejemplo, cuando se ofrecía un carnero como expiación por el pecado, era símbolo o figura del Señor Jesús muriendo en la cruz por nuestros pecados.

Pero había otro sacrificio que no tenía nada que ver con el pecado. Este sacrificio se llamaba “holocausto”. ¿Qué representaba el Holocausto? Representaba al Señor Jesús ofreciendo su vida al Padre para hacer su voluntad. Este sacrificio era de gran valor para Dios y de él podemos aprender muchas cosas acerca de la consagración.

 

La consagración es voluntaria

Levítico 1, 2-3 “Habla a los hijos de Israel y diles que cuando alguno de vosotros presente una ofrenda a Yahvé, ésta será del ganado vacuno u ovino. Si su ofrenda es holocausto del ganado vacuno, ofrecerá un macho sin defecto. Lo ofrecerá voluntariamente delante de Yahvé, a la entrada del tabernáculo de la reunión.” Esto nos dice que la consagración es “a Yahvé” y debe ser voluntaria. Dios no me obliga a que consagre mi vida a Él.

 

La consagración es al Señor

Cuando me consagro al Señor, ¿quiere decir que estoy dando mi vida para convertirme en predicador o en misionero? No, no me consagro para ser ni predicador ni misionero. Me consagro AL SEÑOR, para hacer Su voluntad dondequiera que esté, en la escuela, en el hogar, en el trabajo, o en cualquier parte que me envíe. Dios es quien decide lo que quiere que yo haga y dónde quiere que le sirva y lo que Él escoja para mí seguramente será lo mejor.

 

La consagración es la ofrenda de una vida entera a Dios

Dios permitía que se usaran cuatro clases de animales como sacrificios en el holocausto. Los ricos llevaban un animal caro tal como un buey; los que eran menos ricos, llevaban una oveja y los que no podían comprar ninguno de éstos, llevaban palomas o tórtolas. Pero en cada caso, consistía en ofrecerle una vida entera a Dios. Dios no podía aceptar menos que eso.

¿Qué nos dice esto acerca de la consagración? Nos dice que la consagración es ofrecerle una vida entera a Dios. No le puedo dar a Dios una parte de mi vida y guardar una parte para mí mismo. Esto no satisfaría a Dios y tampoco me satisfaría a mí. Todo el gozo y la bendición en la vida cristiana dependen de que nosotros no retengamos nada de Dios.

 

La consagración es para siempre

Una vez que un animal era colocado en el altar como un holocausto a Dios, ya no se quitaba. Era santo a Dios. La Biblia dice en Levítico 27:28 «No se venderá ni se rescatará ninguna cosa que alguien haya dedicado por completo a Yahvé, de todo lo que posee, trátese de personas, de animales o de los campos de su posesión. Todo lo dedicado por completo será una cosa muy sagrada a Yahvé».

Una vez que yo haya consagrado mi vida a Dios ya no podré tomarla de nuevo. Dios espera que mi consagración a Él sea una sola vez y para siempre.

¿Qué pasa si caigo en pecado? Quiere decir si pequé debo confesar mis pecados a Dios mediante el Sacramento de la Reconciliación, para que pueda gozar después de la reconciliación en la comunión.

 

La consagración es continua

El holocausto era ofrecido a Dios cada mañana y cada tarde, día a día, continuamente. ¿Qué nos dice esto en cuanto a la consagración?

Esto nos dice que nuestra consagración debe ser continua. Mi consagración se inicia con el hecho de entregarme al Señor, pero no termina ahí. Debo vivir continuamente mi consagración. Día a día me ofrezco al Señor para hacer su voluntad en lugar de la mía. Esto es lo que el Señor Jesús quiso decir cuando dijo en Lc 9, 23 “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”.

 

El motivo de la consagración

Yo se que debo entregarme al Señor, pero ¿qué es lo que me hace desear hacerlo? El amor de Cristo. “El amor de Cristo nos apremia”, (2Cor 5,14). Cuando el amor de Cristo toca mi corazón, no puedo hacer más que postrarme ante Él y ofrecerle toda mi vida.

 

¿Cuál es el propósito de la consagración?

El propósito de la consagración es que se haga la voluntad de Dios en mi vida. En realidad es el Señor Jesús quien hace la voluntad de Dios en mí. Los evangelios nos dicen cómo el Señor Jesús hizo la voluntad de su Padre cuando El vivió aquí en la tierra. El Libro de los Hechos nos cuenta cómo continuaba haciendo la voluntad de Su Padre por medio de los apóstoles y discípulos de esa época. Ahora el Señor Jesús quiere obrar mediante nosotros para hacer la voluntad de Dios. Para lograr esto, Él necesita que le ofrezcamos nuestros cuerpos como sacrificio vivo. El Señor Jesús no tiene manos para hacer la obra de Dios aquí en la tierra, a excepción de nuestras manos. El no tiene pies para llevar el mensaje de Dios a los perdidos, excepto nuestros pies. No tiene labios para hablar a los hombres de la salvación de Dios excepto nuestros labios. Esa es la razón por la cual la Biblia dice en Rm 1, 21 “Así hermanos, os ruego, por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”.

 

¿Cómo me consagro a Dios?

Dios no puede usar nada de la vida vieja o anterior. Sólo los que son los “vivos de los muertos” pueden servirle. Es sólo cuando veo que he sido crucificado juntamente con Cristo, sepultado con Él y resucitado con Él, que puedo verdaderamente consagrar mi vida a Dios, (Rm 6, 1-3). También puedo consagrar mi vida a Dios cuando en un momento de conocimiento interior, elijo libre y voluntariamente consagrarme a Dios. Al realizar esta consagración estoy eligiendo vivir la vida de gracia, estoy eligiendo vivir los caminos de Dios y renunciar a todo pecado, vicio y acción que me alejen de vivir la vida según el Evangelio y también seguir los lineamientos que nos marca el Magisterio de la Iglesia.

 

¿Cuál es el resultado de la consagración?

Que yo muero a mis propios planes y aspiraciones para someterlos a Dios y vivir haciendo sólo aquello que es voluntad de Dios, (Flp 1,27). El resultado es mi propia conversión y luchar, mediante el propio testimonio de vida, por la conversión de todos aquellos que Dios ha puesto bajo mi cuidado: el esposo, la esposa, la familia, etc. Conversión total, es decir, el cambio de
nuestra vida anterior para vivir la vida según el Espíritu.

 

El Señor Jesús es nuestro ejemplo

Él no vino al mundo para hacer su propia voluntad o para ser grande ante los ojos de los hombres. Él vino para hacer la voluntad de su Padre. Aunque era Dios, se humilló a sí mismo y tomó la forma de siervo. Fue obediente a la voluntad de Dios, hasta en la propia muerte de cruz. Ahora Dios nos dice a nosotros: “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús”, (Flp 2, 27).

 

¿Qué bendiciones podemos esperar después de la consagración?

La bendición mayor está en encontrar la voluntad perfecta de Dios para mi vida. Dios tiene un trabajo y un proyecto para cada uno de sus hijos. Ef 2,10 nos dice “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Cuando yo consagro mi vida a Dios El me puede mostrar el trabajo que tiene para mí. Mi mayor satisfacción llega cuando encuentro la voluntad de Dios para mi vida y la hago. Te recuerdo la parábola de los talentos, piensa en el gozo de encontrar al Señor en la gloria y oírle decir: “Bien, siervo bueno y fiel. En lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré. Entra en
el reino de tu Señor”, (Mt 25, 27).

 

¿Qué es la consagración y entrega a los Sagrados Corazones de Jesús y de María?

Lo fundamental de la consagración es, conforme a la oración de consagración, la renuncia al pecado, a la tentación del mal y a Satanás y nuestra entrega incondicional al Inmaculado Corazón de María, y a través de él, al Sagrado Corazón de Jesús, como respuesta al amor de ellos dos para nosotros. Con esta consagración se renueva y profundiza de manera consciente la
consagración bautismal a Dios.

 

¿Por qué hablamos del Corazón de Jesús y de María?

En primer lugar porque los decretos del magisterio de la Iglesia y la liturgia hacen referencia a los Corazones de Jesús y de María (festividad del Sagrado Corazón de Jesús y memoria del Inmaculado Corazón de María).

También Jesús y María se presentaron de esta manera en revelaciones especiales, por ejemplo a santa Margarita María de Alacoque, a santa Catalina Labouré, a los pastorcitos de Fátima, a santa Faustina Kowalska.

En la Biblia y en el lenguaje común de la gente, «el corazón» significa el centro de la persona y es el símbolo de su amor.

Cuando hablamos de los Corazones de Jesús y de María pensamos en Jesús y en María bajo el aspecto de la riqueza de la vida interior de ellos dos, especialmente en su amor hacia el Padre celestial y hacia nosotros los hombres.

La humanidad tiene necesidad, hoy más que nunca, de la bondad divina, del amor y de la piedad. Esto es lo que recibimos al consagrarnos a los Sagrados Corazones de Jesús y de María y al vivir según la consagración.

 

Sagrados Corazones

La imagen de los Sagrados Corazones nos habla del inconmensurable amor de ellos dos hacia la humanidad, hacia cada parroquia, hacia cada familia, hacia cada individuo.

El amor de ellos hacia la humanidad pecadora se revela permanentemente desde el momento de la Anunciación y el nacimiento de Jesús en el establo de Belén hasta su muerte en la cruz en el Gólgota donde María Santísima, viendo al Verbo encarnado ser crucificado para salvación de la humanidad, acepta ser Nuestra Madre.

Jesús y María, al demostrarnos su amor, quieren conducirnos hasta el amor desinteresado a Dios y al prójimo, lo cual es la base de la santidad a la que todos estamos llamados. Como nos aman quieren salvar a la humanidad que equivocó el camino. De esto nos hablan también los mensajes de Fátima. Es necesario creer en el amor de ellos dos, confiarles y entregárseles por completo. Cambiarán nuestros corazones para que empecemos a pensar, a actuar y a amar como ellos.

Jesús le aseguró a Santa Margarita María de Alacoque que los cristianos que titubean, si adoran al Sagrado Corazón de Jesús, se tornarán fervientes y así podrán alcanzar rápidamente una gran perfección.

 

¿Por qué la consagración simultánea a los dos Sagrados Corazones?

Hasta ahora era usual consagrarse por separado al Corazón de Jesús o al de María dependiendo de nuestras preferencias devocionales. Sin embargo, estos son tiempos donde la herida más grave en la humanidad es su falta de unidad: la unidad de la creatura con su Dios Creador, Trino y Uno y la unidad fraterna con el prójimo. Ningún testimonio de vida como la unidad entre Jesús y su Madre Santísima nos pueden llevar a esta consciencia. Por esto es a ambos.