1er. JORNADA DIOCESANA DE LA JUVENTUD.

Basílica  Menor de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, Soriano, Colón, Qro., sábado 17 de agosto de 2019.

Año Jubilar Mariano

El día 17 de agosto de 2019, se llevó a cabo la 1er. Jornada Diocesana de la Juventud, que tuvo lugar en la Basílica de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, ubicada en Soriano, Colón, Qro. Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, presidio la Sagrada Eucaristía, la cual fue concelebrada por el Pbro. Efraín Issasi Cano, de la Dimensión de Juventud, Pbro. Efraín Gómez Valderrama QCN, Pbro. Rubén Olguín Guerrero, Pbro. Fidencio Servín León, y algunos otros sacerdotes que acompañaron a los jóvenes es esta ocasión.

De igual manera cabe mencionar que dentro de esta celebración el Pbro.  Efraín Gómez Valderrama y dos jóvenes novicios Carlos Rodarte Ledesma y José Carlos Rodríguez Ríos, de la Comunidad Religiosa “Quédate con Nosotros”, en un acto de libertad y de amor a Dios, hicieron su primera profesión religiosa, para vivir el evangelio de manera pobre, casta, obediente y alegre, y así, con su vida: renovar la alianza con Dios “Sirviendo al Señor, nuestro Dios y obedeciendo sus mandamientos”.  Dedicando su vida como religiosos para compartir la alegría del Evangelio entre los jóvenes; salir al mundo y gritar la alegría de ser católicos entre los ambientes donde muchos jóvenes se desenvuelven, con la confianza que Dios quiere seguir mostrando su amor y su verdad a los hombres y mujeres de hoy y del mañana. Oremos por ellos.

Al inicio de la celebración Mons.  Faustino les comento lo siguiente:  «Damos gracias al Señor por esta Eucaristía, poniéndonos siempre en sus manos, porque estamos en las manos de él, hagámoslo por intercesión de nuestra madre Nuestra Patrona Diocesana, Nuestra Señora de los Dolores de Soriano; es un privilegio estar aquí, ante sus pies en esta su Basílica, en este lugar y queremos decirle que queremos ser como ella y que queremos acompañarle, Incluso en los momentos de Cruz, como ella lo hizo. Pongámonos en sus manos e iniciemos esta Santa Misa, viviendo este ambiente festivo de alegría, sabiendo que Cristo vivo estará en unos momentos aquí con nosotros, démosle la bienvenida con un corazón limpio, por eso pidámosle al Señor perdón por nuestros pecados.

En el monto de la Homilía Mons. Les compartió diciendo: «Estimados hermanos sacerdotes, Muy queridos jóvenes, Hermanos y hermanas todos en el Señor, Con alegría y con gran entusiasmo esta tarde, nos hemos reunido para celebrar nuestra fe en el contexto de esta Jornada Diocesana de la Juventud que bajo el lema: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 238)”, quiere ser un ‘tiempo de Dios’, donde su Palabra y su mensaje, orienten la vida de cada uno de nosotros y así, conduzcamos nuestra vida según su voluntad y su plan de salvación.

Me alegra sobremanera verles reunidos y poder palpar y contagiarme de su alegría, que estoy seguro es fruto de la gracia del Espíritu que se hace presente en el corazón de cada uno de ustedes. Nos encontramos reunidos en este emblemático lugar donde mora, la milagrosa y bendita Imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, acogiendo y consolando con su maternal mirada, los ruegos y las súplicas de quienes heridos en el cuerpo o en el Espíritu, acuden a Ella con la firme esperanza que interceda por ellos ante su Hijo, para obtener de él la salud de su cuerpo o de su Espíritu, el consuelo ante sus aflicciones y la salvación de su alma.

Como ustedes saben este año es un año especial de gracia, celebramos el Año Jubilar Mariano, mediante el cual como Iglesia Diocesana queremos celebrar el 50° Aniversario de la solmene proclamación como nuestra patrona diocesana. Hemos querido celebrar esta Jornada en este lugar, precisamente para que cada uno de ustedes, aprenda de Ella y como Ella, hagan suyo el plan de salvación en su vida y en su historia.  María es grande y digna de admiración, no por ser la Madre de Dios; María es grande por su capacidad de escuchar la voz de Dios y mediante su fe, decirle “Hágase en mí según tu palabra”. Una realidad que sin duda está al alcance de cada uno de nosotros; de ti y de mí, pues Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

En este contexto, la Liturgia de la Palabra que acabamos de escuchar, de manera extraordinaria y sin comparación alguna, nos exhorta a que como el pueblo de Israel, también renovemos la alianza con Dios, tomando la firme determinación de seguirle a él o de apartarnos definitivamente de su plan de salvación. Josué, el hombre que recibió el encargo de Moisés de establecer al pueblo de Israel en la tierra prometida, terminada la peregrinación por el desierto, ve la necesidad de renovar la alianza con Dios, aquella misma alianza que un día Moisés y el pueblo de Israel hicieron en el desierto (cfr. Jos 24, 14-29). El momento es solemne, exige santa voluntad y firme diseminación; exige tener la inocencia que caracteriza a los niños (cfr. Mt 19, 13-15).

Queridos jóvenes, no duden en hacer suya la alianza con Dios. Siguiendo el ejemplo del pueblo de Israel y de la Santísima Virgen María, renueve cada uno en el corazón la alianza con Dios. Les exhorto para que juntos tomemos la firme determinación de “servir al Señor y obedecer sus mandamientos”. Lejos de abandonar al Señor para servir a otros dioses, tomemos la firme determinación de servir al Señor, porque él es nuestro Dios.

Quizá más de alguno se pregunte, pero: ¿Qué implica servir al Señor? se trata de la actitud, al mismo tiempo interior y exterior de una entrega total. Supone una donación total de la propia vida, una dedicación de nuestro propio ser y de nuestras propias cualidades a la plena realización de su designio de amor en favor de la humanidad. Es abrir nuestra propia existencia a la voluntad del Señor, expresada en los preceptos de la alianza no como puras normas de conducta, sino más bien como senderos de santidad personal, comunitaria y social. Servir al Señor significa, el obsequio de la mente y de la voluntad, el suave plegarse de lo humano a lo divino, constituye la novedad de un servicio en el que el amor y el temor, la condición de siervos y de hijos, el mandamiento exterior y la libertad interior, la adhesión plena de amor a la voluntad salvífica de Dios, se manifiesta como la ley nueva del Espíritu en el corazón del creyente.

De este modo la persona humana ofrece a Dios su propia libertad y la hace omnipotente. La dignidad de la persona humana alcanza su cima cuando con amor, con libertad y sin miedo sirve al Señor. El modelo de esta entrega libre lo tenemos en María la madre y la Sierva del Señor. “Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad” (Christus vivit, n. 43).

Queridos jóvenes, como se han podido dar cuenta, el día de hoy el padre Efraín Gómez Valderrama y estos dos jóvenes novicios Carlos Rodarte Ledesma y José Carlos Rodríguez Ríos, de la Comunidad Religiosa “Quédate con Nosotros”, quieren en un acto de libertad y de amor a Dios, hacer su primera profesión religiosa, para vivir el evangelio de manera pobre, casta, obediente y alegre, y así, con su vida: renovar la alianza con Dios “Sirviendo  al Señor, nuestro Dios y obedeciendo sus mandamientos”. Ellos quieren dedicar su vida como religiosos para compartir la alegría del Evangelio entre ustedes los jóvenes; quieren salir al mundo y gritar la alegría de ser católicos entre los ambientes donde muchos de ustedes se desenvuelven, con la confianza que Dios quiere seguir mostrando su amor y su verdad a los hombres y mujeres de hoy y del mañana.  Les pido que oren por ellos, que los acompañen con su oración.

Y a ustedes P. Efraín, Carlos y José Carlos y, les animo para que tengan confianza. “Jesús, lleno de vida, quiere ayudarles para que ser joven valga la pena. Así no privarán al mundo de ese aporte que sólo ustedes puedes hacerle, siendo únicos e irrepetibles como son” (cfr. Christus vivit, n. 109). Tengan la confianza en aquellas cuatro cosas que el Papa Francisco nos ha recordado y quiere que sean el fundamento de toda predicación: Dios los ama, Cristo los salva, Él vive, el Espíritu da vida. (cfr. Christus vivit, nn. 111-133).

Pidámosle a Dios por intercesión de la Virgen Dolorosa que, a cada uno de nosotros nos de la fuerza y la audacia para servir al Señor, pidámosle a Dios que como María, también nosotros dediquemos nuestra vida a su servicio siendo auténticos discípulos, en los ambientes donde vivimos: la escuela, la casa, el trabajo, la familia. Que a todos nosotros nos alcanza su gracia y que una perdamos de vista que nuestra identidad personal y comunitaria, nos viene del hecho se ser y formar parte el pueblo de Dios. Amén».

Al terminar la celebración Mons. Faustino les dio la bendición, y les invito a ser auténticos discipulados en todos los ambientes en donde se encuentren, pidiendo la María su intercesión.