𝐍𝐎𝐕𝐄𝐍𝐀 𝐀 𝐋𝐀 𝐈𝐍𝐌𝐀𝐂𝐔𝐋𝐀𝐃𝐀 𝐂𝐎𝐍𝐂𝐄𝐏𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐁𝐈𝐄𝐍𝐀𝐕𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐀𝐃𝐀 𝐕𝐈𝐑𝐆𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐑𝐈́𝐀 𝗦𝗘𝗫𝗧𝗢 𝐃𝐈́𝐀

𝗦𝗘𝗫𝗧𝗢 𝐃𝐈́𝐀
𝐍𝐎𝐕𝐄𝐍𝐀 𝐀 𝐋𝐀 𝐈𝐍𝐌𝐀𝐂𝐔𝐋𝐀𝐃𝐀 𝐂𝐎𝐍𝐂𝐄𝐏𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐁𝐈𝐄𝐍𝐀𝐕𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐀𝐃𝐀 𝐕𝐈𝐑𝐆𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐑𝐈́𝐀
𝗔𝗰𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo, sobre todo porque te ofendí a Ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y evitar las ocasiones de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén.
𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗽𝗿𝗲𝗽𝗮𝗿𝗮𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮
Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida para Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción; así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que, por la gracia de Dios, has sido elegida para ser madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.
A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta Novena, para rogarte nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado. Acuérdate, Virgen Santísima, que fuiste hecha Madre de Dios, no sólo para tu dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano. Acuérdate que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu socorro haya sido desamparado.
No me dejes pues a mí tampoco, porque si no, me perderé; que yo tampoco quiero dejarte a ti, antes bien cada día quiero crecer más en tu verdadera devoción. Y alcánzame principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un gran aprecio de la virtud, y la tercera, una buena muerte. Además dame la gracia particular que te pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, tuya y bien de mi alma.
𝐋𝐞𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐛𝐢́𝐛𝐥𝐢𝐜𝐚 (Ef. 1, 3-ó.11- 12)
Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por Él nos ha bendecido desde el cielo con toda bendición del Espíritu.
Porque nos ha elegido en Cristo antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia por el amor; destinándonos ya entonces a ser adoptados por hijos suyos por medio de Jesucristo, conforme a su querer y a su designio, a ser un himno a su gloriosa generosidad.
A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria.
PALABRA DE DIOS.
𝗖𝗼𝗻𝘀𝗶𝗱𝗲𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻
Consideremos cómo Dios eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su Unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese en la dichosa plenitud de los tiempos; y tanto la amó por encima de todas las demás creaturas, que en solo Ella se complació con señaladísima benevolencia Por lo cual, la llenó de tanta gracia, sacada del tesoro de su Divinidad, muy por encima de todos los ángeles y los santos, que Ella absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad que no se concibe, en modo alguno, mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios. Procuremos amar con sincera piedad filial a la Purísima Virgen María, la toda hermosa. Coloquemos en un lugar de honor de nuestro hogar su Sagrada Imagen y manifestemos con nuestra caridad que somos sus hijos.
𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 del sexto día
¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante infundiste en María, con toda plenitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas a nosotros la abundancia de estos mismos dones y virtudes, para que podamos vencer todas las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud dignos de nuestra profesión de cristianos.
(𝐴𝑞𝑢𝑖́ 𝑠𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑡𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑛𝑜𝑣𝑒𝑛𝑎 𝑦 𝑠𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑧𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑆𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑅𝑜𝑠𝑎𝑟𝑖𝑜)
𝐋𝐞𝐭𝐚𝐧𝐢́𝐚𝐬 𝐚 𝐥𝐚 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐞𝐧
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻:
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
𝗢𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹
Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
Te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, madre mía!
Así sea