Un Párroco y un Laico en el Sínodo

El Sínodo de los Obispos que se celebra en Roma está a la mitad de su desarrollo con el tema: “La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana” y con la aprobación del Santo Padre se ha designado una serie de laicos que serán colaboradores y auditores.

Muchos acuden como representantes de regiones o países; otros representan a profesionales y ámbitos laborales. Otros son fundadores o presidentes de movimientos. También participan superiores de órdenes religiosas y expertos en métodos de nueva evangelización, y algunos de ellos asesores en el Pontificio Consejo de Nueva Evangelización.

En primer lugar destaco los países hispanos, que en total son 16 sobre 94 colaboradores o auditores (un 17 %); de ellos la mitad son españoles (8), 3 son colombianos, dos mexicanos, un uruguayo, un costarricense y una cubana.

La gran mayoría de los expertos hispanos son académicos o superiores de órdenes religiosas o responsables de grandes diócesis o responsables de conferencias episcopales, sin embargo quisiera resaltar dos hermanos, entre otros, que son casos distintos: uno de ellos un párroco, el P. Jesús Higueras y un laico, José (Pepe) Prado Flores.

Podría destacar por sus méritos y privilegio de participar en el Sínodo a cualquiera de los 96, sin embargo resalto la tarea de quiénes he mencionado, porque acerca del primero he conocido su obra evangelizadora parroquial a través del Internet, el segundo porque lo conozco personalmente y es amigo, y agradecemos la obra evangelizadora que viene realizando en muchos países a través de las Escuelas de Evangelización San Andrés.

 

Un Párroco

En representación de los Párrocos, el P. Jesús estará muy atento a escuchar las intervenciones sobre el ministerio sacerdotal de tantos hermanos presbíteros que al final recibirán las bendiciones del Sínodo en una Exhortación Apostólica, que ordinariamente el Santo Padre envía después de cada Sínodo.

Don Jesús Higueras Esteban es sacerdote de la Arquidiócesis de Madrid, licenciado en Teología y párroco de Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón, una parroquia llena de vitalidad.

Recién elegido para participar en el Sínodo se le preguntaba al P. Jesús por qué los enormes frutos pastorales y el gran dinamismo de su parroquia, y comentaba al respecto lo siguiente: “No hago tanto, hago lo que puedo, pero el secreto es la oración. Yo creo que el secreto es tener un tiempo diario para la oración, porque la actividad más importante que tenemos que hacer es estar delante del Señor. Esa es nuestra primera actividad. Y luego lo demás, lo que dé tiempo. Saber que no somos protagonistas de nada, que somos instrumentos. Y que el tiempo que tenemos es para la gloria de Dios, o sea que el secreto es que el Señor te serena en el tiempo de oración, la Liturgia de las Horas, la Adoración Eucarística, el Santo Rosario, la Santa Misa con cariño y desde ahí, ya el resto del día, notas que el Señor lo lleva solo”. Un hombre por tanto que no sólo habla mucho de Dios en su Parroquia y fuera de ella, porque su currilum así lo señala, sino que habla mucho más con Dios.

Creo que en su testimonio, que es el de muchos sacerdotes, se sintetiza lo que un Padre Sinodal manifestaba: “Hay que hacer más… En concreto significa para los sacerdotes salir más allá de su confort. Pues los sacerdotes en cuanto ministros de una parroquia tienen garantizado el estado de bienestar. Si yo estoy bien, y estoy haciendo las cosas ¿qué más busco en la vida?”. Y justamente en Aparecida “se reivindica que no basta la pastoral de conservación” (Mons. Aguiar Retes).

En las intervenciones en el pleno de la Asamblea del Sínodo el tema sacerdotal ha sido recurrente, y señalo lo que comentaba el obispo de San Vicente, de El Salvador, Mons. José Elías Rauda Gutiérrez, OFM, hablando de la necesidad de una renovación sacerdotal: «La Nueva Evangelización es propuesta en estos contextos como una medicina para dar alegría y vida, contra cualquier tipo de miedo (IL 69, 168). Esta exige realizar la formación sacerdotal de manera que tengamos sacerdotes formados integralmente, capaces de evangelizar el mundo de hoy, convencidos, y fervientes ministros de la Nueva Evangelización, servidores fieles y apasionados por Cristo, por su misión y salvación».

Con fuerza también se ha cuestionado la necesidad de una adecuada formación en el Seminario y atrae mi atención lo que Mons. William Slattery, OFM (Sudáfrica) y que puntualmente tenemos que atender: «Si el nuevo sacerdote tiene una formación espiritual insuficiente, si no ha contemplado personalmente la belleza absoluta de Dios, le faltará el celo por la oración y será ciego en el discernimiento. No será capaz de formar a los otros en la santidad».

Vivir la experiencia del Sínodo significa asumir el desafío que la misma Iglesia se señala, y asumir con humildad, para hacer realidad el recorrer juntos un camino (esto significa sínodo). Sin duda la experiencia que el P. Jesús Higueras ha vivido la compartirá en su momento, expresando la vida de consagración de miles y miles de sacerdotes que en le mundo entero viven con alegría su ministerio.

 

Un laico

Los laicos también están presentes en el Sínodo, porque esta es la Iglesia, donde el rostro laical se tiene que reflejar; ciertamente, quienes han sido invitados tendrán experiencias evangelizadoras que compartir, como seguramente Pepe Prado lo está haciendo, aunque en una comunicación el primer día del Sínodo decía textualmente: «Estoy expectante, como cuando visito un país nuevo, que no conozco la lengua, el espacio… ni nada. Calladito, me veo más bonito… el Papa, dio una motivación tan bella… me fascinó su alocución. Es muy doctrinal, pero sabe aterrizar y mostrar dirección para todos. Sala llena. No hay un asiento vacío. Mucho orden, organización detallada. Varias intervenciones en latín, pero como las dan escritas, las pude entender sin traducción… Pensé que estaba muerto lo que aprendí hace 50 años… no es así, gracias a Dios… Es una maravillosa oportunidad para conocer mi Iglesia con sus luces y sombras, desde dentro. Que nadie me cuente; yo lo veo, lo siento…”.

José H. Prado Flores, más conocido como Pepe Prado, es un evangelizador laico que trabaja en las Escuelas de Evangelización San Andrés en el mundo entero. Escritor, fundador de las Escuelas de Evangelización San Andrés y predicador. Sobre todo destaco lo más importante, su entrega, como buen discípulo de Jesús, de formar verdaderos discípulos en toda la Iglesia.
La presencia de Pepe Prado, por su infatigable ardor por evangelizar serán una contribución grande en el aula sinodal, que aunque va como auditor, hay muchísimas oportunidades para que su voz se oiga, sea en las mesas redondas o círculos menores como en el diálogo con los participantes, especialmente de alguien que ha evangelizado en muchos países y con una relación fraternal con tantos Cardenales y Obispos.

Como él, muchos laicos en nuestras comunidades diocesanas y parroquiales tendrán mucho que compartir, especialmente su ardor creciente por ser discípulos misioneros.

En su intervención el Cardenal Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos reconoce que el Sínodo que se está celebrando, constituye un momento que permite reflexionar en el valor de la tarea misionera y cual es el camino más audaz para proponer con coraje el Evangelio.

El tema del Sínodo: la Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe, abre de manera muy importante, la esperanza oxigenante para impulsar y tomar muy en serio, y como un desafío universal la urgencia de Jesús: «Vayan y hagan discípulos… sepan que yo estaré con ustedes todos los días…». Es una tarea de todos, el único que envía es el Señor Jesús, los demás tenemos que ir.

Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro