DESDE LA CEM: NO VIOLENCIA, DESDE LA FAMILIA.

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de Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de las Casas

+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas

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Nos cimbró el desahogo violento que se manifestó en varias partes del país, como reacción a los aumentos a las gasolinas, al gas y al consumo de electricidad. Nos parecían inexplicables los saqueos, el vandalismo y la agresividad social que desquició ciudades, con lamentables víctimas mortales. ¿Sucedió esto sólo por la pobreza, por el rechazo a las autoridades, porque la economía familiar se ha afectado seriamente? Puede haber muchas explicaciones, pero el trasfondo no es sencillo. No se robaban fundamentalmente alimentos y ropa, sino pantallas de televisión, celulares y diversos electrodomésticos. Una consigna en redes sociales bastó para desatar la ira popular y los atracos sin restricción. Muchos de los que cargaban con todo lo que podían eran jóvenes, también mujeres. Quizá no tenían nada que regalar a los niños, con ocasión del Día de Reyes, y aprovecharon la ocasión, con el pretexto de manifestar su rechazo a dichos incrementos. Considero que una raíz está en la desintegración de muchas familias, donde el padre está ausente, a veces también la madre, y no hay quien eduque en valores fundamentales. Si los pobres roban, no es por ser pobres, sino por no tener unos padres que, sobre todo con su ejemplo, eduquen en el trabajo y en el respeto.

Intentamos comprender la rabia de los ciudadanos, que se sienten defraudados por las autoridades, engañados con la promesa de que esos bienes y servicios bajarían de precio, y ahora resulta lo contrario. Por ello, muchos ya no confían en los políticos. Que esto nos sirva de experiencia para no dejarnos embaucar por quienes ofrecen revertir esos aumentos, ahora que están ya en campañas presidenciales, pues no todo lo que se promete es posible ponerlo en práctica. No somos una economía autónoma, sino dependiente de factores internos y externos.

El pueblo está molesto porque ve cuánto se gasta en publicidad oficial, cuánto ganan los diputados, senadores, ministros de la Suprema Corte y otros servidores públicos; cuánto se destina a propaganda de los partidos políticos, y que luego se va a la basura; cuánta corrupción e impunidad se descubre en la administración pública. El pueblo se siente inerme y sólo le queda expresar su inconformidad en todo tipo de manifestaciones, algunas con tintes muy violentos. Es legítimo que exprese su sentir, pero es necesario que se organice en trabajos comunitarios, en alternativas políticas a los partidos, en ayudas solidarias, para que no todo quede en desahogos viscerales. De ninguna manera apoyamos la violencia destructora, los saqueos, el vandalismo, el atropello a los derechos de terceros, los bloqueos carreteros contra quienes nada deben y nada pueden hacer para revertir los aumentos. Dañando a los ciudadanos en su libre tránsito, aumentan el daño que el gasolinazo está causando.

PENSAR

El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial por la Paz, nos ha propuesto el camino de la no violencia activa, como una forma de construir la paz, empezando por la educación en la propia familia:Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón. Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad. Suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños”.

ACTUAR

Acompañamos a la comunidad en sus sufrimientos, pero rogamos encarecidamente evitar todo tipo de saqueos, vandalismos y bloqueos. De igual modo, exhortamos a las autoridades a buscar alternativas económicas que no dañen al pueblo, sobre todo a los de menos recursos, que son los que más importan. Hacer más efectiva la lucha contra la corrupción oficial, es la mejor forma de calmar al pueblo.