S. S. FFRANCISCO: Seguir escribiendo páginas evangélicamente fecundas.

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2016-10-07 Radio Vaticana

(RV).- “Mientras su Familia religiosa entra en el tercer siglo de vida, que el Señor les conceda escribir nuevas páginas evangélicamente fecundas”, como las de sus hermanos que, a lo largo de los doscientos años transcurridos, han testimoniado, incluso a veces con la sangre, su gran amor a Cristo y a la Iglesia. Es el deseo que el Papa Francisco manifestó a los participantes en el Capítulo General de la orden de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, a quienes recibió en audiencia el primer viernes de octubre.

Al saludar con especial alegría a los representantes de esta Familia religiosa misionera dedicada a la evangelización en la Iglesia, el Santo Padre aludió a la celebración del bicentenario de su fundación, por obra de San Eugenio de Mazenod, joven sacerdote deseoso de responder a una llamada del Espíritu.

Tras destacar que al inicio de su historia, la Congregación se dedicó a volver a encender la fe que la revolución francesa estaba apagando en el corazón de los pobres de las campiñas de Provenza, arrasando también tantos ministerios de la Iglesia, y que bastaron pocos decenios para que se difundieran en los cinco continentes, para continuar el camino que indicó el Fundador, hombre que amó a Jesús con pasión y a la Iglesia sin condiciones, el Papa Francisco les dijo:

Hoy están llamados a renovar este dúplice amor, haciendo memoria de los doscientos años de vida de su Instituto religioso. Este jubileo, por una feliz y providencial coincidencia, se inserta en el Jubileo de la Misericordia. Y, en efecto, los Oblatos de María Inmaculada han nacido de una experiencia de misericordia, que vivió el joven Eugenio un Viernes Santo ante Jesús crucificado. Que la misericordia esté siempre en el corazón de su misión y de su empeño evangelizador en el mundo de hoy”.

Después de recordar que el día de su canonización San Juan Pablo II definió a su Fundador, “un hombre del Adviento”, dócil al Espíritu Santo para leer los signos de los tiempos y segundar la obra de Dios en la historia de la Iglesia, el Pontífice añadió:

La Iglesia está viviendo, junto al mundo entero, una época de grandes transformaciones, en los ámbitos más diversos. Tiene necesidad de hombres que lleven en el corazón el mismo amor por Jesucristo que habitaba en el corazón del joven Eugenio de Mazenod, y el mismo amor incondicional por la Iglesia, que siempre se esfuerza por ser cada vez más casa abierta. ¡Es importante trabajar por una Iglesia que esté dispuesta a acoger y acompañar a todos! El trabajo que hay que cumplir para realizar todo esto es vasto; y también ustedes tienen que ofrecer su contribución específica”.

Hacia el final de su alocución el Obispo de Roma les indicó tres actitudes para su vida religiosa:

Que la alegría del Evangelio resplandezca ante todo sobre su rostro, volviéndolos testigos gozosos. Siguiendo el ejemplo del Fundador, que la caridad entre ustedes sea su primera regla de vida, la premisa de cada acción apostólica; y que el celo por la salvación de las almas sea consecuencia de esta caridad fraterna”.

Por último, el Santo Padre les deseó que el nombre que llevan, “Oblatos de María Inmaculada”, que San Eugenio había definido “un pasaporte para el Cielo”, represente para todos ellos un empeño constante en la misión. Y formuló votos para que la Virgen sostenga sus pasos, especialmente en los momentos de la prueba.

Naturalmente, el Papa Francisco se despidió pidiéndoles, por favor, que recen por él, a la vez que les aseguró que su camino irá acompañado por su Bendición Apostólica, que de corazón les impartió a los presentes en esta audiencia y a la entera Congregación.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

(from Vatican Radio)