PALABRA DOMINICAL: XXIV Domingo Ordinario, Ciclo B (Mc. 8, 27-35).

¿Quién dicen que soy yo?

El evangelio de este domingo san Marcos plantea la pregunta a sus discípulos: ¿quién dice que soy yo?

Lo que piensa la gente

Para la gente, Jesús no es un personaje real, sino un muerto que ha vuelto a la vida, se trate de Juan Bautista, Elías, o de otro profeta. De estas opiniones, resulta interesante que el pueblo vea a Jesús en la línea de los antiguos profetas, el ejemplo de su vida ha mostrado a persona comprometida muy crítica con la institución oficial, su es lenguaje claro y directo, además su lugar de actuación, no limitado al estrecho espacio del culto.

Lo que piensa Pedro

Jesús de un paso adelante y quiere saber si sus discípulos comparten esta mentalidad o tienen una idea distinta: “Y ustedes, ¿quién decís que soy?” Pedro se limita a las palabras “Tú eres el Mesías”.

¿Qué significaba este título? En el Antiguo Testamento se refiere generalmente al rey de Israel; un personaje que se concebía elegido por Dios, adoptado por él como hijo, pero normal y corriente, capaz de los mayores crímenes. Pero la monarquía desapareció en el siglo VI a.C., y los grupos que esperaban la restauración de la dinastía de David fueron atribuyendo al mesías esperado cualidades cada vez más maravillosas.

Los Salmos de Salomón, oraciones de origen fariseo compuestas en el siglo I a.C., describen detenidamente el papel del Mesías: librará a Judá del yugo de los romanos, eliminará a los judíos corruptos que los apoyan, purificará Jerusalén de toda práctica idolátrica, gobernará con justicia y rectitud y su dominio se extenderá incluso a todas las naciones. Es un rey ideal, y por eso el autor del Salmo 17 termina diciendo: «Felices los que nazcan en aquellos días».

Si imaginamos al grupo de Jesús, que vive de limosna, peregrina de un sitio para otro sin un lugar donde reclinar la cabeza, en continuo conflicto con las autoridades religiosas, decir que Jesús es el Mesías implica tener deseos de triunfalismo, donde siempre hay vencedores y vencidos. Esto no es la propuesta del Evangelio.

Lo que piensa Jesús de sí mismo

En contra de lo que cabría esperar, Jesús prohíbe terminantemente decir eso a nadie. Y en vez de referirse a sí mismo con el título de Mesías usa uno distinto: “Hijo del Hombre”, que parece inspirado en Ezequiel (a quien Dios siempre llama “Hijo de Adán”) y en Daniel. Lo importante no es el origen del título, sino cómo lo interpreta Jesús: el destino del Hijo del Hombre es padecer mucho, ser rechazado por las autoridades políticas, religiosas e intelectuales, sufrir la muerte y resucitar. En una concepción popular del Mesías, como la que podían tener Pedro y los otros, esto es inaudito. El Camino de la Cruz, es decir del amor que se dona es lo que muestra quien el realmente la persona de Jesús.

Conflicto entre Pedro y Jesús

Después de presentar el camino de la pasión Jesús termina hablando de resurrección. Pero Pedro se queda en el sufrimiento, se lleva a Jesús aparte y le increpa, Jesús reacciona con enorme dureza. Pedro lo ha tomado aparte, pero él se vuelve hacia los discípulos porque quiere que todos se enteren de lo que va a decirle: «¡Retírate, Satanás! ¡Piensas al modo humano, no según Dios!» La mención de Satanás recuerda lo ocurrido después del bautismo, cuando Satanás somete a Jesús a las tentaciones. El puesto del demonio lo ocupa ahora Pedro, el discípulo que más quiere a Jesús, el que más confía en él, el más entusiasmado con su persona y su mensaje. Jesús, que no ha visto un peligro en las tentaciones de Satanás, si ve aquí un grave peligro para él. Por eso, su reacción no es serena, sino llena de violencia.

Enseñanza para todos

El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvara” La teología de la Cruz. El verdadero triunfo en la vida solo se consigue viviendo en el amor puro, en el amor que se dona, cuando uno desgasta su vida por lo que se ama y por quienes ama, es cuando la vida se llena de contenido. Cuando el discípulo-misionero conoce Jesús, cuando sabe quién es Él y acepta su destino, el destino de Jesús, termina consiguiendo el triunfo, la vida verdadera.

¿Y nosotros realmente seguimos a este Jesús? ¿Realmente vivos como Él nos enseñó?.