PALABRA DOMINICAL: DOMINGO 1º DE CUARESMA Mt. 4, 1 – 11 “CON EL DEMONIO NO SE DIALOGA”

 

DOMINGO 1º DE CUARESMA

Mt. 4, 1 – 11

“CON EL DEMONIO NO SE DIALOGA”

Con el relato de las tentaciones de Jesús inician los domingos de Cuaresma. En esta ocasión San Mateo hace referencia a tres tentaciones el demonio; así el autor describe de manera simbólica y de manera anticipada todas las tentaciones por las que tuvo que pasar Jesús a lo largo de su vida, y con ello el evangelista da testimonio de las realidades que tienen vigencia en nuestro mundo actual, en nuestras experiencias cotidianas. Con su actitud valiente Jesús nos enseña hay que tener la condición de Hijo obediente del Padre, como El.

El simbolismo continua cuando leemos que es el Espíritu quien lo conduce al desierto, que era un lugar de prueba o tentación, un lugar peligroso donde habitaban las alimañas, las fieras; no es Satanás sino el mismo Espíritu quien se posó sobre El, el día del bautismo, por tanto no se trata de una trampa o encerrona sino de algo que responde de manera misteriosa al plan de Dios.

En el pasado el pueblo de Israel fue llevado al desierto recorriéndolo durante cuarenta años, y allí fue puesto a prueba, sin embargo sucumbió ante la tentación, en cambio el Hijo de Dios afronta al mal y lo vence en su mismo terreno; lo hace por tres veces, un número simbólico que indica totalidad. Esto nos hace entender que las pruebas de toda la vida de Jesús fueron vencidas especialmente aquellas dolorosas y trágicas de su pasión y muerte. De ninguna manera cede Jesús a aprovecharse de su condición, enfocándola como un privilegio, sino que obedece como Hijo de Dios, respondiéndole con Palabra de Dios al demonio.

Es sintomático que Jesús venza las tentaciones citando la Escritura, y lo hace porque no está dispuesto a someterse a la voluntad del diablo, sino solo a la  voluntad de Dios expresada en su palabra. Al respecto, el Papa Francisco en su visita a México expresaba: “Hermanas y hermanos, metámonoslo en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre. Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar […] Jesús no le contesta al demonio con ninguna palabra propia, sino que le contesta con las palabras de Dios, con las palabras de la Escritura”.

Ninguna necesidad le es tan importante sino hacer lo que Dios quiere, obedecerle. Por eso, no utilizara su relación privilegiada con El para obtener ventajas personales. Dios es el único Señor, y ese convencimiento guiara toda su vida. Sus credenciales como Mesías, como Hijo de Dios, serán la fidelidad y la obediencia; por ello, no realiza milagros para hacerse propaganda, sino para expresar la compasión de Dios hacia los necesitados. La lógica de su vida estará guiada por el servicio y no por la idolatría del poder. Así, derrotando al enemigo, el desierto, un lugar temible, se convierte en un espacio donde Jesús experimenta la presencia y el auxilio de Dios.

Los ambientes desafiantes de un mundo secularizado no nos desanimen con sus pruebas sino más bien, la fuerza de la Palabra de Dios meditada y vivida nos impulse a convertir estos ambientes en espacios de fraternidad y donde se respire la presencia de Dios.

El tiempo cuaresmal nos ayude a renovar nuestra vocación de hijos de Dios, esa que recibimos en el bautismo y que se ve continuamente amenazada, como la de Jesús, por tantas tentaciones y fuerza que tratan de aniquilar el dinamismo de la Palabra de Dios en nosotros.