MENSAJE A LOS PAYASOS Y A LOS ARTISTAS DE LA ALEGRÍA.

Palacio episcopal,  Ref.. 53, Col. Centro, Santiago de Querétaro, Qro., 10 de Diciembre de 2017.

Año Nacional de la Juventud.

 

Muy ilustres payasos, queridos artistas de la alegría:

Con alegría me complace poder dirigirme a todos ustedes en este día tan especial,  en el cual se reúnen en la «Casa de Dios» para celebrar juntos la fe y poder así agradecer al Señor, las bendiciones y los beneficios que su amor y su misericordia les han regalado, a lo largo de este año. Con la esperanza y su Providencia se extiende sobre cada uno de ustedes y puedan así, seguir dando testimonio del amor de Dios a través de su trabajo y de su apostolado, entre los niños y las jóvenes generaciones.

Como ustedes bien se dan cuenta, cada día está más cerca la celebración anual de la Navidad, en la cual los cristianos de todo el mundo, celebraremos el acontecimiento que le dio un giro a la historia de la humanidad: la Encarnación del hijo de Dios en el seno de la Virgen María. Dios se hizo hombre para entendernos mucho mejor y así, ofrecernos la salvación.

Al ser la Navidad,  la segunda fiesta más importante para nosotros en la iglesia,  necesitamos prepararla y junto con ella, prepararnos También nosotros de tal forma que llegado el momento sepamos disfrutarla, saborearla  Y aprovechar cada momento y cada una de las cosas hermosas esta fiesta implica. Por esta razón,  la iglesia nos ofrece El adviento,  es decir, el tiempo litúrgico que paulatinamente nos llevará, hasta la noche Santa de la Navidad. En este tiempo,  la liturgia nos ofrece la lectura del Profeta Isaías,-,  estuvo encaminada a profetizar a los hijos de Israel Salvador estaba cerca consolando y animando a seguir adelante. Dice por ejemplo «¡Consuelen,  consuelen a mi pueblo como dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido» (cf. Is 40, 1-5).

Queridos payasos: cuando la realidad social,  la economía, la política, las guerras, las enfermedades, las catástrofes naturales y todo el clima de violencia que nos circunda, nos abruman y nos entristecen, ustedes están llamados a ser como El Profeta Isaías, «profetas de la alegría», te consuelen al pueblo de Dios. Ayuden a descubrir en la fe y en la persona de Jesús como un motivo y una razón de ser y de vivir alegres. Cada uno de ustedes hoy el profeta les dice: Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sion; levantó con fuerza tu voz, tú que llevas buena noticia a Jerusalén. Levántala  sin temor, di a  las ciudades de Judá: ¡Aquí está tu Dios!».(Is. 40,9). Es una gran invitación a ser «profetas de la alegría». «todo cristiano, sobre todo nosotros,  estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da  serenidad y alegría: la consolación de Dios, ternura para con todos.  Pero sólo podemos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él». Al llamarles Dios les dice: «¡Tú eres importante para mí, te quiero,  cuento contigo!». Ser «profeta de la alegría»  significa decirle a los que viven tristes, los que han perdido la esperanza y la alegría de vivir que: «¡Aquí está tu Dios!» pero para poder decirlo, hay que creerlo y hay que poseerlo.

Les animo para que se llenen de Dios.  Invitó a cada uno «a renovar ahora mismo su encuentro personal con Cristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él,  de intentarlo cada día sin descanso» (Francisco con la exhortación apostólica Evangelii gaudium n.3).

Quién ha encontrado al señor y lo sigue con fidelidad es un Mensajero de la alegría del espíritu. “sólo gracias a ese encuentro-o reencuentro-con el amor de Dios,  que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad».  La persona llamada es convocada a ser ella misma es decir hacer lo que puede ser.  Podemos decir que la crisis de la vida consagrada depende también de la incapacidad de reconocer esta llamada profunda, incluso en los que viven ya tal vocación.

Un camino cotidiano con personal y fraterno como marcado por el descontento por la amargura que nos cierra en la lamentación, en una permanente nostalgia por caminos inexplorados y por sueños no realizados, se convierte en un camino Solitario. Nuestra vida,  llamada a la relación en el cumplimiento del Amor puede transformarse en tierra desierta. Estamos invitados en cada edad Volver al centro profundo de la vida personal,  ahí donde encuentran sentido y verdad las motivaciones de nuestro vivir con el maestro y discípulo del maestro.

La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la Misericordia,  la ternura del Señor,  enardece el corazón,  despierta la esperanza,  atrae hacia el bien. ¡ La alegría de llevar la consolación de Dios!.  Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo esperan una palabra de consolación, de cercanía, de perdón y de alegría verdadera. Somos llamados a llevar a todos el abrazo de Dios, se inclina con ternura de madre hacia nosotros: signo de humanidad plena,  signo de la consolación.

La alegría cristiana no es una simple diversión,  no es una alegría pasajera; la alegría cristiana es un don,  es un don del Espíritu Santo. Es tener el corazón Siempre alegre porque el señor ha vencido, y me ha dado la gracia y me ha hecho hijo del Padre… Esa es la alegría cristiana. Un  cristiano vive en la alegría.

Muchas felicidades a todos ustedes. Lamentó no haber podido estar en este día tan especial, sin embargo,  he querido de corazón hacerme presente de esta manera.

El Señor les bendiga y les conceda los deseos de su corazón  y que la Virgen de María,  Nuestra Señora de la Alegría,  interceda siempre por ustedes.

 

Fraternalmente en Cristo y María.

 

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro