Los primeros días de un Estado

Cuando la ONU realizó la votación en que se aprobaba la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y el otro palestino el 29 de noviembre de 1947, el evento fue festejado con gran júbilo por los hebreos en Palestina. Ben-Gurión, Presidente de la Agencia Judía escribió en sus memorias: “No pude bailar ni cantar aquella noche. Miraba a los otros que danzaban de felicidad, y no alcanzaba a no pensar que la guerra era estaba ya ahí esperándolos”. Y efectivamente, se desencadenó una guerra árabe-israelí en una doble vertiente. La primera, una verdadera guerra civil que inició a finales de noviembre de 1947 y duró hasta el 14 de mayo de 1948, fecha en que sale de Palestina el ejército inglés al terminar el Mandato. La otra, fue una guerra al estilo convencional que inició el 15 de mayo de 1948, día en que se proclamó la independencia de Israel en base a la Resolución 181 de la ONU. El Estado naciente hizo frente a los que se oponían a su nacimiento: Siria, Egipto, Jordania, Líbano e Irak. Además de algunos contingentes que provenían de Yemen y Arabia Saudita. Entre noviembre del ’47 y mayo del ’48 Israel había constituido un ejército de alrededor de 15,000 efectivos y se le dio la tarea de custodiar las fronteras nacientes y los asentamientos de los hebreos en territorio palestino. Esto provocó muertes de un lado y otro.

Como Presidente del nuevo Estado fue nombrado Caín Weizmann y, Jefe de Gobierno David Ben-Gurión. Después de la proclamación de independencia el nuevo Estado fue reconocido inmediatamente tanto por Estados Unidos, como por la Unión Soviética.

La ONU negoció una tregua que entró en vigor el 11 de Junio del mismo año. Israel, violando el acuerdo, compró armamento a Checoslovaquia y también equipo estadounidense, así, al reiniciar la guerra el día 18 del mismo mes pudo de manera relativamente fácil dominar a los contrarios que además por divisiones internas no se ponía de acuerdo para coordinar sus acciones. De las ciudades árabes ocupadas en esos días destaca la de Lydda, de la cual se calcula fueron expulsados unos 70,000 palestinos hacia la ciudad de Ramallah; durante el viaje murieron innumerables personas de cansancio, hambre y sed, sobre todo ancianos y niños. El 18 de julio siguiente inició una segunda tregua, mientras tanto el delegado de la ONU, Folke Bernadotte, propuso un plan para conseguir la paz; murió asesinado por sionistas del Lehi (acrónimo en hebreo de Luchadores por la libertad de Israel).

Con la intervención de los Estados Unidos y la ONU se llega a un acuerdo para terminar el conflicto entre Israel y Egipto el 24 de febrero de 1949, mismo que servirá de modelo para luego hacer lo propio con Siria, Líbano y Jordania y se definieron los límites territoriales, al menos hasta 1967.

Consecuencia de esta guerra fue, entre otras, el que muchos palestinos salieron de sus ciudades en calidad de refugiados en lo países limítrofes. Los judíos hablan de cerca de 500,000 personas; las versiones palestinas hablan de un millón de personas; historiadores contemporáneos dicen que fueron entre 700 y 800 mil los desplazados; el cómo fue posible esto en tan pocos días es algo que todavía se discute.

Son muchos los motivos para que existan odios y rencores, lo cierto es, como dice el Papa Francisco, que construir la paz es algo difícil, pero vivir sin ella, un tormento. Oremos por la paz.

Pbro. Filiberto Cruz Reyes
Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» el 10 de agosto de 2014