Lectio Divina: XIII Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C

1. Lectura del Texto: Lc 9,51-62

(Se pide la luz del Espíritu Santo)

 

Ven, oh Espíritu Santo, atiéndenos,
Espíritu del Padre, vivifícanos,
Espíritu del Hijo, sálvanos.
 
Oh Amor eterno, llénanos,
con tu fuego, inflámanos,
con tu luz, ilumínanos.
 
Fuente viva, sácianos,
de nuestros pecados, lávanos.
Por tu unción, fortalécenos.
 
Por tu consuelo, confórtanos.
Por tu gracia, guíanos.
Por tus ángeles, protégenos.
No permitas jamás que nos separemos de Ti,
Dios Espíritu Santo, escúchanos.
 
Con el dedo de tu gracia, tócanos.
Vierte en nosotros el torrente de la virtud.
Fortalécenos con tus dones,
y con tus frutos, refrigéranos.
 
Líbranos del maligno enemigo,
en la última batalla, úngenos,
a la hora de la muerte, defiéndenos.
 
Entonces llámanos hacia Ti,
para que con todos los santos
alabemos al Padre, al Hijo y a Ti,
Consolador piadoso y eterno. Amén

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

 

Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a donde quiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia tras, no sirve para el Reino de Dios”. Palabra del Señor.

 

Repasar el texto leído

(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

  • ¿Qué tiempo se acercaba y qué determinación tomó Jesús? v.51
  • ¿A dónde envió mensajeros Jesús y para qué? v.52
  • ¿Por qué no lo recibieron los samaritanos? v.53
  • ¿Qué pretendían hacer Santiago y Juan? v.54
  • ¿Qué hizo Jesús? vv.55-56
  • ¿Qué le dijo a Jesús una persona mientras iba de camino? v.57
  • ¿Qué respondió jesús? v.58
  • ¿Qué invitación hizo Jesús a uno y qué le respondió? v.59
  • ¿Qué replicó Jesús? v.60
  • ¿Qué le dijo otro a Jesús y qué condición le puso? v.61
  • ¿Qué le respondió Jesús? v.62

 

Explicación del texto

Los temas de este relato son: La repulsa de los samaritanos y las exigencias del discipulado. El camino que lleva hacia Jerusalén, es el camino hacia la muerte de Jesús, al cumplimiento perfecto de su misión. El ejemplo y la doctrina de Jesús exigen de sus seguidores la disposición al sufrimiento; pero este sufrimiento supone la oportunidad para una plena consagración y un triunfo glorioso.

Los pasos de Jesús caminan imperturbables hacia Jerusalén, la ciudad de las promesas, donde los piadosos israelitas se acercaban a la presencia divina en el templo. Para que esta ciudad sea instaurada en gloria, Jesús ha de ser expulsado de la Jerusalén de los escribas, fariseos y sacerdotes; cuando ocurra esto, las esperanzas y la plenitud de la ciudad santa pasarán a Jesús, y en él seguirá la nueva ciudad santa, que excederá sus dominios hasta los límites de la tierra, cuando todos los hombres reconozcan a Jesús como salvador.

El rechazo de los samaritanos, impulsa a Jesús aún más decididamente a enfrentarse al rechazo y a la misma muerte que sufrirá en su propio pueblo. Subir a Jerusalén significa que la vida de Jesús se ve como una ascensión a través de la hostilidad y la agonía de la muerte, hasta la gloria de la consumación. Los samaritanos son originariamente un pueblo gentil, es decir, paganos. Son descendientes de los extranjeros asentados en Israel después de la deportación de los israelitas en el año 721 a. C. Santiago y Juan quieren hacer caer fuego del cielo para acabar con ellos. Entendemos mejor porqué Jesús los llamó “hijos del trueno”, Jesús les enseña que no se debe imponer con violencia.

Jesús enseña también en este relato las exigencias de la condición de discípulo, inculca a los discípulos la constancia con que han de seguir el camino. Jesús no engaña a nadie que quiera seguirle, las zorras tienen madriguera pero él y el discípulo con él no tienen dónde reclinar la cabeza, exige una entrega total. Cuando el evangelista san Lucas habla de la pobreza extrema de Jesús, aplica términos de exaltada dignidad como lo hace aquí: “Hijo de hombre” y “Señor”.

Jesús dice al que llama: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Es un juego de palabras; que los espiritualmente muertos entierren a los físicamente muertos; el mensaje de él es mensaje de vida. Jesús no trataba de que sus palabras fueran tomadas al pie de la letra, sino que más bien pretendía estimular la reflexión. Jesús exige más que los otros profetas a sus seguidores, arar el reino supone sacrificio; no se puede mirar atrás sin que la tarea sufra disminuciones.

 

2. Meditación del Texto

(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

Este Texto nos enseña que ha llegado el momento de subir a Jerusalén, se trata de la partida de Jesús, en griego se dice de la “asunción” de Jesús, del paso hacia el Padre.

Este camino tiene dos movimientos contrarios. El primero es un camino que lo aleja de nosotros, y al dejarnos solos, suscita la nostalgia de alcanzarlo. Es su asunción, que indica al mismo tiempo su muerte y su glorificación, es rechazo por los hombres, pero acogido por el Padre, el ser levantado en la cruz y ser asumido en el cielo. El segundo movimiento lo hace acercarse a nosotros, y al hacerse nuestro compañero de camino, comparte el camino y la vida, la palabra y el pan. Realiza así la salvación en nuestra historia y es un anticipo de su regreso final. Al acoger el anuncio de su palabra, dejamos entrar en nuestra vida a aquel que, después de partir de Jerusalén, regresa del mismo modo como lo vimos partir. Su viaje hacia el Padre y su venida entre nosotros son parte de la única misión histórica. Rechazado por sus hermanos por la desobediencia, Él se entrega por obediencia al Padre, y los salva a través de la misericordia y la cruz.

Jesús reprende a sus discípulos que quieren imponerse por la fuerza. Les enseña a vencer mediante la misericordia de un amor que quiere ser amado libremente no por obligación. Por eso es siempre pobre y humilde, dispuesto a llevar sobre sí el fuego que debería destruir al que no lo acoge. El rostro manso y humilde de Jesús, es su poder que salva aunque sea a largo plazo, no se cansa de esperar una respuesta generosa.

Jesús advierte a quienes quieren ser sus discípulos la seriedad del camino que van emprender con él. Se debe eliminar todo aquello que pueda ser un obstáculo en el seguimiento. En muchas ocasiones nuestra voluntad tiene sus deseos y prioridades que se oponen  al seguimiento radical de Jesús. Es una voluntad que está dividida entre el deseo de seguirlo a Él y el de tener las propias seguridades materiales, afectivas y personales.

Es necesaria una decisión que rompa con la imagen de la madre (el mundo de las necesidades y de las seguridades materiales), con el Padre (el mundo de los afectos, de los deberes y de las relaciones), y con los condicionamientos del yo( seguridad de la propia identidad): son la pobreza, la castidad y la obediencia necesarias para el seguimiento, para la superación de la tentación del tener, del poder y  del placer.

 

3. Compromiso personal y comunitario

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • Trabajar en la misión de llevar el mensaje de amor de Jesús dentro de nuestra colonia o nuestra comunidad.
  • Dar testimonio del amor de Jesús en nuestra vida, con nuestro trabajo y con nuestras palabras.
  • No rechazar a quien no acepta tener la misma fe, al rechazo responder con un gesto generoso de caridad.
  • Dar de nuestro tiempo para la obra de evangelización, sabiendo que Jesús nos dará con generosidad lo que necesitemos.
  • Afrontar con mucha confianza las adversidades de la vida, aprendiendo a ser verdaderos discípulos de Jesús.
  • No buscar recompensa ni privilegios en el camino del seguimiento de Jesús.

 

4. Oración

(Se puede hacer una oración donde participe quien guste en voz alta y den gracias a Dios por la Palabra escuchada o recitar alguna oración ya  formulada)

 

Ser discípulo es construir comunidad de seguidores.
El camino del Reino se hace unidos;
no en solitaria, liberal y egoísta relación con Dios
sin los hermanos.
 
La comunidad se hace
en el camino,
se nutre del compromiso
y la práctica de todos,
se fortalece
en la oración compartida
y en la búsqueda incesante
de la palabra de Dios
aplicada a nuestros días.
 
Ser discípulo es morir
al dios que todos nos hacemos,
para nacer al Dios de Jesús,
Padre, Liberador
y lleno de misericordia-amor concreto por su pueblo.
Ser discípulo es aceptar a Dios
ser Dios.
 
Destruir los ídolos
que encierran al corazón
y ponerse en sus manos
para hacer su voluntad,
el Reino y la Vida.
 
Ayúdanos Señor
a ser tus discípulos
con alegría y fidelidad.
 
Abre nuestro corazón
a tu palabra,
abre nuestra mirada
para ver desde Dios la vida,
la historia,
el sufrimiento de tantos,
los compromisos y las opciones
que puedan recrear tu camino
en el aquí y ahora
de nuestros días. Amén.