HOMILÍA EN LA CELEBRACIÓN DEL ENCUENTRO DIOCESANO DE PASTORAL DE ADOLESCENTES Y JÓVENES

Templo parroquial de la Parroquia de San Miguel Arcángel,  Carrillo, 03 de diciembre de 2016.

Año de la evaluación y programación del PDP.

Memoria de San Francisco Javier

15384355_1522066031141088_6688612007657995523_o

Queridos adolescentes y  jóvenes:

  1. Con alegría nos reunimos esta mañana para dar inicio al XIII Encuentro Diocesano de Pastoral de Adolescentes y Jóvenes,  que bajo el lema “Salió el sembrador a sembrar” (Mt 13, 3), pretende “fortalecer el proceso ‘Misión Joven’ que nos permitirá identificar los espacios vitales, las periferias geográficas y existenciales para que mediante el anuncio del Evangelio se impulse la construcción de la civilización del amor en cada una de las parroquias y decanatos de nuestra Diócesis”. De esta manera queremos dar continuidad a la tarea misionera que la realidad de adolescentes y jóvenes está exigiendo. Pues no podemos permanecer indiferentes ante la realidad diocesana donde la población la integran un poco más de 800, 000 adolescentes y jóvenes y; cuando las nuevas generaciones son las más afectadas por una cultura del consumo, en sus aspiraciones personales más profundas. Para las nuevas generaciones el futuro es incierto. Y como señala el documento de Aparecida esta cultura no es solamente algo que viene de fuera. Los mismos jóvenes “son productores y actores de la nueva cultura” (DA, 551).
  1. La palabra de Dios que en esta mañana de Adviento acabamos de escuchar, nos ilumina y nos oriente para entender por dónde debemos caminar. San Mateo (9, 35-10, 1. 6-8) nos relata una de las escenas más desafiantes y comprometedoras del anuncio evangélico. Vemos a Jesús recorriendo ciudades y pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio  y curando toda clase de enfermedad y dolencia (cf. v. 35). Jesús nos pone el ejemplo: sale, camina, entra en la ciudad, no se estaciona, toca la realidad en el campo de batalla, se goza en medio de la gente. Solo así se da cuenta que  la gente le necesita, que la gente sufre, que la gente necesita de la consolación, de la curación, pero sobretodo de Dios.
  1. Llama la atención de Jesús sus actitudes, sus gestos, y sobre todo sus palabras. Jesús ‘siente compasión’. La expresión ‘sentir compasión’ menciona el fundamento del envío de los discípulos y no designa simplemente un sentimiento, sino que apunta la carácter mesiánico del conjunto. Él hace presente la misericordia de Dios. Esta misericordia se concreta en el envío de los obreros que deben recoger la cosecha ya madura. La multitud agotada y cansada suscita la compasión de Jesús, precisamente por la ausencia del Pastor en medio de su pueblo. Una ausencia que ha llevado a las ovejas a la dispersión y al abatimiento, poniéndoles en un peligro que les puede llevar incluso a la muerte. De esta situación surge la nostalgia, la expectativa y la esperanza de un pastor escatológico que cuide a Israel y se preocupe por él. Es por eso que Jesús afirma: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Ruguen por lo tanto, al dueño de la que envíe trabajadores a sus campos” (v. 37). Jesús es ese pastor escatológico que se hace cargo del rebaño disperso y sin guía, y las profecías veterotestamentarias encuentran en él su cumplimiento. El anuncio del Evangelio y la trasmisión de su poder a los discípulos enviados son signos del misericordioso beneplácito de Dios que actúa a través de su pastor escatológico.
  2. Queridos adolescentes y jóvenes, la realidad que nos presenta el evangelio, en nuestros días es muy similar, en muchos campos de nuestra sociedad. Nos damos cuenta como diferentes sectores andan “como ovejas sin pastor”. El desafío es claro. Jesús quiere hacerse  hoy presente en medio de ellos; quiere acercarse y curar sus enfermedades y dolencias. Es por eso que en el evangelio, en seguida dice: [Jesús] “llamando a sus discípulos para expulsar a los demonios, y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Y les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel, vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los enfermos. Resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios” (cf. Mt 10, 7). A cada uno de nosotros —sacerdotes y laicos— por medio del Bautismo, Jesús nos ha dado esta misión. Nos ha dado la autoridad orientada para hacer el bien, curar, consolar, aliviar el sufrimiento. Es un regalo de Jesús. Por eso, todos y cada uno de nosotros hemos de predicar lo que predicaba él. Sentir compasión como la sentía él.   “La propia vocación, la propia libertad y la propia originalidad son dones de Dios para la plenitud y el servicio del mundo” (DA, 111).
  1. Durante estos dos días ustedes reflexionarán precisamente sobre los campos concretos, donde hace falta dejar caer la semilla del evangelio. Yo los invito para que sean muy realistas y vean con los ojos de Jesús. La mirada de Jesús estaba llena de cariño, de respeto, de amor. Sufría al ver a tanta gente perdida y sin orientación. El método de la nueva evangelización hoy es este: “ver cómo Jesús veía y actuar como Jesús actuaba”.
  1. El día de hoy la Iglesia celebra la memoria de un gran santo misionero, quien supo entender el evangelio y poner en práctica. San Francisco Javier. Este joven intrépido que desde muy temprana edad se decide por la causa del Señor. Hijo de familia noble en España. Mientras estudiaba en Paris, se unió a San Ignacio de Loyola,  quien lo fue acercando poco a poco a Jesucristo, ayudándolo a darse cuenta del poco valor de los bienes de la tierra y de lo mucho que valía ayudar a los demás. Poco a poco, Jesucristo fue ganando espacio en su vida, y cuando acabó sus estudios, ya ha decidido dedicar su vida a enseñar a los demás hombres la fe en Dios.
  1. En 1534, fue uno de los siete con que San Ignacio funda la Compañía de Jesús, y haciendo voto de absoluta pobreza, marchan a Tierra Santa para comenzar desde allí su obra misionera. A los 31 años, es ordenado sacerdote en Venecia junto a sus compañeros de la naciente Compañía de Jesús. En 1541, con 35 años, parte desde Lisboa hacia Goa (India), donde comenzará la parte más importante de su vida: la de misionero. Sus primeros años los pasó atendiendo una leprosería.
  1. En 1544 parte rumbo a Malasia donde misionará durante seis meses. Solía adaptar las verdades de fe a la música popular, método que tuvo gran éxito. De aquí parte a Amboino (Islas Molucas), y recorrió varias islas predicando durante cerca de año y medio. Cuando predicaba, más que sus argumentos, convencía con su santidad y con la fuerza de sus milagros. Su predicación era constante y tenaz, regresando una y otra vez con diferentes medios hasta conseguir transmitir la fe a las personas a que se dirigía.
    Su único equipaje eran su libro de oraciones y su incansable ánimo para enseñar, curar a enfermos, aprender idiomas extraños y bautizar conversos por millares. Dedicaba las noches a la oración y, si no lograba dormir, pasaba horas recostado  junto al sagrario.
  1. En una de sus cartas leemos: “Muchos en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas ganas me vienen de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París y de ponerme a gritar por doquiera  como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen  más ciencia que caridad, con estas palabras: ¡Ay, cuantas almas, por vuestra decidía, quedan excluidas  del cielo y se precipitan en el infierno! ¡Ojalá pusieran  en este asunto el minimo interés que ponen en sus estudios!” (De la vida de Francisco Javier, escrita por H. Tursellini, Roma 1956, libro 4, Cartas 4 [1542] y 5 [1544]).
  1. Nuevamente vuelve a la India, evangelizando allí durante un año. Cuando los enfermos eran demasiados para poder atenderlos a todos, les entregaba su rosario, que llevaba siempre al cuello, y su solo contacto los curaba. Ya en 1545 se dirige a Japón, donde luego de aprender el idioma, logró traducir al japonés una exposición muy sencilla de la doctrina cristiana que repetía a cuantos estaban dispuestos a escucharle. Todos los que lo conocieron le describieron como una persona muy alegre y optimista, dispuesta a trasmitir a los demás la felicidad que le producía haber sido escogido por Dios para difundir su palabra. En su último viaje, salió de la India con intención de llegar a China, pero antes de llegar, cayó enfermo. A pesar de encontrarse con mucha fiebre, no se quejaba, ni pedía nada, solamente rezaba.
  1. Murió el 3 de diciembre de 1552, a los 46 años. Había recorrido más de 120.000 kilómetros, como tres veces la  vuelta a la tierra, conquistando corazones para Dios. Fue canonizado junto a San Ignacio, y otros, por el Papa Gregorio XV, el 12 de Marzo de 1622. En 1904. San Pío X le nombra Patrono de las Misiones, por haber consagrado su vida a la predicación del Evangelio “hasta los confines de la tierra”.
  1. Queridos adolescentes y jóvenes, asumamos el ejemplo de Cristo. ¡Es posible! San Francisco Javier nos ha puesto el ejemplo. Que como él, también nosotros hoy podamos llegar a decir: “Señor, aquí me tienes; ¿qué quieres que haga? Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta la India” (cf. De la vida de Francisco Javier…).  Amén.

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de  Querétaro