HOMILÍA EN LA CELEBACIÓN EUCARÍSTICA CON MOTIVO DE LA CLAUSURA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA.

HOMILÍA EN LA CELEBACIÓN EUCARÍSTICA CON MOTIVO DE LA CLAUSURA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA

Santa Iglesia Catedral, Santiago de Querétaro, Qro., domingo 13 de noviembre de 2016.

Año de la misericordia

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Estimados hermanos y hermanas todos en el Señor:

  1. Después de recorrer el itinerario marcado por la mística del año de la misericordia, nos reunimos hoy como Iglesia diocesana para agradecer a Dios todos los beneficios que hemos podido experimentar. Aquí y en muchas partes de nuestra diócesis, numerosos fieles hemos tenido la oportunidad de cruzar la Puerta Santa de la misericordia que es Cristo, acercándonos al sacramento de la Reconciliación; comprendiendo que para Dios no existe situación o pecado que no pueda ser perdonado, siempre y cuando el corazón humano esté dispuesto para perdonar y ser perdonado.
  1. Llegamos al final de un tiempo privilegiado de gracia, donde se ha puesto de manifiesto que para Dios, lo más importante es y será siempre, poner al hombre en el centro de la vida, de la cultura, de la iglesia, de la sociedad, e invitarle para que sea partícipe de su amor puro y genuino. Sin embargo, esto no significa que se cierre para nosotros la puerta de la salvación; al contrario, gracias a este tiempo es que queremos ser una Iglesia cuya conciencia sea que “La misericordia es la viga maestra que sostiene su vida, su ser y su misión” (cf. MV, 10). Jesús en su evangelio insiste en que es necesario esforzarse por cruzar por la puerta angosta, especialmente amando como él nos amó (cf. Jn 10, 24). Nos recuerda que el principal y único objetivo de la vida cristiana es la salvación. Lo cual significa que todo lo que hagamos y toda nuestra vida, tiene que estar orientado para buscar conseguir el Reino de Dios. Jesús es muy claro, “es necesario pasar por él”. ¿Qué significa esto? Significa escuchar su palabra y cumplirla. Significa amarle a él y amar a los hermanos. Inclusive hasta dar la propia vida. Significa seguirle, cargar la propia cruz y correr la misma suerte que él.
  1. Hoy más que nunca el amor misericordioso es por eso, el único camino que hay que recorrer. Cuánta necesidad tenemos todos de ser un poco más misericordiosos, de no hablar mal de los demás, de no juzgar, de no difamar a los demás con las críticas, con las envidias, con los celos. Debemos perdonar, ser misericordiosos, vivir nuestra vida en el amor. “La Iglesia « vive un deseo inagotable de brindar misericordia ». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente la justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa” (cf. MV, 10). La misericordia, no está reservada sólo para momentos particulares, sino que abraza toda nuestra experiencia cotidiana, todo nuestro ser y quehacer eclesial.
  1. La palabra de Dios de este domingo, con un lenguaje apocalíptico, nos insta a poner atención en lo que realmente debe ocuparnos y en lo que nos puede ayudar para conseguir la vida. No podemos confiarnos en las propias seguridades o cualidades personales e incluso institucionales. Para los judíos el Templo era lo más importante y lo que incluso les daba identidad como pueblo, por su significado y su trascendencia. Jesús, valiéndose de ello les dice: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido” (v.6). A nosotros nos puede pasar lo mismo, quedarnos anclados en las estructuras personales, pastorales e incluso institucionales y olvidarnos de lo que realmente es importante para la salvación: la misericordia.
  1. El mismo Jesús nos invita para que en vez de estarnos preocupando por lo que va a suceder, nos pongamos a trabajar a partir de dos acciones concretas(cf. Lc 21, 5-19):
  1. No se dejen engañar por los falsos mesías”. En este sentido hemos de  ser conscientes que la garantía de un auténtico mesianismo es el amor que pasa por la cruz. Un amor que se dona gratuitamente. Y en ello, Jesús es modelo, pues ante la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde lo profundo del corazón una intensa compasión por ellas y les dio de comer (cf. Mt 9,36). A causa de este amor compasivo curaba los enfermos que le presentaban (cf. Mt 14,14) y con pocos panes y peces calmaba el hambre de grandes muchedumbres (cf. Mt 15,37). Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cf. Lc 7,15). Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: “Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo” (Mc 5,19). En la actualidad muchos, quieren y pretenden ser mesías del pueblo, sin tomar en cuenta que el único Mesías es Cristo, quien dio su vida por nosotros.
  1. Vivan el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia”. El Señor no quiere que vivamos tristes. Nos pide que demos testimonio incluso con la propia vida, si es necesario. Hacer la caridad y ejercer la misericordia no es fácil. Decía e Papa Francisco: “La misericordia tiene ojos para ver, oídos para escuchar, manos para levantar…” (Audiencia jubilar, 30 de junio de 2016). En la vida cotidiana esto muchas veces no es tan fácil. Porque exige de nuestro tiempo, de nuestro dinero, de nuestro esfuerzo y sobretodo de nuestra voluntad. La enseñanza de Jesús que hemos escuchado no admite vías de escape: Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estaba desnudo, refugiado, enfermo, en la cárcel y me ayudasteis (cf. Mt 25, 35-36). No se puede pasar de largo ante una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. ¡Jesús nos dice esto! Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que son testimonios concretos. Obligan a arremangarse para aliviar el sufrimiento.
  1. Queridos hermanos y hermanas, este es el camino para obtener la vida. Esta es realmente la única certeza de la vida. si queremos llegar al cielo. tenemos que vivir y ejercer la caridad. Estemos atentos y levantemos a cabeza, porque se acerca nuestra liberación (cf. Lc 21, 28). A causa de los cambios de nuestro mundo globalizado, algunas pobrezas materiales y espirituales se han multiplicado: por lo tanto, dejemos espacio a la fantasía de la caridad para encontrar nuevas modalidades de acción. De este modo la vía de la misericordia se hará cada vez más concreta. A nosotros, pues, se nos pide permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, ante las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite y llegue a ser incapaz de ver lo esencial (cf. Audiencia jubilar, 30 de junio de 2016).
  1. Pidamos a Dios que nos permita entender esto, de manera que habiendo pasado el año de la misericordia, no vayamos a caer en el error de olvidar lo que realmente es esencial para nuestra salvación. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza. se acaba este año pero el tiempo de la misericordia no.  Jesucristo sigue siendo el mismo ayer y hoy, y lo será para siempre” (Hb 13, 8).
  1. Que la Madre de la Misericordia, la Santísima  Virgen Santísima, nos ayude con su intercesión, para que juntos en el cielo, podamos cantar eternamente las misericordias del Señor. Amén.

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de  Querétaro