HOMILÍA EN EL CONGRESO NACIONAL DEL MÉTODO BILLINGS.

Centro de Desarrollo Comunitario, Tequisquiapan, Qro., sábado 18 de noviembre de 2017.

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Muy estimados hermanos y hermanos todos en el Señor:

 

  1. Con alegría les saludo a todos ustedes, quienes venidos de diferentes partes de la República Mexicana, participan en este Congreso Nacional, con el afán de renovar y profundizar en los conocimientos del Método de Ovulación Natural Billings. Saludo de manera muy especial al matrimonio de los Ester y Antonio, responsables nacionales de coordinar y tutelar esta gran obra, al servicio de la vida y de la familia.

  1. El lema que han acogido para este Congreso: “La ciencia y el amor al servicio de la vida”, de manera significativa nos ayuda a centrarnos en uno de los temas acuciantes de la era posmoderna en la que nos encontramos, pues el poder de la biotecnología, que ya permite manipulaciones de la vida hasta ayer impensables, plantea importantes problemas.

  1. La decisión de tener un hijo depende de muchos factores. Desde hace ya algún tiempo, en el centro de la política nacional de la familia, está el desarrollo de la actividad laboral ininterrumpida de ambos padres y con esto viene una mejor conexión en la compatibilidad entre “familia y trabajo.” Pero más allá de esto que es crucial para el futuro de las familias, está la creación de condiciones esenciales, que permitan a los padres jóvenes, poder decidir libre e independientemente sobre el modo de organizar el matrimonio y la familia. Posibilidad de cuidado de los niños, horarios de trabajos flexibles, trabajos “part-time” y la reinserción en la vida laboral, son factores importantes. Sobre la formación de la familia y el número de hijos, también influyen preguntas como si es el momento adecuado de hacer crecer la familia, si la relación entre los cónyuges es estable, qué seguridades ofrece la vida, si la sociedad es adecuada, cuál el acuerdo acerca de las tareas del hogar, etc.
    En lo pastoral, la Iglesia, en su rol de defensa de la familia frente a la sociedad y la política, ayuda a promover un clima favorable en la vida y la familia, y ayuda a asumir las responsabilidades respectivas. Además, se empeña en crear las mejores condiciones para que esto suceda. De hecho, la apertura a la vida no sólo es un desafío de la teología moral, sino también de la ética social.

  1. Ante esta realidad cada vez más palpable, es urgente intensificar el estudio y la comparación de los efectos de esta evolución de la sociedad en un sentido tecnológico para articular una síntesis antropológica que esté a la altura de este desafío de época. El área de su experiencia calificada no puede limitarse, pues, a resolver problemas prácticos, hoy es necesario acompañar, guiar y formar a las nuevas generaciones en la metodología Billings, de tal manera que con conciencia crítica y cristiana, la planificación familiar sea cada vez más, de manera natural y responsable. La criatura humana parece encontrarse hoy en un pasaje especial de su historia donde se entrecruzan, en un contexto inédito, las antiguas y siempre nuevas preguntas sobre el significado de la vida humana, de su origen y su destino. Hay quienes incluso hablan de egolatría, es decir, de una verdadera adoración del ego, en cuyas aras se sacrifica todo, incluyendo los afectos más queridos. Esta perspectiva no es inofensiva: dibuja un sujeto que se mira constantemente en el espejo, hasta que llega a ser incapaz de volver sus ojos a los demás y al mundo. La propagación de esta actitud tiene repercusiones gravísimas en todos los afectos y vínculos de la vida.

  1. La Iglesia, por otra parte, tiene una amplia tradición de mentes generosas e iluminadas, que han allanado el camino para la ciencia y la conciencia de su época. El mundo necesita creyentes que, con seriedad y alegría, sean creativos y proactivos, humildes y valientes, decididos a recomponer la fractura entre las generaciones. Esta fractura interrumpe la transmisión de la vida. Hoy más que nunca es necesaria una teología de la Creación y la Redención que sepa traducirse en palabras y gestos de amor, para cada vida y para toda vida, para acompañar el camino de la Iglesia en el mundo en que vivimos

  1. La encíclica Laudato si’ es como un manifiesto de este retomar la visión de Dios y del hombre sobre el mundo, comenzando por el gran relato de revelación que se nos ofrece en los primeros capítulos del Libro del Génesis. Dice que cada uno de nosotros es una criatura deseada y amada por Dios por sí misma, no sólo un ensamblaje de células bien organizadas y seleccionadas en el transcurso de la evolución de la vida. Toda la creación está inscrita en el amor especial de Dios por la criatura humana, que se extiende a todas las generaciones de las madres, los padres y sus hijos.

  1. La Exhort. Apost. Amoris Laetitia, será muy clara muy esperanzadora cundo enseña: La familia es el ámbito no sólo de la generación sino de la acogida de la vida que llega como regalo de Dios. Cada nueva vida «nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que jamás deja de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen». Esto nos refleja el primado del amor de Dios que siempre toma la iniciativa, porque los hijos «son amados antes de haber hecho algo para merecerlo». Sin embargo, «numerosos niños desde el inicio son rechazados, abandonados, les roban su infancia y su futuro. Alguno se atreve a decir, casi para justificarse, que fue un error hacer que vinieran al mundo. ¡Esto es vergonzoso! […] ¿Qué hacemos con las solemnes declaraciones de los derechos humanos o de los derechos del niño, si luego castigamos a los niños por los errores de los adultos?». Si un niño llega al mundo en circunstancias no deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como don de Dios y por asumir la responsabilidad de acogerlo con apertura y cariño. Porque «cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será considerado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que ha sido abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres». El don de un nuevo hijo, que el Señor confía a papá y mamá, comienza con la acogida, prosigue con la custodia a lo largo de la vida terrena y tiene como destino final el gozo de la vida eterna. Una mirada serena hacia el cumplimiento último de la persona humana, hará a los padres todavía más conscientes del precioso don que les ha sido confiado. En efecto, a ellos les ha concedido Dios elegir el nombre con el que él llamará cada uno de sus hijos por toda la eternidad. (AL, 166).

  1. Queridos congresistas, estas y otras realidades deberán ser atendidas desde nuestra tarea y misión pastoral. deseo que las reflexiones que se harán durante estos días, realmente favorezcan para que la vida humana sea promovida con amor y se vea alejada de toda instrumentalización. Les animo para que no desfallezcan en todo el trabajo apostólico y misionero que realizan en muchas de sus comunidades diocesanas y parroquiales. Que como escuchamos en la primera lectura, del libro de la Sabiduría, sea la palabra de Dios él único camino que nos ayude a discernir lo que debemos hacer y como lo debemos de hacer. Amén.