Lectio Divina: III Domingo de Adviento

1. Lectura del Texto: Lc 3,10-18

(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Dios nuestro, Padre de la luz,
Tú has enviado al mundo tu Palabra,
sabiduría que sale de tu boca
y que ha reinado sobre todos los pueblos de la tierra.
Tú has querido que ella haga su morada en Israel
y, que a través de Moisés, los Profetas y los Salmos,
ella manifieste tu voluntad
y hable a tu pueblo de Jesús, el Mesías esperado.
Finalmente, has querido que tu propio hijo,
Palabra eterna que de ti procede
se hiciese carne
y plantase su tienda en medio de nosotros.
Él, nació de la Virgen María
y fue concebido por el Espíritu Santo.
Envía ahora tu Espíritu sobre mí:
que Él me dé un corazón capaz de escuchar
me permita encontrarte en tus Santas Escrituras
y engendre tu Verbo en mí.
Que tu Espíritu Santo levante el velo de mis ojos
que Él me conduzca a la Verdad completa
y me dé inteligencia y perseverancia.
Te lo pido por Jesucristo, nuestro Señor,
Que sea bendito por los siglos de los siglos.
Amén.

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga los mismo”. También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.  Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizás Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas diciéndoles: Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que  yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”. Con éstas y muchas otras exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva. Palabra del Señor.

 

Repasar el texto leído

(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)

  • ¿Qué le preguntaban a Juan el Bautista? v. 10
  • ¿Qué respondió Juan? v. 11
  • ¿A qué vinieron los publicanos y qué preguntaron? v.12
  • ¿Qué les respondió Juan el Bautista a los publicanos? v.13
  • ¿Qué preguntaron los soldados y qué les respondió Juan Bautista? v.14
  • ¿Qué pensaba la gente de Juan el Bautista? v.15
  • ¿Qué dijo Juan a la gente que pensaba que era el Mesías? vv.16-17
  • ¿Cómo anunciaba a la gente la Buena Nueva? v.18

Explicación del texto

En el cristianismo primitivo, los primeros cristianos intentaban presentar a Juan el Bautista como un rival e incluso como un abierto oponente de Jesús. Por tal motivo evita poner en la boca de Juan que el reino está por llegar y suprime la descripción del bautista en el papel de Elías. Por último tampoco dice “viene en pos de mí uno más poderoso que yo”, suprime la palabra “en pos de mí”, para evitar que se considere a Jesús como discípulo de Juan.

Lucas considera a Juan como el último y el más grande profeta de Israel, pero lo separa claramente del momento mesiánico glorioso que se inicia con Jesús. Lucas resalta que Juan aparece como continuador del papel de Jeremías: consagrado antes de su nacimiento, anuncia el juicio escatológico (final), la gloria mesiánica, la nueva y última alianza en la que serán admitidos hasta los más sencillos.

Juan el Bautista bautiza con un bautismo de arrepentimiento. Es una purificación ritual mediante el agua que ya realizaban los judíos y los de la comunidad de Qumrán. El bautismo de Juan se diferencia del que recibían los prosélitos judíos ya que se administraba solamente a judíos; se diferencia también de la purificación de Qumrán porque se da también a los soldados, a los publicanos y pecadores que normalmente no eran admitidos en esas comunidades.

La invitación es a la penitencia, en la literatura griega (metanoia) significa el arrepentimiento después de haber cometido una mala acción. Pero su mejor significado es como lo concibe la mentalidad judía, se fija más en la dimensión profundamente interior del arrepentimiento que de estar acompañado de algunas formas de renovación interior.

2. Meditación del Texto

(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

Este texto del evangelio revela el interés del evangelista san Lucas de dar a conocer el aspecto universal de la redención. Pues en el bautismo que administra también incluye a los publicanos, a los soldados y a todos los pecadores. Los publicanos eran recaudadores de impuestos, recibían de los romanos el derecho de recoger las contribuciones; por este hecho eran mal vistos por los judíos y por los gentiles, eran considerados traidores a la patria. Los soldados no pertenecían a las tropas regulares de Herodes Antipas o del procurador romano; más bien eran la escolta armada de los publicanos. Todos están llamados a la conversión, no se les pide un elevado misticismo, sino tan sólo una espiritualidad práctica que se vea en su modo de vivir.

La conversión que predica Juan el Bautista como condición para recibir la salvación debe dar frutos que prueben la autenticidad de su conversión. No basta con títulos o privilegios, como el hecho de decir que se pertenece a una comunidad religiosa o que se es cristiano. Esta conversión implica para Juan un cambio de vida por eso la pregunta concreta válida para todos hoy ¿Qué bebemos hacer? El cambio se debe notar concretamente en la fraternidad y la justicia: el que tenga bienes que los comparta con el que no tiene; el que tenga alimentos que los comparta con el que no tiene. No se trata sólo de dar cosas sino de dar lo que ayude para tener vida y conservar la vida.

Juan el bautista mismo recibe la salvación del Mesías con una actitud de humildad, a pesar de que es un profeta reconocido, sabe que es menor que Aquel que viene a bautizar con el fuego del Espíritu Santo. Sabe disminuir para que Jesús crezca y tome el lugar que le corresponde. El que viene “es más poderoso que yo”, Jesús es el único y el gran libertador en la guerra contra el mal y contra el pecado, su poder ha vencido al maligno y ha borrado las consecuencias del mal.

El Espíritu viene a realizar la nueva creación, así como estaba presente cuando Dios creo el universo, ahora está presente para renovar la creación manchada por el pecado, hacer creaturas nuevas por el bautismo. El fuego es signo de la presencia poderosa de Dios salvador que se manifiesta al pueblo de la alianza. Dios viene en fuego para juzgar, es decir, para cumplir sus promesas a los elegidos y suprimir el mal de en medio de ellos. Esta es la Buena Nueva, Jesús se hace presente para salvar a todos los hombres, preparemos nuestro corazón y nuestra mente para recibir la salvación que se hace presente ya desde ahora en la recepción de los sacramentos, la oración y la escucha atenta de la Palabra de Dios.

 

3. Compromiso Personal y Comunitario

(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)

  • Prepararme para hacer una buena confesión.
  • Participar más frecuentemente en el sacramento de la Eucaristía.
  • Pedir en oración la docilidad al Espíritu Santo para convertirme de corazón.
  • Reconocer las obras que me apartan del amor de Dios y cambiar.
  • Comprometerme a trabajar por los más necesitados de mi parroquia.
  •  Hacer una colecta de bienes para los más pobres.

 

4. Oración

(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada)

Una clara voz resuena
que las tinieblas repudia,
el sueño pesado ahuyéntase,
Cristo en el cielo fulgura.

Despierte el alma adormida
y sus torpezas sacuda,
que para borrar los males
un astro nuevo relumbra.

De arriba llega el Cordero
que ha de lavar nuestras culpas;
con lágrimas imploremos
el perdón que nos depura,

porque en su nueva venida
que aterroriza y conturba,
no tenga que castigarnos,
más con piedad nos acuda.

Al Padre eterno la gloria,
loor al Hijo en la altura,
y al Espíritu Paráclito
por siempre alabanza suma. Amén.