Homilía en la Misa de clausura del diplomado de Teología de la UNIVA

Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Santiago de Querétaro, Qro., 7 de julio de 2015

Año de la Pastoral de la Comunicación – Año de la Vida Consagrada

 

Estimados hermanos sacerdotes,

queridos alumnos,

hermanos y hermanas todos en el Señor:

1. La gracia de Dios nos permite esta noche poder celebrar la Eucaristía en la cual queremos agradecerle las bondades y las bendiciones que hemos recibido de su generosidad a los largo de este tiempo, en el cual hemos podido profundizar en la ciencia de Dios y comprender de manera racional el misterio que lo envuelve. Me complace poder reunirme con ustedes queridos alumnos quienes terminan este diplomado en Teología. Saludo cordialmente la Rev. P. José Moreno, Director de la facultad de Teología de la UNIVA, a quien le agradezco sus afanes por coordinar esta importante tarea al servicio del Evangelio. El estudio de la teología fuera de los seminarios es un signo claro que la ciencia sagrada también debe estar al alcance de los laicos. Es por ello que me alegro que hoy sean ustedes los que den gracias a Dios por este tiempo de estudio y de seria reflexión teológica.

2. El Papa Francisco dirigiéndose a la Comisión Teológica Internacional el año pasado les decía a los miembros que la integran: “El teólogo es sobre todo un creyente que escucha la palabra del Dios vivo y lo recibe en el corazón y en la mente. Pero el teólogo también debe ponerse humildemente en escucha de «lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap. 2,7) … De hecho, junto a todo el pueblo cristiano, el teólogo abre los ojos y los oídos a los “signos de los tiempos”. Está llamado a «escuchar atentamente, discernir e interpretar los diversos lenguajes de nuestro tiempo, y saberlos juzgar a la luz de la Palabra de Dios – es ella la que juzga, la Palabra de Dios – para que la verdad revelada sea mejor entendida siempre, sea mejor comprendida y pueda venir presentada en forma más adecuada» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 44)” (Francisco, Discurso a la Comisión Teológica Internacional, 5 de diciembre de 2014). Esto, queridos hermanos  debe ser para cada uno de ustedes un punto de referencia.  Hoy día es necesario que desde la reflexión y la ciencia sagrada, ofrezcamos a las nuevas generaciones fundamentos claros y contundentes, de manera que los temas que hoy son puestos sobe el tamiz de la duda como lo es la vida, la familia, el matrimonio, el cambio climático, los problemas  sociales y culturales, sean abordados desde una perspectiva sólida y fundamentada en la naturaleza, en la dignidad humana pero sobre todo en la Sagrada Escritura, que contiene la Palabra de Dios.

3. Así nos lo confirma el mensaje que acabamos de escuchar en las lecturas que la liturgia de la Palabra nos ofrece; san Mateo (9, 32-38) nos narra uno de los episodios de la vida ordinaria de Jesús, en el cual  cura a un mudo quien además de ser mudo estaba endemoniado. Jesús expulsó el demonio y el mudo habló. La perícopa es  un resumen de la actividad predicación y curación de Jesús. Mostrando que la fe es al mismo tiempo visión y palabra. Es capacidad de “entre-ver” la historia con los ojos del Hijo, es libertad en la palabra que comunica el sentido dado a nuestra propia vida. Todo lo que dice y hace el Señor  nos abre a la luz de la vida y al don de contar lo que hemos visto  y oído: su amor eterno, que vuelve a levantar a cuantos están echados en tierra, lacerados y divididos, sin rumbo, extraviados; la buena noticia de un señorío que se pone al servicio  y se hace cargo de la historia humana.

4. Queridos hermanos y hermanas, Jesús pide a sus discípulos que tomen parte en esta historia de com-pasión  en la cual se revela el juicio misericordioso del Padre sobre el acontecer humano. La oración que les confía, le evita al discípulo pensar su propia misión en términos exclusivos de eficacia en relación con la cantidad de la mies. Más bien es necesario entrar en comunión con Jesús en la oración a fin de aprender a ser hijos capaces de continuar la misión del Hijo. El Papa Francisco nos lo ha dicho: “La humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad. Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo” (cf. Evangelii Gaudium, 52).

5. Ustedes queridos alumnos, han terminado una etapa en la formación profesional que los capacita no para ser hombres  éxito, sino más bien para ser hombres de Dios, discípulos de Jesús, capaces de continuar la misión de Jesús. Personalmente les invito para que se una  a la tarea eclesial que nos urge y nos apremia, que los conocimientos teológicos les permitan a cada uno poder ser mejores cristianos y virtuosos ciudadanos. Es necesario que la reflexión teológica que ustedes promuevan logre minar las esferas políticas, económicas, sociales y culturales. Ninguna ideología ha sido capaz de fundamentar y justificar el origen y el destino del hombre, es por ello que necesitamos hacer de la teología un camino de diálogo para poder afrontar la problemática que aqueja al hombre contemporáneo. Hoy, Jesús quiere ser palabra de aquellos que por diferentes causas  han permanecido mucho quizá desde su nacimiento.

6. Pidámosle al Señor que nos permita cada día poder profundizar más en su palabra, en su misterio y en su persona, solo así estaremos en grado de poder  quitar la mudez de nuestra vida, de nuestra boca y podremos dar testimonio de que Cristo, ha hecho grandes obras en nosotros.

7. Felicidades a cada uno de ustedes. Les invito para que sean muy agradecidos con quienes les han apoyado en este proyecto personal y profesional.

8. Que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro les anime para que cada uno de ustedes, sepan estar atentos a las necesidades de los demás. Amén.

 

† Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro