Homilía en la Misa con motivo del Día del Padre

 

Santa Iglesia Catedral, Santiago de Querétaro, Qro., 21 de junio de 2015

Año de la Pastoral de la Comunicación – Año de la Vida Consagrada

 

Estimados hermanos sacerdotes,

muy queridos padres de familia,

miembros de los diferentes movimientos eclesiales: Schoenstatt, VIFAC, Centro Santo Tomás Moro,

autoridades civiles y políticas,

hermanos y hermanas todos en el Señor:

1. Con el corazón lleno de alegría nos reunimos esta mañana de domingo para celebrar nuestra fe en Cristo Jesús, unidos a toda la comunidad de creyentes, con la esperanza de poder celebrar algún día la pascua definitiva. Conscientes que en la celebración de cada domingo es donde cada uno de los cristianos renovamos nuestra adhesión a Cristo, nos alimentamos con el alimento espiritual, damos gracias a Dios por todos sus beneficios y nos fortalecemos para continuar en el camino de la vida ordinaria dando testimonio de amor y de fe. Hoy, unidos a esta celebración dominical, y motivados por las buenas costumbres de nuestra  cultura, queremos agradecer a Dios el ‘don precioso de la paternidad’ celebrado el “Día del Papá”,  como  expresión genuina de su amor. Mediante la cual, se ve reflejada la esencia de Dios en medio de nosotros, que mira con solicitud por sus creaturas. Además, en este día nos unimos desde hoy a la fiesta de santo Tomás Moro, patrono de los políticos, con la confianza que su intercesión será en favor de actores políticos cada vez más comprometidos por el bien común. Especialmente en al salvaguarda de los valores humanos  como el de la familia entre un hombre y una mujer.

2. La humanidad, no puede ni podrá jamás, prescindir de la misión que la paternidad realiza en pro de la vida y de la familia. Pues como nos enseña la Exhortación Apostólica familiaris consortio “Revelando y reviviendo en la tierra la misma paternidad de Dios, el hombre está llamado a garantizar el desarrollo unitario de todos los miembros de la familia. Realizará esta tarea mediante una generosa responsabilidad por la vida concebida junto al corazón de la madre, un compromiso educativo más solícito y compartido con la propia esposa, un trabajo que no disgregue nunca la familia, sino que la promueva en su cohesión y estabilidad, un testimonio de vida cristiana adulta, que introduzca más eficazmente a los hijos en la experiencia viva de Cristo y de la Iglesia” (cf. Exhort. Apost., Familiaris consortio, 25).

3. Es en este contexto que escuchamos al palabra de Dios en este día, invitándonos a confiar en que él, en su palabra.  Después del discurso de las parábolas, San Marcos nos ofrece cuatro milagros que ponen término al reino de Satanás y son acciones en pro de la vida. El poder salvífico de Jesús se extiende a los elementos naturales que se han vuelto caóticos y enemigos del ser humano como es el caso de la tempestad. Marcos ha transformado esta narración típica de un milagro, en una instrucción catequética acerca de la fe que los discípulos necesitan para seguir a Jesús, la cual tiene que ser muy sólida y serena para los momentos de tempestad y prueba en la vida. Por ello en esta enseñanza, el evangelista quiere indicar que la falta de fe empieza a manifestarse allí donde el cristiano no está dispuesto, por cobardía y miedo, a cargar y compartir con Jesús y los demás los peligros del seguimiento cristiano. Aquellos discípulos que le acompañan son los más cercanos y son discípulos que han recorrido con el los caminos, sin embargo no “han calado” quien es Jesús. Hoy como ayer quizás nos falte creer en la realidad de Jesús.

4. La tempestad calmada es una hermosa narración en medio del mar donde no hay asideros para salvarse y la vida peligra; allí los discípulos acuden a Jesús. El mar es sentido como lugar donde la vida peligra. Esta tempestad evoca las tempestades de la vida que nos ponen en apuros, ya que a pesar de que no nos jugamos la vida en el mar (aunque si algunos), si lo hacemos en el trabajo, en la enfermedad, en las jugadas sucias, en la fidelidad prometida, en los imprevistos que nos sobresaltan, en la muerte de un ser querido, en un hogar en crisis, etc. Tenemos tempestades que hacen zozobrar nuestra barca y nuestra vida. Gracias a esas tempestades algunos despertamos y nos preguntamos de nuevo por Dios.

5. Queridos hermanos y hermanas, la realidad que vive nuestro mundo es una realidad semejante a la tempestad que nos relata el evangelio el día de hoy, sin embargo, en esta realidad  Jesús se presenta como el adversario principal de todo aquello que nos atemoriza y nos hace perder la calma. Me alegra que en esta santa Misa estén presentes algunos miembros de movimiento y asociaciones que buscan precisamente colaborar con el Señor, difundiendo el mensaje del evangelio. Mensaje que provoca la calma y que propicia la confianza en Dios.  es muy claro que Jesús en el evangelio a los discípulos les echa  en cara su cobardía, pues los quiere perfectos en la fe. Quiere que se convenzan de que la barca donde él está, aun cuando duerma y esté sacudida por violentas tempestades, no puede naufragar.

6. El día de mañana celebraremos a santo Tomás Moro, aprendamos de él que fe y bien común no se contraponen, por el contrario se explican y complementan. Que su ejemplo y valentía nos ayude a defender los valores que nos identifican y que son esenciales a nuestra vida como lo es el valor de la familia, la paternidad, los hijos.

7. Tengamos fe que nuestro compañero de viaje es el Señor, recordando que la oración no es una fuerza mágica que al instante remedia todos los males, pero si es la manera de compartir con Dios los miedos y las angustias y con la cual sostenemos nuestra nave mientras amina la tormenta. Es cierto que muchas veces le hablamos al Señor y el continua en silencio, sin embargo interiormente la fuerza se experimenta porque desde la fe y a la luz de la Palabra de Dios sabemos que Él es capaz de tendernos la mano ante el grito: “sálvame que me hundo”. Job soportó la borrasca y desde su tragedia gritó al Señor, exigiendo una explicación para su infortunio. En medio de toda su impotencia Job logra descubrir a Dios llegando a exclamar: “Yo te conocía solo de oídas, ahora te han visto mis ojos”. También los discípulos, desde aquella experiencia del lago en la tormenta conocieron más a Jesús. ¿Será que necesitamos una tormenta en nuestra vida para descubrirlo? Si ya la has vivido, o en este momento la experimentas, es una oportunidad para orar y conocerlo.

8. Pidámosle a San José, protector de la Iglesia, modelo y ejemplo de padre, que interceda por cada uno de nosotros, especialmente por los padres de familia, que se ven inmersos en la tempestad de la vida. Amén.  ¡Felicidades a todos los papás!

 

† Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro