Homilía en la Misa Acción de Gracias por el XXV Aniversario de la Parroquia de N.S. del Perpetuo Socorro

Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro,

Santiago de Querétaro, Qro., 14 de noviembre de 2015

 

Estimado señor arzobispo Mons. Rogelio Cabrera López,  

muy estimado Sr. Cura Mons. Guillermo Landeros Ayala,

queridos sacerdotes,

hermanas consagradas,

queridos miembros del Consejo Parroquial de Pastoral,

hermanos y hermanos todos en el Señor:

 

1. Con gran alegría nos encontramos reunidos en esta mañana para celebrar nuestra fe en Jesucristo resucitado. Lo hacemos con la intención de darle gracias a Dios por la oportunidad y la alegría de celebrar los veinticinco años de la erección canónica de esta comunidad parroquial de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Conscientes que la parroquia es el lugar donde viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo y el lugar privilegiado en que la mayoría tienen una experiencia concreta de Dios y la comunión eclesial (cf. DA, 170). Agradezco la amable invitación que Mons. Guillermo Landero y el Consejo Parroquial de Pastoral me han hecho para presidir esta Eucaristía, pues de esta manera me dan la oportunidad de confirmarles en la fe y de impulsarle para que continúen con el compromiso de instaurar el reino de Dios a tiempo y destiempo.

2. La  palabra de Dios que hemos escuchado nos ofrece dos ideas que considero nos ayudan a celebrar con mayor profundidad este acontecimiento eclesial y comunitario y además nos ofrecen el camino que debemos seguir como parroquia de ahora en adelante:

3. En la primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría (18, 14-15b; 19, 6-9), hemos escuchado cómo la palabra de Dios ha dado sentido a la historia del pueblo de Israel, protegiéndolo de todo mal y estableciendo las condiciones necesarias para vivir. Esta misma experiencia el día de hoy es la que sale de nuestro corazón pues indudablemente que la Palabra de Dios es la que  a lo largo de estos veinticinco años, ha conducido el ser y quehacer de cada uno de ustedes, de sus familias y de los diferentes movimientos y asociaciones. A pesar de las vicisitudes por las cuales han pasado, hoy podemos ver con claridad que el señor siempre ha estado muy cerca de su pueblo. La luz de su palabra ha sido aquel ‘guerrero’ (v. 15) que les ha defendido de tantos y tantos problemas de la vida parroquial. En este contexto quiero invitarles para que no se olviden que “La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración” (EG, 28). Si nos olvidamos de la centralidad de la palabra de Dios en la vida y en la misión de la parroquia, habremos olvidado lo más importante; pero si dejamos que sea ella el punto de partida y el punto de llegada de nuestra acción pastoral, contribuiremos para que nosotros y cada uno de los fieles de esta parroquia encuentren el aliento sólido para vivir. No olvidemos lo que el papa nos ha dicho: “Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario” (EG, 35).

4. En el evangelio Jesús  nos muestra la necesidad de orar siempre y si desfallecer (Lc, 18, 1-8). La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que se le haga justicia en su favor. Y Jesús concluye: si la viuda logró convencer a ese juez, ¿piensan que Dios no nos escucha a nosotros, si le pedimos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: «Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche?» (Lc 18, 7). «Clamar día y noche» a Dios. Nos impresiona esta imagen de la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿No conoce Él ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene «insistir» con Dios?  Esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a orar con insistencia no porque no sabe lo que necesitamos, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y conoce todo sobre nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos con Él a nuestro lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda. Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y resistencia. Es así: hay una lucha que conducir cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de esta fe. Por ello Jesús nos asegura la victoria, pero al final se pregunta: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lc 18, 8). Si se apaga la fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos extraviamos en el camino de la vida. Por lo tanto, aprendamos de la viuda del Evangelio a orar siempre, sin cansarnos. ¡Era valiente esta viuda! Sabía luchar por sus hijos. ¿Cuántas mujeres de esta parroquia, todos los días, luchan por su familia?

5. Queridos hermanos y hermanas, la oración debe ser una de las notas esenciales de la parroquia. Rezar siempre, pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras. Él conoce mejor que nosotros aquello que necesitamos. La oración perseverante es más bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer el mal con el bien.  Hagamos de esta parroquia un cenáculo perenne de oración, desde donde se sostenga la vida de cada familia, de cada niño, de cada joven, de cada anciano, de cada universitario, de cada empresario. Un cenáculo de oración desde donde la acción pastoral se vea fortalecida. Un cenáculo de oración desde donde se impulse la misión permanente de la Iglesia. ¡Que el sagrario nunca esté solo!

6. Felicidades a todos ustedes por ser una parroquia viva, en misión permanente. Que la palabra de Dios y la oración sean para ustedes, el camino para continuar siendo “comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero” (EG, 28).

7. Que la Bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona principal de esta parroquia y estrella de la nueva evangelización, les siga mostrando el camino hacia Dios como Madre de la ternura, especialmente viviendo los misterios de la pasión de su Hijo.

 

† Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro