HOMILÍA EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA II DOMINGO DE ADVIENTO, Santa Iglesia Catedral  

Santa Iglesia Catedral, ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., 04 de diciembre de 2016.

Año de Evaluación y programación el PDP.

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Estimados hermanos sacerdotes,
queridos catecúmenos y candidatos para recibir los Sacramento de la Iniciación Cristiana,
queridos miembros de la generación 87 . 92 de la facultad de Derecho de la UAQ,
queridos miembros de la Orden de los Caballeros de Colón, 
hermanos y hermanas todos en el Señor:

 

  1. Con alegría nos reunimos esta mañana para celebrar el II Domingo de Adviento; continuando con nuestra preparación cristiana para la gran fiesta de la Navidad. Conscientes de que es en la escucha de la palabra de Dios y en la oración, donde nos preparamos de la mejor manera para esta gran fiesta.
  1. Me alegra que este día estén presentes en esta Catedral, uno nutrido grupo de catecúmenos y candidatos para recibir los sacramentos de la Iniciación Cristiana de la Parroquia de San Felipe de Jesús, Chichimequillas, pues es aquí en la Catedral donde el Obispo ejerce, de manera más clara y visible, el ministerio de santificar a sus fieles. Agradezco la solicitud que me ha hecho el Cura el Pbro. Silvestre García Suarez, quien les ha presentado y ha dado testimonio púbico de que se han preparado para este momento crucial en la vida de cada uno de ustedes. Es muy importante que al celebrar la Iniciación Cristiana, hayamos recibido la formación necesaria que les permita entender con la cabeza pero sobretodo con el corazón, que la realidad a la cual se entra al recibir el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, es una realidad mistérica que nos introduce en la muerte y resurrección de Cristo, para poder vivir así como hijos adoptivos de Dios, en la vida de la comunidad cristiana que es la Iglesia.
  1. Para poder llegar a este momento ustedes queridos catecúmenos, necesitaron recorrer un periodo de intensa formación en la fe, en la vida moral, en la oración y en los sacramentos. Pero sobre todo fue necesario un tiempo de verdadera conversión. Al estar hoy en el umbral de la Iglesia, la comunidad cristiana los recibe con gran alegría, pidiendo a Dios que haga de ustedes “auténticos cristianos”, que puedan vivir la fe con valentía, sin fingimiento pero sobretodo con alegría.
  1. Algunos recibieron de pequeños el Bautismo y hoy acceden a la Confirmación y la Eucaristía, sepan que así, ustedes forman de manera más plena, parte de esta comunidad cristiana. Vivan como tal, déjense acompañar de la Iglesia que es nuestra Madre. Quienes van a recibir la Confirmación, dense cuenta que su cuerpo será de manera más perfecta ‘Templo del Espíritu Santo’; pongan en práctica los dones del Espíritu Santo que van a recibir y defiendan la fe que se les confía. Quienes van a recibir la Eucaristía,  deben darse cuenta que al hacer hoy su primera comunión, se comprometen a vivir de manera más íntima, su unión con Dios y con la Iglesia; la Eucaristía es el alimento del camino, de la vida y como dice el canto. “No podemos caminar con hambre bajo el sol”.  Que no se queden ningún domingo sin participar del banquete pascual en la Eucaristía.  En este camino no están solos, les acompañan sus padrinos, como garantes de la fe. Padrinos, ayuden a sus ahijados a vivir y caminar por el camino del bien.
  2. La palabra de Dios que hemos escuchado en este segundo domingo de Adviento, nos hace comprender que la vida cristiana es un proceso de perenne conversión. Esta es la misión de Juan el Bautista hoy; Israel había nacido en el desierto durante el tiempo del éxodo; después del retorno del exilio de Babilonia se tiene un nuevo éxodo. Ahora era necesario renacer, en la escucha de la voz del profeta que, justamente, predica en el desierto e invita a preparar la venida del Señor.
  1. La radicalidad del mensaje de Juan se caracteriza por su claridad y por las duras metáforas que lo expresa; con la misma claridad y contundencia anunciaba a sus oyentes la necesidad de la conversión. Es el núcleo de su predicación que él entiende tomando como punto de referencia el Antiguo Testamento. Penitencia y conversión son palabras incomodas, pero la conversión del corazón es el único título valido para entrar en el Reino. El anuncio de la conversión significa: si te vuelves a Dios le encontraras como a un Padre, lo mismo que el hijo prodigo. Pero necesitas levantarte y volver a él.
  1. De poco vale velar celosamente por la doctrina de Jesús si no se hace realidad concreta en las instituciones y en los detalles de la vida. Quizá faltan en la actualidad profetas valientes capaces de levantar el dedo con la firmeza de Juan. Tal vez abundan en exceso los profetas de la moderación, del respeto y de la tolerancia, pero sin respeto a la verdad. No se aboga por la dureza ni por las condenas, pero si respeto a la verdad al estilo de Juan, quien con Jesús hicieron creíbles sus enseñanzas con el ejemplo, sin ambigüedades de su vida. Los profetas auténticos vienen a sacar a los profetas distraídos de sus falsas seguridades.
  1. En el tiempo de Adviento escuchemos al profeta, escuchemos al más grande de los profetas: a Jesús, ya que es un tiempo para salir al encuentro del Señor que viene. Un tiempo de conversión, la cual pone a Dios en el centro de la vida y de las actividades, y hace que todo gire armoniosamente en torno a él.
  1. El pasado domingo comenzábamos este tiempo de preparación para acoger a Jesús y se nos hacía ver que esto no se improvisa, que hay que estar atentos y prepararse bien; por eso, este domingo nos habla Juan Bautista y nos dice hoy, que hay que estar bien preparados, que hay que cambiar lo que sea necesario, cambiar de dirección, convertirse porque Dios está cerca. El Mesias viene para removerlo todo, hasta lo que se tiene por verdad intocable. El Mesias rompe todas las seguridades inventadas.
  1. De ahora en adelante, nada nos dará seguridad, nada más que un nombre: Jesús. De ahora en adelante quien quiera estar seguro tendrá que aceptar la única seguridad que Dios da: estar colgados de él, porque él está acordándose de su pueblo, él está haciendo salvación.
  1. Pidámosle a Dios que a todos nos permita durante estos días, no desfallecer en nuestra preparación a la Navidad y que a estos niños, adolescentes, jóvenes y adultos, que hoy acceden a estos grandes misterios, les conceda amar la vida cristiana, inclusive hasta la muerte. Amén.

 

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro