Forjando caminos de paz

Pbro. Mtro. Filiberto Cruz Reyes

El 2 de julio de 2007, en un discurso en Monterrey, N.L., el entonces Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa decía: “desde los primeros días de mi Gobierno dimos inicio a una guerra frontal contra la delincuencia y contra el crimen organizado […] Sabemos que será una guerra de largo plazo, que no será fácil ni rápido ganarla, que tomará tiempo, que tomará recursos económicos, vidas humanas, pero es una guerra que vamos a ganar con el apoyo de la sociedad”. En enero del mismo año había aparecido vistiendo traje militar, como Comandante en jefe de las fuerzas armadas que era. Y sí, antes y después de ese discurso y hasta el día de hoy los números están ahí: lo que se ha gastado en militares, armas, propaganda, etc., y sobre todo, en vidas humanas, en personas “levantadas”, ejecutadas, desmembradas, desaparecidas, secuestradas, extorsionadas, etc., en un país cada vez con más drogadicción y armas, y todos los excesos que en pesadilla amarga parecen interminables.

secondaryImage_3180Ante la cercana visita del Papa Francisco a México la Agencia Notimex y el Centro Televisivo Vaticano publicaron este pasado día 3 una inédita producción, una entrevista colectiva: 33 ciudadanos de México hicieron preguntas al Papa de modo virtual y él respondió y comentó las mismas. En una de ellas le dicen: “Papa Francisco ¿Cómo nos ayudaría a afrontar esta violencia que está pasando aquí? (Oscar-Ciudad de México). Francisco respondió para dar luz sobre nuestra situación dolorosa diciendo: «Violencia, corrupción, guerra, niños que no pueden ir a la escuela por sus países en guerra, tráfico, fabricantes de armas que venden armas para que las guerras en el mundo puedan seguir…: más o menos éste es el clima que hoy vivimos en el mundo, y ustedes están viviendo su pedacito, su pedacito de “guerra” entre comillas, su pedacito de sufrimiento, de violencia, de tráfico organizado». Sí, esa “guerra” entre comillas de la que habló Calderón y de la que luego se desdijo públicamente diciendo que nunca había utilizado en sus discursos esa palabra, palabra cuyos ecos hoy se esparcen por toda la patria de diversos modos y cuyo foco de emisión bien a bien los ciudadanos de a pie no sabemos en dónde se encuentra realmente, esa palabra que hoy no se pronuncia pero cuyos estragos son evidentes; palabra que ha generado más muertos que en países que están en una guerra más “formal”, que ha hecho que México sea uno de los países más peligrosos para ejercer el sacerdocio o el periodismo.

Mucho se ha dicho del objetivo de la visita del Papa a nuestra patria, él mismo continúa diciendo a qué viene, cuál es realmente el objetivo de su visita: “Si yo voy ahí, es para recibir lo mejor de ustedes y para rezar con ustedes, para que los problemas de violencia, de corrupción y todo lo que ustedes saben que está sucediendo, se solucione, porque el México de la violencia, el México de la corrupción, el México del tráfico de drogas, el México de los carteles, no es el México que quiere nuestra Madre, y, por supuesto que yo no quiero tapar nada de eso, al contrario, exhortarlos a la lucha de todos los días contra la corrupción, contra el tráfico, contra la guerra, contra la desunión, contra el crimen organizado, contra la trata de personas”.

Francisco sabe del dolor, él mismo lo vivió en su patria, él mismo experimentó el dolor de la iglesia en Argentina en tiempos del régimen militar cuando hubo miles de muertos injustamente, miles de “chupados” (desaparecidos) como se decía, al menos dos millones de exiliados, etc. El dolor que continuó para él una vez terminado el régimen, entre otras cosas cuando el 8 de noviembre de 2010 fue interrogado en el “Proceso de la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada)”. Ahí afirmaba acerca de sacerdotes argentinos que habían padecido persecución y muerte muchos de ellos por realizar pastorales al lado de los más pobres: “Era una situación riesgosa, y ellos eran conscientes. Por eso vivían tan unidos entre ellos y se sostenían unos a otros. En otras diócesis ha habido sacerdotes que también hicieron opción por los pobres y desaparecieron”.

Francisco también es consciente de los riesgos que corre: que sea mal interpretado o se hagan lecturas reduccionistas de sus palabras o misión, o incluso del riesgo mismo de su persona, pero no ha querido papamóviles blindados; hace realidad su principio: “prefiero una iglesia accidentada por salir, que enferma por estar encerrada y la comodidad de aferrase a las propias seguridades”.

Te esperamos Francisco para caminar contigo forjando caminos de paz.