DESDE LA CEM: “LA FAMILIA ES EL CIMIENTO DE LOS VALORES EN LA SOCIEDAD”

MENSAJE A LA COMUNIDAD

5 de marzo de 2017

 

“LA FAMILIA ES EL CIMIENTO DE LOS VALORES EN LA SOCIEDAD”

Me uno, con particular alegría, a la celebración del Día de la Familia que se festeja en nuestro País. Hablar de la familia es hablar del sólido fundamento de toda sociedad, por lo que es tarea de todos velar para que, esta noble y necesaria institución, siga siendo valorada y respetada en todos los aspectos.

En su visita a México, el Papa Francisco mencionó: “Vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso” (Mensaje a las Familias. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Febrero 2016).

Por lo que debemos seguir sumando esfuerzos para que la familia salga fortalecida en medio de los embates que se presentan hoy en día contra el modelo siempre claro de una familia conforme a los designios de Dios.

Los cristianos valoramos ampliamente la vida en familia. Cristo mismo nació en una familia, y será el modelo de la Sagrada Familia el que nos lleve a re descubrir la vocación y misión de la familia, de cada familia en todos los tiempos.

Asimismo, a la par de esta celebración, quiero expresar mi reconocimiento, y el de toda la Iglesia, a todas las mujeres, cuyo día celebraremos el próximo 8 de marzo.

La Iglesia valora y reconoce ampliamente la misión de la mujer, aunque en algunos momentos de la historia esto no haya sido del todo claro, especialmente porque no se ha contemplado a profundidad la vocación a la que han sido llamadas, siempre en igualdad y en comunión con el hombre.

Hoy quiero pedir perdón, de todo corazón, a todas las mujeres, especialmente a las que han consagrado su vida al servicio de Dios en la Iglesia porque, desde mi limitación humana, no he agradecido lo suficiente todo el bien que hacen, ya que su testimonio de oración y entrega generosa, son sustento indispensable que fortalece el crecimiento de la familia de Dios. Que sea Él siempre su mayor recompensa. Gracias por ser signo de vida y fecundidad.

Haciendo eco a las palabras de San Juan Pablo II, puedo afirmar que “nuestra gratitud a las mujeres se convierte en una llamada apremiante, a fin de que por parte de todos, y en particular por parte de los Estados y de las instituciones, se haga lo necesario para devolver a las mujeres el pleno respeto de su dignidad y de su vocación en el mundo. Es hora de mirar, con la valentía de la memoria  y reconociendo sinceramente las responsabilidades, la larga historia de la humanidad, a la que las mujeres han contribuido no menos que los hombres, y la mayor parte de las veces en condiciones bastante más adversas”.

Felicidades a todas las mujeres, que Dios les siga llenado de sus bendiciones por siempre.

+ Rogelio Cabrera López

Arzobispo de Monterrey