DESDE LA CEM: Homilía de recepción de los Signos de la Jornada Mundial de la Juventud Basílica de Guadalupe.

Queridas hermanas y hermanos. Qué buen es estar aquí en Casa de Nuestra Mamá, en casa de María de Guadalupe, Madre de Dios y Madre Nuestra. De alguna manera, Ella misma ha intecedido para que estemos todos reunidos hoy aquí, compartiendo la fe en Nuestro Señor Jesucristo, en el camino hacia la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá 2019, recibiendo los Signos de la JMJ en el Corazón de la Fe Mexicana. Recibimos con mucho fervor, la Cruz de la Jornada Mundial y el Ícono de Santa María Protectora del Pueblo Romano, entregados a los jóvenes por San Juan Pablo II. Él mismo nos enseña el motivo: conocer más profundamente a Cristo en el Misterio de la Redención y encomendar la vida a la Madre de Dios.

Al recibirla la admiramos y la contemplamos: una cruz sencilla, pero majestuosa; sobria, pero llena de significado; misteriosa, pero llena de esperanza. Es la cruz que nos recuerda el amor que Jesús tiene por todos, especialmente por los adolescentes y jovenes, y entrre ellos, a los más necesitados. Es la cruz que nos recuerda el llamado que el Señor nos ha hecho a la santidad, a la perfecta alegría!! El corazón del joven anhela, desea, busca la felicidad, pero la fe nos ayuda a descubrir que no hay felicidad verdadera y auténtica, sino en su amor. El joven desea un mundo mejor y Jesús le ayuda a descubrir que es posible, pero sólo con la fortaleza del amor que lo da todo por conseguirlo, renunciando a ideologías y a propuestas individualistas que invitan dejar a un lado la familia, a un lado a los demás, a dejar a un lado al pueblo, y a sólo concentrarse en el yo aislado. Ese es el camino a la tristeza, al llanto y a la desesperación.

Ante nuestra realidad donde se hacen presentes tantas voces y tantas propuestas, recordamos las palabras de San Pablo a los Gálatas: “En cuanto a mi, no quiero sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él, el mundo ha sido crucificado para mi y yo para el mundo.” Es el anhelo de San Pablo de apreder a amar como Cristo nos amó. Es el camino de toda persona que desea luchar por un mundo mejor, por el Reino de Cristo: reino de verdad, libertad, “El reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia. El reino de la justicia, el amor y la paz.” La cruz de la JMJ es un signo lleno de misterio, ha recorrido países, miles de jóvenes la han tocado, se han arrodillado, han presentado su oración, han recibido consuelo y fortaleza, es el misterio de la fe. Esta cruz, al actualizar la fe en el amor de Jesús, ha llenado de esperanza los corazones de muchísimos jóvenes y de muchas personas que se acercan a ella con una fe sencilla, más no fanática.

Esta cruz no recorre los caminos buscando fans y likes, busca corazones afligidos y personas sencillas y pobres para consolarlas, sanarlas y fortalecerlas en medio de las luchas de la vida y renovar su esperanza y su esfuerzo. En la cruz, el Sagrado Corazón de Jesús derramó su sangre por ti, por mi, por todos e hizo de todos nosotros un solo pueblo. Que la presencia de estos signos sencillos por todas las provincias de nuestro país nos ayude a unirnos en la fe, todos como adolescentes y jóvenes que creemos en Cristo nos

reconozcamos miembros del grandísimo pueblo de Dios que peregrina en todo el mundo y renovemos nuestra fe y esperanza. Por que, como dice el Papa Francisco, los cristianos sabemos que nuestros mejores días y tiempos están aún por venir, que esos mejores días pueden ser construidos por nuestro esfuerzo y la gracia divina; los jóvenes nos hacen recordar a todos que los cristianos somos pueblo más de primavera que de otoño y que en “el horizonte del hombre hay un sol que ilumina para siempre. Creemos que nuestros días más bellos aún están por venir.”

Finalmente, hay una mirada que aprendemos de las mamás llenas de amor y de la que todos podemos aprender. Recordemos que estamos en la Casa de Mamá, de Santa María de Gudalupe. Cuando hay una reunión familiar y algúna de las hijas o hijos no está presente, el corazón de la mamá dedica latidos cuyas vibraciones conectan con el hijo ausente. Unos le dicen que no se preocupe, que se alegre con los que están presentes; pero la mirada de la mamá se pierde un momento en busca de su hija o de su hijo. María de Gudalupe nos enseña y nos anima a recordar a todas las chicas y chicos que no están aquí. A buscar a quienes necesitan experimentar la misericordia del amor de Dios, pero por muchas razones no la han recibido o la andan buscando en lugares donde nunca la encontrarán. Llevemos la Cruz de la JMJ y el Ícono de María, que llegue a donde están ellas y ellos que andan buscando, que recorra barrios, que visite templos, que haga estación en hospitales, que se haga cercana a las chicas y chicos y que ellos la puedan tocar y puedan orar ante ellos, que tomen fotos y compartan su alegría y esperanza. Que el Señor derrame sus bendiciones sobre muchos adolescentes y jóvenes.

Queridos adolescentes y jóvenes de México ¡Recibamos con veneración y respeto los signos de la Jornada Mundial de la Juventud! Preparemos el camino al encuentro con Jesús en Panamá 2019.

+P. Juan Armando Pérez Talamantes Obispo Auxiliar de Monterrey