DESDE LA CEM: Día de la tierra, día de la casa común.

Con los cambios climáticos que enfrenta nuestro planeta, vemos la urgente necesidad de prestar atención a la forma en que nos relacionamos con la creación de Dios. Porque la naturaleza es una de las manifestaciones más palpables que tenemos del enorme amor de Dios.

Fue Él quien creó esta tierra maravillosa para el goce y disfrute de toda la humanidad, pero el egoísmo y la codicia de las personas, han desvalorizado la importancia del cuidado de lo que el Papa Francisco denominó en su Encíclica Laudato Sí: “casa común”. Fue en este documento donde con su increíble sensibilidad para darse a entender a todas las gentes, nos permite vislumbrar a esta “casa”, como nuestra hermana, quien clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.

A toda la humanidad nos está faltando una cosmovisión más integral que permita reconocerse como cuidadores y benefactores de la vida, misma que fue concebida para nosotros por Dios.

Esta casa, es el lugar en donde Dios quiso instaurar su Reino, porque en ella colocó todo lo necesario para que juntos viviéramos en armonía. Es nuestro deber como herederos de este legado, salvaguardar y preservar la creación de Dios. Ya que es en esta casa, hermana, en donde nos hemos encontrado con Él, en donde hemos sido testigos de su divino amor.

Aún hay tiempo, para modificar nuestras conductas y para transformarnos en actores responsables. Es muy importante infundir valores éticos en las nuevas generaciones, para que  se sientan involucrados en el cuidado de la vida, que contemplen con respeto y amor a la naturaleza, a los animales y el agua.

Los obispos, sacerdotes y personas de la Iglesia ya desempeñan acciones en beneficio del cuidado de la tierra y del medio ambiente a través de la Pastoral Social (Cáritas) y de la Dimensión Episcopal Laboral, Medio Ambiente, Economía Solidaria y Jornaleros. Sin embargo, todavía falta un caminar importante para exigir los derechos del cuidado del medio ambiente, de generar acciones para su conservación, desde las parroquias. Porque en el tema del cuidado de la tierra, nadie es actor pequeño, ni contribuye con granos de mostaza, toda cambio en pro del mundo, es una mejora que los más desprotegidos sentirán en su relación con la naturaleza.

Muchos empresarios ya han comprendido la atención del planeta, pero con su despertar también deben venir soluciones de colaboración bien organizadas que procuren al medio ambiente y la naturaleza.

Los laicos y personas de todas las Iglesias, tienen una gran tarea, orar por la creación de Dios y limitar sus acciones consumistas que tanto dañan nuestra casa.

No permitamos que esta casa común, en donde Dios nos permitió vivir, sea destruida por nuestra indiferencia y falta de amor.

 

Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola

Secretario General de la CEM y

Obispo Auxiliar de Monterrey