Comunicado al inicio de los trabajos de la XCIV Asamblea Plenaria de la CEM

Cristo es nuestra paz y la esperanza de una vida mejor, con justicia y dignidad.

Es el Espíritu del Señor que está sobre mí, «porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres» (Lc 4,18).

Al concluir el presente Trienio del Episcopado Mexicano, resaltamos las metas alcanzadas y revisamos las acciones que se realizaron, con el objetivo de retomar el rumbo y descubrir nuevos horizontes, según el Espíritu de Dios, para alcanzar vida en Cristo Jesús, Centro del ministerio episcopal y de la vida de todo bautizado.

Los puntos que revisaremos, las conclusiones que obtengamos y la elección de las nuevas responsabilidades, fijarán el contenido del nuevo trienio a fin de mejorar y fortalecer la comunión eclesial, sobre todo al interior del Episcopado Mexicano.

El Año de la Fe promovido por el Papa Benedicto XVI, nos lanza a un compromiso por mantener y acrecentar nuestra fe y la fe del Pueblo de Dios; para que esta fe, en este año de gracia, sea promovida en el discipulado misionero, para llevarla y transmitirla a todas las mujeres y hombres de buena voluntad, de manera especial en los lugares en donde no conocen a Jesús. La Iglesia universal se prepara en la oración, la reflexión, la formación y la acción pastoral, para salir adelante, con fe firme y decidida, a anunciar el Evangelio a todo hombre y en todo lugar.

El Santo Padre reafirmó la tarea misionera de la Iglesia, su vocación, naturaleza y razón de ser, que es evangelizar. En su homilía de apertura del Año de la Fe, el Santo Padre señaló que «en el encuentro con Cristo, realizado con fe, Bartimeo recupera la luz que había perdido, y con ella la plenitud de la propia dignidad: se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre». Este es el camino que ahora también se abre y se actualiza para la Iglesia y para todos sus miembros.

En este acontecimiento, se reafirma el momento histórico de la Iglesia de nuestro tiempo, en que los Obispos somos nuevamente llamados a atender las causas del pecado, y denunciar lo que no pertenece a Dios, ir hacia los más necesitados de la sociedad, acompañarlos y compartir con ellos la vida y los valores del Reino.

El trienio que concluye siguió un itinerario, donde los Obispos revisamos y reflexionamos los grandes temas que por ahora ocupan a la Iglesia de México, para la realización de las acciones referidas a la Misión Continental; Sacerdocio y Seminario; Educación; y Familia.

Y hemos querido que todo nuestro caminar desemboque en acciones que incidan en la vida familiar, a la que se ha referido el Mensaje al Pueblo de Dios, como conclusión de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, porque la familia es: «el primer lugar en el cual el Evangelio se encuentra con la vida ordinaria y muestra su capacidad de transformar las condiciones fundamentales de la existencia en el horizonte del amor. Pero no menos importante es, para el testimonio de la Iglesia, mostrar cómo esta vida en el tiempo se abre a una plenitud que va más allá de la historia de los hombres y que conduce a la comunión eterna con Dios».

Es necesario que el Estado proteja a la institución familiar y atienda las necesidades más urgentes y también a largo plazo, para otorgarles las oportunidades, leyes y programas que contribuyan a su desarrollo, seguridad y dignidad.

El Episcopado Mexicano está unido a las familias de México que claman por la paz, la reconciliación y la justicia, en los lugares donde viven y conviven, donde trabajan, estudian y descansan, en cada uno de los espacios que le son propios en el día a día, espacios que deben generar el crecimiento, la armonía, la motivación, el amor y la esperanza para el futuro.

Nosotros proponemos todo esto en unión a Cristo, porque solo Cristo, camino, verdad y vida, es quien puede transformar el corazón del ser humano y de las familias mexicanas, porque estamos convencidos que la familia cristiana, en oración y en la práctica de los sacramentos, vive cada día en torno a Jesús. Dándole el mejor lugar, el seno familiar, quien le abraza y se comunica con Él.

Hasta allá debe llegar nuestra fe, en el interés de que cada familia quiere lo mejor para los suyos, para los miembros de las otras familias, principalmente vecinas o de quienes encontramos a diario en el trabajo, en la escuela, en la sociedad. La misma Iglesia es la gran familia de Dios, porque es Cristo mismo quien nos hermana y nos enseña a dirigirnos a Dios como nuestro Padre.

Ponemos toda nuestra confianza en la presente asamblea, en el trabajo realizado y en las acciones que se desprenderán de este encuentro, porque la Colegialidad y la Comunión del Episcopado Mexicano sean testimonio edificante y vivificante para toda nuestra Iglesia y sociedad.

Con gratitud elevamos nuestra oración al Señor por todos aquellos que nos han dado sus plegarias, apoyo y servicio. Al Consejo de Presidencia, al Consejo Permanente, a las Comisiones Episcopales, a las Provincias Eclesiásticas, los organismos diocesanos, a los sacerdotes, consagrados y laicos que de modo personal o representando alguna institución han colaborado con nosotros.

Agradecemos a las autoridades civiles su cercanía, principalmente el diálogo que se ha entablado para compartir los puntos de vista y las acciones conjuntas a favor de nuestra Patria y sus ciudadanos.

También externamos nuestro agradecimiento a los representantes de los medios de comunicación social por su constancia y permanente acompañamiento que nos han brindado. Agradeceremos el interés de sus directores y jefes de redacción por la atención a nuestros trabajos y declaraciones. Que el Señor colme de bendiciones a cada uno de ustedes, sus trabajos y familias.

En el corazón materno de Santa María de Guadalupe, a quien el día de ayer nos encomendamos en su santuario del Tepeyac, y al ejemplo de santidad de San Felipe de Jesús, pedimos su intercesión por las necesidades del mundo entero.

Que sea Ella, la Estrella de la Nueva Evangelización en América, quien guíe nuestro caminar.

Por los Obispos de México, 

† Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla
Presidente de la CEM y del CELAM
 
† Víctor René Rodríguez Gómez
Obispo Electo de Valle de Chalco
Secretario General de la CEM