Circular No. 26, Asunto: Día de los Ancianitos.

Prot. No. 164/2016
Circular No. 26/2016
Asunto: Día de los Ancianitos.

escudo del obispo
A los hermanos presbíteros,
a los miembros de la vida consagrada,
y a todos los fieles de la Diócesis de Querétaro:

«No te apartes de la conversación de los ancianos, porque ellos mismos aprendieron de sus padres: de ellos aprenderás a ser inteligente y a dar una respuesta en el momento justo» (Ecl 8,9).

El Santo Padre Francisco en su catequesis de los miércoles escribía una anécdota que le contó su abuela: «de un abuelo anciano que cuando comía se ensuciaba porque no podía llevarse bien la cuchara a la boca, con la sopa. Y el hijo, es decir, el papá de la familia, tomó la decisión de pasarlo de la mesa común a una pequeña mesita de la cocina, donde no se veía, para que comiera solo. Pocos días después, llegó a casa y encontró a su hijo más pequeño que jugaba con la madera, el martillo y clavos, y hacía algo ahí. Entonces le pregunta: Pero, ¿qué cosa haces?– Hago una mesa, papá.- ¿Una mesa para qué? – Para cuando tú te vuelvas anciano, así puedes comer ahí». (Catequesis del Papa Francisco, 4 de marzo de 2015).

Esta historia nos enseña que cuando somos jóvenes tendemos a ignorar la vejez, y a tratarla como si fuera una enfermedad que hay que tener lejos, pero cuando nos hacemos viejos vemos la dureza de una sociedad que ignora a los débiles: los ancianos son una riqueza que no se puede ignorar. La Iglesia ha cultivado un bagaje de sabiduría en el que siempre ha sostenido una gran cercanía con los ancianos, de acompañarlos con afecto en esta parte final de la vida. Tradición que se arraiga en la Sagrada Escritura. La Iglesia no puede y no debe adecuarse a la mentalidad actual de intolerancia, indiferencia y menosprecio de los mayores, más bien debe promover una cultura de aprecio y de acogida, que les haga sentir parte viva de la comunidad.

Nuestros mayores son personas de las que hemos recibido mucho, ellos no son personas extrañas ni de otro mundo, y si nosotros no aprendemos a tratar bien a los ancianos, así nos tratarán también a nosotros. Todos somos de algún modo frágiles y un poco vulnerables, sin embargo, muchos de nuestros adultos están solos y debilitados por la enfermedad, muchos de ellos requieren cuidados indispensables y de la atención de los demás, esta es una oportunidad que se nos ofrece para ejercitarnos en las obras de misericordia a propósito de este Año Jubilar, les exhorto a no ser indiferentes a ella. La Iglesia en estado permanente de misión y en salida misionera como nos pide el Papa y que se traslada hasta las periferias existenciales debe tener un amplio espacio para su atención y cuidado; cada uno de los bautizados como integrantes de este Cuerpo que es la Iglesia, estamos llamados a atender a este compromiso. Esta es una exigencia de la Palabra de Dios, una comunidad cristiana con proximidad y gratitud debe procurarlos y considerarlos, sin ellos perdería su propia alma, porque donde no se da honor a los ancianos, no hay futuro para los jóvenes. Teniendo presente que el día 28 de agosto celebramos el “Día del adulto mayor” deseo exhortar a las familias, y a los miembros de los movimientos y asociaciones a continuar diseñando los caminos para afrontar el reto de custodiar mejor a nuestros ancianos, y a su vez, elevemos nuestra oración por ellos durante las misas del domingo.

Que la intercesión de los Santos Simón y Ana nos ayuden a valorar y agradecer el don de nuestros ancianitos.

En la Sede Episcopal de Santiago de Querétaro, a los 16 días del mes de agosto de 2016.

Fraternalmente en Cristo y María.

+Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro

Pbro. Dr. Jorge Hernández Nieto
Canciller